Menú por decreto
A veces, algunas veces, el legislador tiene razón, porque las más de las veces, el legislador se apropia de la razón difusa o transforma su ideología en una supuesta razón de Estado. La duda más que razonable es si es posible hacer el menú de escuelas, cuarteles, fábricas, conventos, hospitales y hoteles populares por decreto. Fijar los días de la semana que hay que comer pescado, el número de piezas de frutas y verduras que deben entrar en la dieta y que sean de cercanía, abolir la sal y el azúcar y los postres sobrecargados. Probablemente cuando un ministro emprende estas acciones y las presenta en sociedad lo hace con la mejor voluntad, se siente alguien que ha dado un gran paso para que toda la población, especialmente niños y niñas, sean del estrato social que sean, puedan realizar comidas saludables que le llevarán hacia un ideal de vida y salud.
Pero, una vez liberados, todos los individuos acaban en sus propias redes de costumbres, hábitos, influencia de publicidades y facilidad para encontrar en cada esquina de su barrio o localidad todo tipo de incentivos para comer y beber los productos ultra elaborados con excedentes de azúcar, sal y de decenas de conservantes y otros productos químicos tolerados por las autoridades sanitarias competentes, sean locales, estatales o europeas. Y no basta, como con el tabaco, poner en el envase que mata o que tiene exceso de glucosa o de sodio, los seres humanos, de uno en uno, somos muy vulnerables y propensos a cubrir nuestros deseos y necesidades impuestas sin reparar en las consecuencias. No nos quitan los torreznos ni por decreto.

El Patronato del Guggenheim abandona el proyecto de Urdaibai

El PP amenaza con el exterminio político a EH Bildu y sin tener turno de palabra

El exalcalde de Hondarribia fichó por una empresa ligada a Zaldunborda

«Tienen más poder algunos mandos de la Ertzaintza que el propio Departamento»
