Koldo LANDALUZE
UN CUARTO DE SIGLO DEL ESTRENO DE «EL GRAN LEBOWSKI»

«El gran Lebowski», 25 años de bolos y viajes siderales

Veinticinco años después de su estreno, el surreal imaginario que los hermanos Joel y Ethan Coen plasmaron en «El gran Lebowski» inspira todo tipo de encuentros y brindis con rusos blancos en boleras olvidadas. Su fracaso inicial en taquilla contrasta con su status de obra de culto gracias a sus personajes inclasificables.

Jeff Bridges, John Goodman y Steve Buscemi en una de sus interminables jornadas de bolera.John Turturro en su impagable rol de Jesús Quintana.
Jeff Bridges, John Goodman y Steve Buscemi en una de sus interminables jornadas de bolera.John Turturro en su impagable rol de Jesús Quintana. (WORKING TITLE FILMS | WORKING TITLE FILMS)

El 6 de marzo de 1998 llegó a las carteleras de los Estados Unidos “El gran Lebowski” y en su primera semana de exhibición recaudó tan solo cinco millones de dólares, una cifra muy pobre y que hacía presagiar lo difícil que iba a resultar lograr al menos los quince millones que costó su realización. A este fracaso en taquilla se sumaron las críticas tibias que inspiró entre un gran sector de la vieja guardia de la prensa especializada, que vio este filme como algo marciano y muy alejado de los trabajos previos que habían filmado los hermanos Joel y Ethan Coen.

No obstante, y siendo fiel al singular microcosmo que cohabita en “El gran Lebowski”, la película -al igual que los buenos vinos- mejoró con el paso de los años y no tardó en convertirse en un fenómeno impulsado por el boca a boca y una nueva generación de críticos que la elevó a estatus de obra maestra.

Sin prisa alguna, al compás de los movimientos corporales de su protagonista Jeff “The Dude” Lebowski, el filme aguardó pacientemente a que fuera acogido por un público acorde a las reglas no escritas que dictan el sentido surreal de algo que se ha convertido en un hito cultural.

UN DESCONOCIDO EN LOS ALPES

Es tal la fuerza que emana de su caudal gamberro y surrealista que son infinidad los seguidores de “El gran Lebowski” que han hecho suya esta propuesta que destaca por su discurso irreverente, su impagable galería de personajes caricaturescos, su trama-excusa y unos diálogos que, gracias a monumentales meteduras de pata como la que llevó a cabo la televisión estadounidense, pasarán a la posteridad. En relación a esto último, para poder exhibir la película en televisión en horario apto para todos los públicos, una de sus escenas más memorables tuvo que ser modificada, aunque el resultado derivó hacia algo desconcertante.

En ella, Walter -personaje encarnado por John Goodman- intenta dar una lección al joven e impasible Donny destrozando el que cree que es su coche deportivo al grito de ‘‘This is what happens when you fuck a stranger in the ass” (“¿Ves lo que pasa cuando jodes a un desconocido?”). Sin embargo, esta frase fue cambiada por “This is what happens when you find a stranger in the Alps” (‘‘Esto es lo que pasa cuando encuentras a un desconocido en los Alpes”).

BESTIARIO LEBOWSKI

Para dotar de forma y sinsentido a su protagonista, los hermanos Coen crearon una especie de criatura del doctor Frankenstein a partir de diferentes retazos. Entre ellos figuraba como inspiración máxima Peter Exline, un supervisor de guiones que los directores conocieron en la Universidad del sur de California, y que les contó algunas de las anécdotas que aparecieron en el filme.

Por ejemplo, la secuencia del adolescente y el coche robado o la frase “It really tied the room together”, que en el filme se utiliza para referirse a la mugrienta alfombra-santuario de “The Dude” (‘‘El Nota’’) y que unos matones profanan orinando en ella. Por otra parte, “The Dude” también está inspirado en Jeff Dowd, un productor de cine independiente que trabajó con ellos en “Sangre fácil” (1984).

Su vestuario era idéntico al que luce Lebowski y, entre las mentiras que solía recitar, aseguraba ser uno de los autores del manifiesto político de Port Huron y ser miembro honorario del colectivo universitario denominado “Seattle Seven”.

Para crear al rotundo personaje de Walter -interpretado por John Goodman- se inspiraron en el cineasta John Milius. Firmante de películas como “Amanecer rojo”, este realizador es conocido por su obsesiva manía de portar armas y lucir un discurso extremo. Por su parte, y para que el parecido fuese mayor, Goodman aportó su barba y unas gafas acordes al estilo de Milius. En el caso del personaje de Julianne Moore, la base fue la artista conceptual Carolee Schneemann, ícono del arte feminista. A pesar de que su presencia en el filme no es muy prolongada, en la retina del espectador todavía eclosiona la apabullante irrupción de Jesús Quintana, el gran rival de los protagonistas en la bolera. Para su rol, el actor John Turturro hizo varias sugerencias a los Coen, los cuales no son muy dados a recibir ideas ajenas, pero el caso de Turturro fue diferente porque había trabajado con ellos anteriormente y comparten una gran amistad. Esto propició que tuviera vía libre para improvisar varias de sus antológicas apariciones, sobre todo aquella en la que mientras suena “Hotel California” en su versión de los Gipsy Kings, hace gala de su peculiar forma de pulir sus bolas de bowling. Turturro confesó más tarde que viendo estas secuencias sintió cierta vergüenza ajena, pero que el resultado mereció la pena.

En 2019, Turturro vio cumplido su sueño de rodar una especie de secuela protagonizada por su personaje. Titulada “The Jesus Rolls”, el actor italoamericano alternó ambos lados de la cámara en una película que, según dijo, «muestra cómo de estúpidos son los hombres. De eso se trata la película: las mujeres son los personajes más fuertes y más unidos. Tuve que modificarlo un poco, pero ahora me siento muy bien al respecto. Básicamente es una exploración de Jesús saliendo de la cárcel. Es una comedia, pero una comedia muy humana».

LEBOWSKI FEST

La idea del llamado “Lebowski Fest” surgió en una convención de tatuajes y piercings que se celebró en la localidad sureña de Louisville en el 2001. En el transcurso de esta reunión, un grupo de amigos -Bill Green, Scott Shuffitt, Ben Peskoe y Will Russell- decidieron pasar un buen rato repitiendo algunos de los diálogos y frases más célebres de la película de los Coen.

Picados por la curiosidad y seducidos por el imaginario verborreico que compartía esta cuadrilla, el resto de vendedores de la exposición comenzó a formar parte del juego que acababa de ser inventado. En ese instante, los padres de este divertimento llegaron a una conclusión: Si hay encuentros de trekkies y de fans de los tatuajes y el piercing, ¿cómo no va a haber un encuentro temático destinado a seguidores de “El gran Lebowski’’? Dicho y hecho. Al año siguiente, el grupo de amigos decidió montar este evento que se celebró en Louisville y fue tal su éxito que el fenómeno se extendió a otras localidades como Nueva York, Las Vegas, Los Ángeles, Austin, Seattle, Chicago, San Francisco, Portland y Boston. Incluso Londres se contagió de esta fiebre surrealista y creó su propia reunión denominada “The Dude Abides”.

Desde su creación en 2002, han sido multitud las celebridades que se han dado cita en este festival, incluyendo al propio Jeff Bridges, que se acercó al evento organizado en Los Ángeles en 2007 para interpretar con su guitarra el tema del filme “The Man in Me” de Bob Dylan.

Esta concentración lebowskiana se prolonga durante un fin de semana y en ellas participan más de un millar de personas que recitan todo tipo de frases extraídas del filme (“Over the line!”, “shut the fuck up, Donnie!” o “You know?, this aggression will not stand, man”). La cita arranca siempre igual, con la proyección del filme de los Coen. Posteriormente, cada cual dirige su interés hacia una partida alevosa y nocturna de bolos o una especie de trivial que incluye preguntas relativas a la película tipo “¿qué fecha tiene el cheque de 69 centavos con que Jeffrey Lebowski paga una caja de leche?” o “¿cómo se llama el personaje que hace la cantante Aimee Mann en la película?”. Todo ello está presidido por una larga barra en la que se sirven cervezas baratas y tragos de rusos blancos -un cóctel preparado con vodka, licor de café y nata líquida-. Pero, sin duda, uno de los platos fuertes de esta velada es el concurso de disfraces en el que muchos descubren su gran parecido con los personajes de la película.

En esta pasarela singular es posible descubrir a multitud de barbudos y barbudas ataviadas con ropas desastradas, niños disfrazados con los ropajes estrafalarios del memorable Jesús Quintana y silentes Donny -interpretado por Steve Buscemi- que permanecen inalterables en un rincón del evento.

Uno de los episodios más singulares de este concurso de “parecidos razonables” tuvo lugar cuando, según relató uno de los organizadores, «se presentó un muchacho con las cenizas de su tío asegurándonos que la última voluntad del difunto era participar en el concurso de disfraces del Lebowski Fest. Metió las cenizas en un tarro de Folgers Coffee, entró al concurso de disfraces y se llevó el segundo puesto. Bueno, en realidad ganó su tío». Para resumir el porqué del encanto de la película y el éxito de esta cita, los artífices del Lebowski Fest recordaron que «la película y todo lo que la rodea satisface las pulsiones básicas encriptadas en el ADN de todo cromagnón: sexo, drogas, rock and roll, apatía y un mantra muy particular que se traduce en frases consabidas que se repiten constantemente una y otra vez».

SURREALISMO ZEN

En 2013, Joel Coen contó una anécdota que sintetiza el lugar que ocupa la película entre la cultura popular. Mientras estaba junto a su hermano de paseo por California, vio un cine lleno de carteles con la imagen de su película. Ambos le preguntaron a la taquillera el porqué de esos carteles y la joven les explicó que «varias veces por semana, proyectamos ‘El gran Lebowski’ en sesión nocturna. La gente viene disfrazada de los personajes. Deberían venir si les gustan este tipo de cosas. Es realmente muy divertido».

Jeff Bridges nunca ha ocultado su admiración ante uno de sus personajes favoritos y la fascinación que despierta entre multitud de personas que asocian el comportamiento de “El Nota” con una especie de filosofía existencial. Bridges recordó que «en el transcurso de una fiesta y durante la cena me sentaron junto a un maestro zen. Me observó durante un largo tiempo y en silencio hasta que, por fin, decidió acercarse y me preguntó que si me había dado cuenta de que para algunas personas yo era un maestro zen». Con el paso del tiempo, Bridges y aquel maestro zen llamado Bernie Glassman, escribieron un libro titulado “The Dude and the Zen Master”.