Maitane ALDANONDO
Hernani

CERVEZA ARTESANA PARA «APORTAR» AL ENTORNO

Tres estadounidenses afincados en Donostia crearon hace seis años una fábrica de cerveza artesanal para acercar al público, algo habitual en su tierra. Con un mercado aún por desarrollar, sus bebidas se van haciendo un hueco y son premiadas por su calidad.

Basqueland Brewing es una cervecera artesana con base en Hernani, creada en 2015 por los estadounidenses Benjamin Rozzi, Benjamin Matz y Kevin Patricio. En los últimos cuatro años ha sido elegida tres veces como la mejor cervecería en el Campeonato Nacional de Cerveza y el pasado mes fue reconocida en el VI Barcelona Beer Challenge con 9 medallas y 32 puntos, la puntuación más alta otorgada en la historia del certamen.

Rozzi y Patricio llevan más de una década en Euskal Herria. Rozzi es de San Diego, California, donde la cultura de la cerveza artesanal es muy grande: «Por tres millones de personas hay unas 120 fábricas de cerveza», apunta el director general. Aquí vieron que hay una cultura de sidra, txakoli y vino, pero no había cerveza artesanal, solo industrial. Pensaron que a la gente le podría gustar. «Vivimos en uno de los mejores lugares del mundo: Donostia, pintxos, estilo de vida... Hemos creado esto para aportar a nuestro entorno, siendo americanos es un orgullo enorme», explica. Basqueland da empleo a una veintena de personas en la fábrica y sala de catas de Hernani, el bar Basqueland Izkaia de Gros, así como a un comercial.

Es la primera incursión en el mundo del emprendimiento para los tres, no así en el de la gastronomía: Rozzi trabajaba en la bodega de txakoli de Karlos Argiñano ayudando a crear su red de ventas y exportación; Patricio, viene de cocinas y tenía mucha experiencia con vinos; y Matz puso el conocimiento sobre la elaboración de cerveza. Hace tres años regresó a Estados Unidos y desde entonces el maestro cervecero es el donostiarra Óscar Sáenz. Cuenta con una amplia experiencia en el sector, al igual que el escocés Cosmo Sutherland, junto al que se encarga de la producción. Aspecto clave en la empresa. «Es lo más importante. Lo primero es hacer un producto de altísima calidad o no vas a sobrevivir», subraya Rozzi.

Buscaron varios locales y escogieron uno en el polígono Akarregi, «un sitio muy bien comunicado» y con «muy buenas sidrerías» cerca. Agradece al Ayuntamiento su ayuda y afirma que «estamos encantado de decir que esta cerveza es de Hernani». Arrancaron en junio de 2015, aunque un año antes hicieron varios lotes en una fábrica de Logroño que emplearon para buscar inversores. Rozzi matiza que son todos particulares, amigos, así como dos socios de la zona de Bilbo.

educar para crecer

Su oferta tiene cinco referencias base a las que han incorporado Zumo, una cerveza agría con frutas, así como una negra que hacen dos o tres veces al año. Además, al mes elaboran cinco o seis en ediciones limitadas y colaboraciones con otras fábricas «para aprender unos de otros». Algunas de las premiadas no las volverán a producir, más allá de una nueva tirada por el reconocimiento recibido. Mirando a la gastronomía tienen la linea Imperial Pastry Sour, cervezas negras de 10%-12% de alcohol que incorporan tiramisú, café, caramelo salado o chocolate tostado por Rafa Gorrotxategi. No solo le dan importancia a lo que hay dentro de la lata, también a su aspecto. De sus llamativas imágenes se encarga el ilustrador barcelonés afincado en Donostia Marcos Navarro.

La referencia más vendida es IPA Imparable, un 30% de la producción, seguida por Zumo y la lager Santa Clara. Cuando lanzaron sus productos el mercado no estaba preparado para absorber toda la producción, por lo que buscaron en la exportación un sustento para sobrevivir mientras trabajaban para hacer crecer tanto el mercado como la demanda local. Estiman que este año producirán unos 625.000 litros, de los que el 40%-45% se irá fuera, a casi toda Europa y a Rusia, destinos a los que puede llegar en camión refrigerado en 2-3 días, para garantizar su consumo en «óptimo estado».

Realizan una labor de divulgación, por ejemplo, en la sala de catas de su fábrica, con el objetivo de formar al público, ya que «la mayoría no sabe la diferencia entre una cerveza industrial y la nuestra». Así, gracias al boca a boca se dan a conocer. «Lo bonito de nuestro sector es que la mayoría de los consumidores de cerveza artesanal quiere probar cosas distintas» y percibe que quienes les visitan cada vez saben más sobre este tipo de bebidas. Otro elemento que contribuye a acelerar el crecimiento del sector es que las cerveceras industriales están intentando imitarlas, ya que hace que la gente se pregunte qué es una IPA y la pruebe. Están presentes en restaurantes con estrellas Michelin, lo que consideran «un honor» y «un sello de calidad», pero se ganan la vida en los bares. Su objetivo a corto plazo es ampliar la fábrica y llegar a producir 1.250.000-1.300.000 litros en 2023. También seguir contribuyendo a que el mercado crezca. «Las posibilidades que hay son enormes».