No es de extrañar que muchas personas interesadas en el devenir de la política internacional no sepan con exactitud hacia dónde se dirige la UE, la OTAN, la ONU, EEUU o incluso el Vaticano. Sabemos poco de China, menos de India. África está en ebullición. Por lo tanto, la actividad acelerada y deportiva de ese grupo de presidentes que, con la dirección bicéfala de Reino Unido y Francia, está representando una unidad difusa contra algún enemigo común que nos cuesta identificar de manera absoluta, no lanza mensajes claros que esclarezcan en qué dirección camina ni qué objetivos quiere alcanzar.

Manifiestan un temor a unas posibles circunstancias que no son muy clarificadoras. No queda claro si lo que quieren es relanzar las fábricas de armamento europeas, la sustitución de una defensa conjunta de Europa sin la colaboración directa y hegemónica del ejército de EEUU, si de verdad trabajan con la posibilidad de una expansión militar invasora de Rusia hacia el oeste, o se trata de una simple fantasmada teórica para militarizar algo más la sociedad e inocular la paranoia vintage de los rusos como problema, dejando el campo libre a las extremas derechas internacionales sobre otros supuestos problemas que aglutinan nacionalismos y violencias contra los otros.

Recuerdo una frase atribuida a Einstein que aseguraba: si llega a hacerse una tercera guerra mundial, la cuarta se hará a pedradas. Posiblemente entre cucarachas. ¿Por qué no existe una alerta universal sobre la posible utilización de armas nucleares? Será por inconsciencia, negligencia o indiferencia.