GARA
DONOSTIA

La geometría emocional de Soledad Sevilla abre el año de la Sala Kubo

La geometría y la luz son características del trabajo de la artista valeniana Soledad Sevilla, que desde hoy, bajo el epígrafe de «Soy mi propio paisaje», expondrá en la Sala Kubo de Donostia obras realizadas en los últimos 25 años en las que muestra su fidelidad a esas dos constantes. También al color, el tercer elemento en su búsqueda de la belleza y la emoción.

Obras de Sevilla, en el Kubo de Donostia.
Obras de Sevilla, en el Kubo de Donostia. (Maialen ANDRES | FOKU)

‘‘Soy mi propio paisaje’’ es un verso de Fernando Pessoa que Soledad Sevilla (Valencia, 1944) ha tomado para titular la exposición, que se podrá visitar hasta el 28 de mayo y para la que ha creado expresamente una instalación con la que se inicia el recorrido.

Hilos de algodón tensados verticalmente y separados entre sí por una distancia idéntica de apenas dos o tres centímetros forman planos perpendiculares y paralelos para componer una estructura tridimensional, una obra hipnótica iluminada por luz negra, que Sevilla ha bautizado en este caso con un verso de Santa Teresa, ‘‘Nada temas’’.

En la muestra ocupan un lugar destacado las piezas que remiten a la Vega de Granada, ciudad en la que vivió y donde sigue viajando. Además de la Alhambra, importante fuente de inspiración para la artista, los secaderos de tabaco granadinos han sido también esenciales en su trayectoria. A ellas está dedicada una parte de la muestra, ‘‘Arquitecturas agrícolas’’, en las que reproduce en papel, metal y neopreno estas construcciones de madera tradicionales y rudimentarias.

Para proteger las plantas y hojas de tabaco del sol, la lluvia y el viento, su interior se cubría de arpilleras plásticas, cuyas tramas no excesivamente tupidas también interesaron a Sevilla por su liviandad y la luz que filtraban, lo que trasladó a obras como ‘‘Nuevas lejanías negro’’, ‘‘Las lunas oscuras de cristal’’ y en la serie ‘‘Silencio’’. También recreó los secaderos de tabaco en sus maderas pintadas, retablos del siglo XXI para mantener viva la memoria de unas construcciones que fueron desapareciendo, o algunas cambiando la madera por el hormigón.

La abstracción geométrica más pura la plasmó al inicio de su carrera, en los años 70 y 80, en los que hizo un uso repetitivo de la línea sobre rollos de papel continuo, una labor que llevó a cabo de forma «incansable» cuando estuvo becada de 1981 a 1982 en la Universidad de Harvard, explicó la comisaria. Estos primeros trabajos están agrupados en la sala del centro, en el capítulo ‘‘Permutaciones y variaciones de una trama’’. «Pero su rigor geométrico no es matemático, sino emocional», manifestó Durán. Del tránsito a la abstracción «más liríca» se ocupa el aparatado ‘‘Muros’’, pinturas en las que el ritmo lo dan las pinceladas, que se suceden como hojas de plantas trepadoras en lienzos sobre telas de gran tamaño. «Partiendo de la geometría, representa la emoción pura», remarcó.

Soledad Sevilla, pionera del arte de la instalación, muestra en estas obras creadas a lo largo de un cuarto de siglo su gran vinculación con Granada, donde además fue profesora de su Facultad de Bellas Artes, pero lo mismo que Madrid dejó de interesarla en determinado momento, también tuvo necesidad de dejar la ciudad andaluza. «Me canso de los sitios y voy moviéndome», aseguró la artista, que ahora reside en Barcelona.