«Si no han entendido mi película, yo recomiendo repetirla»
Ganador de Un Certain Regard (Cannes) con “La muerte del señor Lazarescu” y del premio Encounters (Berlinale) con “Malmkrog”, Cristi Puiu ha construido la gran catedral que es su filmografía a base de largas conversaciones filmadas con inteligencia. Hoy tenemos la oportunidad de hablar un momento con él, para que nos dé claves para enfrentarnos a “MMXX” (Sección Oficial), que ha dividido a la crítica con 160 minutos de cuatro conversaciones imposiblemente antipáticas.
Su película es muy sencilla y, a la vez, deliberadamente críptica, ¿le importa tener que explicarla?
Sí, es mi película y no me gusta destriparla. Si no se ha entendido, en su lugar, yo recomiendo repetirla. Fíjate, Borges dijo que leer un libro está bien, pero que es muchísimo más interesante volver a leerlo. Esto pasa también con los lugares: cuando vuelves a ellos, empiezas a darte cuenta de detalles que antes no podías ver. La primera vez no es la que cuenta, sino la segunda o la tercera. Quizás no puedes verlo porque aún eres muy joven y vas muy rápido. Yo cuando era joven iba a toda máquina, y con los años me di cuenta de que había perdido mucho por el camino. Ahora, al volver a determinadas cosas (libros, experiencias), me doy cuenta de que aún no las he vivido del todo.
Cuando vuelve a leer un libro o a ver una película, ¿siente que está dialogando con su yo del pasado?
Bueno, aunque te encuentras con una historia que ya te es familiar, creo que se trata más bien de encontrar el tiempo para apreciar de verdad lo que se tiene entre manos. Cuando tratas con historias, como espectador te dejas atrapar por un mecanismo que te empuja a preguntas que te llevan a la resolución de una historia, y en eso te centras. Pero una película no es nunca solo acción-resolución, por lo que cuando vuelves a ella es cuando realmente eres capaz de apreciar su poesía.
“MMXX” es, de hecho, un gran ensayo sobre cómo poner en escena conversaciones, y no únicamente qué se dice en ellas. En toda la película no hay un solo plano-contraplano. ¿Cómo llegó a la idea?
Bueno, es algo que ya usé en “Malmkrog”... Estaba intentando evitar el campo-contracampo porque creo que lo estamos usando como una convención y asumimos que es una herramienta inocua, cuando cada decisión que tomamos es ideológica. No hay herramientas. Tendemos a pensar que las palabras cubren nuestra realidad y nuestras experiencias, que son suficientes para describir algo como una sensación o un sentimiento, cuando eso de hecho no es cierto. Es en la forma en la que usamos las palabras donde esa sensación o ese sentimiento permanece encerrado, aprisionado por razones que tienen que ver con la necesidad de proteger algo… Que es extremadamente valioso.
Por ejemplo, cuando te enamoras [Puiu dice primero when you are in love (“cuando estás enamorado”), luego rectifica a when you fall in love (“cuando caes enamorado”), e incide: “Son dos cosas muy diferentes”], la intensidad de todo es tan elevada que, cuando tratas de poner tu experiencia en palabras, suena a estúpida. Y sigues hablando, intentando explicarte mejor, y cada vez te sientes más appauvri (“empobrecido”, en francés), pobre. Es extremadamente incómodo hablar de lo intangible: es un problema con el “qué” pero no con el “cómo”. Expresar con palabras es, en el fondo, ponerle máscaras a lo que sentimos. Otro ejemplo: en “MMXX” se hace referencia a un poema…
Uno de Nichita Stănescu, ¿verdad?
Sí, es un fragmento de su poema “Farewell We Die” (lo traduzco como “Adiós, morimos”). El poema y el poeta son muy importantes, pero lo es más el acto de morir. Para mí, hablar de la muerte es algo tremendamente serio. Yo elegí instalar la idea de la muerte en la película usando la ironía y casi riéndome de mí mismo, que es lo que haces cuando lo que dices importa. Confío en que el público lo verá, porque en la vida real, la gente no se atreve a hablar de los asuntos serios si no es de forma ligera, o haciendo que no les importan tanto, aunque no sea cierto. Cuando en realidad hoy, especialmente después de 2020, todo el mundo está viviendo una soledad verdadera y abismal.