Los resultados que ofrecen las entidades bancarias de sus ganancias en el primer trimestre son auténticas extravagancias y no, como proclama Borja Mari, que alguien proponga realizar seis cara a cara en plena campaña electoral entre el presidente que tiene el guapo subido y un pretendiente que tiene subido el Ibex a su chepa. Extravagancias políticas vamos viendo cotidianamente en todos los puntos cardinales, como el coqueteo del PNV con el PP.

Es complicado escribir sobre si la cúpula centralista de Podemos va a escuchar a su propia militancia periférica y va a formar parte de Sumar o va a seguir con esta extravagancia patética de irse aislando de una manera rocosa en un núcleo duro, ciego y sordo. No hay forma de argumentar sin que alguien se sienta ofendido. Porque las ganancias de no sumarse queda claro a dónde van a parar. Y ahí se abre una gigantesca duda. Hasta ahora, en esa supuesta izquierda al PSOE, se está hablando de problemas de partidos y de personas y no de programas y si se quiere ilusionar y movilizar a los votantes durmientes no es precisamente muy adecuado este método.

El poder judicial pepero demuestra su capacidad de incidir de manera abrupta en los procesos electorales como que se sabe que un informe policial que exonera a Mónica Oltra de las acusaciones desde la extrema derecha de intervenciones parciales desde su consejería se tenía desde hace muchos días y se ha ocultado hasta la celebración de las elecciones y que el TS avala todas las acciones de los tribunales rebajando condenas por aplicación de la ley de solo sí es sí. Y no es casualidad.