«Odio escondido», odio público y la parcialidad de una consejera
María Jesús San José (PSE), nueva consejera de Justicia y Derechos Humanos de Lakua, se estrenó ayer con un acto en el polémico Memorial de Víctimas y con un discurso sobre el «odio escondido», con ejemplos que apuntaban en una única dirección, sin mencionar otros casos . Un arranque que deja entrever una parcialidad que parecía superada durante el último año del Gobierno de Iñigo Urkullu.

La nueva consejera de Justicia y Derechos Humanos de Lakua, María Jesús San José (PSE), decidió visitar ayer, en sus primeros días como consejera, el polémico Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Gasteiz. En lo que sonó a intento de marcar posición sobre las políticas de memoria que tendrá que gestionar, puso el foco en un supuesto «odio escondido en los hogares vascos».
Puso dos ejemplos que delatan la parcialidad en esa lectura, porque van en una exclusiva dirección. Citó las pintadas contra el nuevo consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, aparecidas en Hernani y rápidamente denunciadas por EH Bildu, y también el vídeo de un niño que simula disparar con una escopeta al cabezudo que representa a un guardia civil en una localidad vasca (Oñati).
No hay más, señoría. Pero sí lo hay...
Puestos a citar ejemplos recientes de odio político, bien podría haber evocado la condena a un ex policía español por disparar contra la vivienda de una familia abertzale en Amurrio. O le podía haber venido a la cabeza que el Gobierno navarro ha reconocido hace unos días como víctima a Ángel Berrueta, muerto a manos de otro policía y su hijo.
También podía haber remarcado que según el propio Ministerio del Interior los delitos de odio han crecido un 21% el pasado año y que la inmensa mayoría tienen que ver con racismo, xenofobia y orientación sexual. Y la consejera de Lakua debería estar especialmente preocupada, porque resulta que la CAV se ha convertido en la segunda autonomía en este patético ranking y Gipuzkoa en el herrialde en que más crecen estos delitos.
Claro que sigue habiendo mucho odio. Odio público, no «escondido». Odio que va mucho más allá de unas pintadas y el gesto de un niño. Odio de ultraderecha, básicamente.
Por otro lado, no resulta nada aleccionador que una consejera de Derechos Humanos venga a criminalizar el gesto de un niño que a tenor de las imágenes puede tener en torno a 6-7 años. Ni lo es seguir la corriente a los medios creadores de bulos a los que el presidente español -y líder del partido de San José- dice que cortará la financiación pública, que son los que han difundido y magnificado ese vídeo.
Que no haya reparado en nada de esto apunta a una tendenciosidad inquietante, que no se puede permitir una persona que gestione las políticas de memoria. La parcialidad aquí sí que es odiosa.
En este departamento ya creó polémica por su doble rasero Beatriz Artolazabal, que entre otras cosas aprovechó un acto sobre los gudaris del 36 para cargar contra un preso vasco. Su sustituta desde febrero de 2023, Nerea Melgosa, aparcó esa memoria selectiva e introdujo otros discursos más ecuánimes y, sobre todo, realistas, como la admisión del olvido oficial hacia las personas torturadas, lo que facilitó avances consensuados.
Sería una pena que para algo que sí corrigió a tiempo Urkullu, lo vuelvan a estropear Pradales y Andueza.
Moreno y Lisci, dos trayectorias de menos a más en Osasuna

«Elektronika zuzenean eskaintzeko aukera izango dugu orain»

«Gizarte aldaketa handi bat» eskatu du euskararen komunitateak

ASKE TOMA EL TESTIGO DEL HATORTXU EN ATARRABIA
