Ingo NIEBEL

La CDU, aún sin socio, a punto de regresar a la Cancillería de Berlín

Después de tres años liderando la oposición en el Parlamento alemán, las encuestas sitúan a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) como primera fuerza política tras las elecciones generales del 23 de febrero. Parece seguro que no conseguirá la mayoría absoluta sin al menos un socio. Todo depende de los votantes indecisos.

Friedrich Merz, líder de la CDU y candidato a la Cancillería, en un acto de campaña.
Friedrich Merz, líder de la CDU y candidato a la Cancillería, en un acto de campaña. (Michael KAPPELER | DPA)

Friedrich Merz, candidato a canciller y líder de la CDU, está a punto de lograr su objetivo de reconquistar la Cancillería federal para su partido. Hace tres años, su antecesor, Armin Laschet, patinó en la recta final con una carcajada en segunda fila cuando desde la primera el presidente, Frank-Walter Steinmeier, se dirigió a las víctimas y a los supervivientes de las catastróficas inundaciones en el oeste alemán. Solo por este desliz, el socialdemócrata Olaf Scholz pudo adelantar a su rival. Para evitar riesgos de este tipo, Merz no entra en rifirrafes verbales con el canciller en funciones. Scholz, en cambio, se muestra más agresivo e incluso un tanto emocional aunque eso no encaje con el tópico de que la gente de Hamburgo es fría y seca.

En los numerosos debates televisivos de estos días en Alemania, Merz sí ha mostrado su faceta del frío y calculador banquero de inversión que fue en la firma estadounidense Black Rock entre 2016 y 2020. Dado que los autores de los dos ataques mortales cometidos por extranjeros en el país padecían trastornos mentales, una estudiante le preguntó si la CDU también se esforzaría por mejorar la atención psicológica a este grupo de personas. Merz titubeó brevemente, y en vez de dar una respuesta clara, le espetó que «quienes no tengan residencia permanente en Alemania deben abandonar el país lo antes posible».

Su plan de acción de cinco puntos en materia de inmigración -cierre de fronteras, detención hasta la deportación y expulsión de las personas sin permiso, entre otros- es compatible con las demandas de la neofascista Alternativa para Alemania (AfD). Aún así, su candidata a canciller, Alice Weidel, ataca a Merz diciendo que con él no habrá «cambio político» si la CDU no forma un bipartito con la AfD.

A finales de enero, Merz dio un paso en esa dirección, dañando seriamente el cortafuegos establecido contra la AfD haciendo depender dos iniciativas en el parlamento de los votos de los ultras. Realizó esta maniobra cuando las encuestas daban a la CDU menos del 30% en intención de voto y a la AfD, más del 20%. Estos porcentajes se han mantenido, por lo que esta suma sería la nueva Gran Coalición, todas las demás opciones quedarían en otros bipartitos y tripartitos. Los votantes indecisos, un 28% a nueve días de las elecciones, serán decisivos.

Desde entonces, Merz no para de decir que con él no habrá ningún tipo de colaboración con la AfD. De hecho, siempre que el Estado alemán ha considerado aceptable la colaboración entre un partido tradicional yuno considerado «extremista» por el bien del sistema político, el experimento se ha hecho en algún estado federado. Esta posibilidad existe en tres länder del este alemán. Y es una característica de Merz retractarse al de un tiempo de lo manifestado.

PARÉNTESIS EN LA POLÍTICA

Quizás por eso perdió en 2009 la pugna interna con Angela Merkel, quien le criticó públicamente por su maniobra en el Bundestag. Por ella Merz dejó su escaño y la política, y optó por trabajar como abogado para grandes corporaciones.

Ante la crisis de la CDU, regresó a la política en 2018, pero necesitó tres intentos más el patinazo de Laschet para que su partido le diera el liderazgo de la formación y la candidatura, que consiguió sin mayores obstáculos cuando su correligionario y ministro-presidente de Renania del Norte Westfalia, Hendrik Wüst (CDU), y su aliado regional y el ministro-presidente del estado libre de Baviera, Markus Söder (CSU), renunciaron a la carrera.

Pero su nombramiento sorprendió porque, según una regla no escrita, tanto la CDU como el SPD designaban candidato solo a militantes que hubieran sido ministro-presidente o, por lo menos, ministro en el Gobierno federal, para que solo personas con alguna experiencia en el Poder Ejecutivo llegaran a dirigir el país.

Esta deficiencia Merz la ha intentado tapar reuniéndose con altos cargos extranjeros, empezando con el vicepresidente de EEUU, JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Munich. El aspirante pertenece a la casta de los «transátlanticos», como se denominan en Alemania a aquellos políticos que hasta ahora han cerrado filas con la Casa Blanca contra el resto del mundo. Sin embargo, su mayor problema es que Vance y, sobre todo, el asesor presidencial Elon Musk respaldan abiertamente a la AfD. La alianza con EEUU siempre ha sido clave para la CDU. Por eso no está preparada para el cambio geopolítico que su anhelado aliado vive bajo su presidente Donald Trump. A Merz le beneficia que la política exterior no ha sido tema en esta campaña electoral.