La manada «musical» de Victoriano no desafina, pero los humanos dan el cante
Solo un par de traslados al hospital, y por golpes, alivió la mala imagen dejada por el tercer encierro, con más gente de la previsible un martes. La obsesisón de apurar hasta la última décima de segundo ante las astas o la de colocarse encima del vallado provocó una sucesión de sustos al final de Estafeta, bajada al callejón y Plaza de Toros.

Tercer encierro rápido con los Victoriano del Río, pero no por ello inocuo. Cantaor, Campanilla o Jilguero eran los nombres de los morlacos, una manada muy «musical» como se ve, y que no desafinó durante el recorrido, corriendo agrupada y sin derrotar.
El peligro vino de los humanos. La obsesión por apurar hasta la última décima de segundo ante las astas o la de colocarse encima del vallado solo para mirar se tradujo en varios sustos gordos en la segunda parte de la carrera.
En la bajada al callejón se produjeron dos situaciones casi idénticas. Los toros se echaron a la derecha por la inercia y se toparon con dos grupos de mozos que habían chocado y no tenían espacio físico para retirarse.
En ambos casos los pitones de los animales quedaron enganchados en los cuerpos de los corredores, con un riesgo enorme. En el segundo de los casos pareció que podía haber cornada, más aún cuando el joven (que corría con una máscara) se echó la mano a la tripa, pero el primer parte de Cruz Roja lo descarta.
Todavía en la Plaza de Toros hubo un último percance, con un mozo que estuvo a punto de ser cogido no en la entrada al coso sino en el centro del mismo, por donde deambulaba despistado. No sufrió más golpe que la caída.
El catálogo de imprudencias se amplió con un corredor al que las cámaras de televisión pillaron corriendo mientras se grababa con el teléfono móvil.
SOLO DOS TRASLADOS
Pese a todo ello, solo hubo dos traslados al hospital, y ambos por golpes en la cara sin mayor importancia. Entraron conscientes y al mediodía ya fueron dados de alta. Se trata de un joven navarro y de otro de Madrid. Además, 37 personas fueron atendidas por Cruz Roja en el recorrido, 4 por pisadas, a 21 se les practicaron curas, hubo 5 luxaciones y 6 heridos con otra consideración.
Victoriano del Río es una ganadería que cría toros muy pesados, pero en esta ocasión no fue para tanto. El más voluminoso pesaba 620 kilos, aunque también los había «ligeros», uno de ellos de 540.

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