Los días impares me toca escuchar la voz de la conciencia que acostumbra a llegarme distorsionada. No sé si me dice arre o so. Las imágenes de la reunión del equipo de gobierno de Donald Trump rezando antes de iniciar la sesión me parecen una de las grandes atrocidades de esta semana. Fanatismo. Poner a dios antes que a la constitución en el ejercicio del poder es una aberración totalitaria de la máxima magnitud. Sucede en regímenes dictatoriales o religiosos. EEUU va hacia la desgracia total que puede ser global. Por el camino de los hechos.

O como dijo ese ejemplar de político de la banda de Feijóo que es Carlos Mazón, que aseguró muy enfadado que las «20:28 es después de las 19:00 horas» y completó su argumento diciendo «es un hecho fáctico». Magnífico pleonasmo. Su deriva enloquecida de defensa a base de mentiras encadenadas ha llegado a su máximo esplendor y encima con frases de esta solvencia como timador y trilero o charlatán telepredicador. Cada día se enreda más. Y crecen las dudas, ya que parece muy raro que nadie haya hablado con los responsables de El Ventorro, con algún camarero, cliente o aparcacoches. Ni se haya entrevistado a la periodista que de momento sirve de coartada.

Algún día se conocerán todos los hechos fácticos desperdigados en sumarios porque la frase de Ábalos respondiendo al juez sobre si había estado en un piso con «señoritas» es antológica: «Yo creo que no me acuerdo». Lo cierto es que una señora que tuvo algo que ver con el exministro dice que cobraba de dos empresas de la trama de Koldo y no iba a trabajar .Un chollo.