Ingo NIEBEL
RELACIONES EEUU-ALEMANIA

Trump irrita cada vez más al Gobierno de Merkel

Washington aumenta cada día la distancia con Berlín. Además de retirar más soldados de lo anunciado, tres senadores amenazan con sanciones a una empresa alemana afincada en el distrito electoral de la canciller, Angela Merkel. El nuevo embajador de la Casa Blanca en Berlín, un «héroe de guerra», se enfrenta a unas relaciones bilaterales deterioradas.

En su día, Washington y Berlín formaban dos ejes que tiraban de un mismo carro, siendo el estadounidense el más fuerte y el que marcaba el rumbo. A día de hoy, ese carro está varado en uno de los arcenes de una de las carreteras más importantes que dividen geoestratégicamente el planeta. La canciller demócrata cristiana de Alemania, Angela Merkel, y su ministro de Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas, no saben muy bien con quién hablar en la Embajada de Estados Unidos, situada junto a la Puerta de Brandenburgo, en el centro de Berlín. Washington no cuenta aún con embajador en el país que ha sido su aliado más fiel en el continente europeo durante y después de la Guerra Fría.

El pasado 1 de junio, el entonces embajador Richard Grenell, de 53 años, anunció su dimisión sin que la Casa Blanca hubiera anunciado quién lo reemplazaría. El presidente Donald Trump ha nombrado al excoronel del Ejército y ex comentarista de Fox News Douglas Macgregor, de 73 años, como sucesor de Grenell, quien se granjeó muchas críticas por interferir en cuestiones políticas de Alemania. Pero antes el Senado tiene que aprobar el nombramiento de Macgregor, quien durante la invasión de EEUU a Irak en 1991 comandó una unidad de combate. «Sadam Husein me hizo un gran favor», dijo en un documental sobre la guerra del Golfo, porque «me ha salvado de otro aburrido despliegue en Alemania». Macgregor cuenta con la confianza de Trump y al igual que el inquilino de la Casa Blanca, es tertuliano habitual del ente derechista Fox News y habla alemán. Pero el diario centroliberal “Süddeutsche Zeitung” resalta que Macgregor también se declaró «fan» del general nazi Friedrich-Wilhelm von Mellenthin. El libro de memorias escrito por Von Mellenthin –“Panzer Battles”– despertó la atracción de Macgregor por este tipo de carros de combate.

Sea como fuere, si finalmente este amante de los tanques llega a Alemania no le quedarán muchas más relaciones diplomáticas por romper, porque su antecesor en el cargo, Grenell, se comportó como «un elefante en una tienda de porcelana» desde que llegó a Berlín en 2017.

Intromisión tras otra en la política alemana, logró que hasta el dirigente del tradicionalmente pro-estadounidense Partido Liberaldemocrático (FDP), Wolfgang Kubicki, exigiera que se le declarara «persona non grata».

Grenell criticó a Merkel porque, según él, Alemania no llega a gastar el 2% de su PIB en Defensa. Con el SPD como socio y Merkel de canciller, un tanto reacia a intervenciones militares, la Gran Coalición no puede ni quiere meterse en más gastos bélicos. La jefa de Gobierno le respondió que la cuestión no era sólo mirar por el gasto militar sino también invertir en la ayuda al desarrollo como otra medida más para prevenir las crisis.

El debate sobre el gasto militar alemán es el arma propagandística que Trump más emplea contra Alemania en su campaña electoral y para justificar la retirada de 12.000 de los 36.000 soldados desplegados en ese país. El Pentágono quiere que 6.400 regresen a EEUU y que 5.600 se redistribuyan por Europa. Es posible que parte de ellos sean destinados a Polonia, país al que llegarán mil soldados estadounidenses más como parte del acuerdo firmado ayer entre el secretario de Estado de EEUU, de gira por Europa, y el presidente polaco.

El repliegue estadounidense de Alemania supone una pérdida económica para lugares como Spangdahlem, donde 11.000 personas trabajan en la base aérea. De ahí partirán para Italia los cazas F-16 con 2.000 efectivos, si es que el Congreso estadounidense da su visto bueno.

Desde el punto de vista militar, el plan de Trump no tiene sentido: más bien se parece a una vendetta suya contra Merkel. La dama de la Cancillería alemana sigue haciendo caso omiso a las palabras de Trump y de Grenell, quienes la han amenazado con sanciones si no deja de hacer negocios con Irán, si sigue comprando gas ruso mediante el segundo gaseoducto, el Nord Stream 2, y si abre el mercado de telecomunicaciones a la multinacional china Huawei. Las presiones le habrán dolido a la exciudadana de la Alemania socialista que, antes de la era Trump, no ocultaba sus simpatías por «el país de los libres y el hogar de los bravos». Aún así, no da el brazo a torcer y aunque tampoco simpatiza con el presidente ruso Vladimir Putin, opta por cumplir lo pactado.

Ahora, tres senadores norteamericanos han amenazado directamente a una empresa portuaria alemana con severas sanciones si no deja el Nord Stream2. La firma se halla en el distrito electoral de Merkel. La canciller ha preferido no comentar el asunto, por ahora.

El excoronel Macgregor servirá como mucho para dar las órdenes de su comandante en jefe a las autoridades alemanas aumentando así el malestar. Según una reciente encuesta, la mayoría de los alemanes está de acuerdo con la retirada de las tropas estadounidenses, y un 5% aboga incluso por un total repliegue.