Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
F1: LA PELÍCULA

Espectáculo audiovisual con sabor a promoción

Debo admitir que el automovilismo nunca ha despertado en mí un interés particular, y los coches, en general, no figuran entre mis pasiones. Sin embargo, la presencia de nombres como Brad Pitt, Bardem y Hans Zimmer en una misma producción me resultaba lo suficientemente atractiva. La conjunción de todos estos elementos hacía presagiar que la cinta captaría mi atención más por unos aspectos que por otros. Y eso es exactamente lo que ha sucedido: una experiencia ambivalente, que por momentos se disfruta enormemente, pero que en otros se hace algo pesada y larga.

En su dimensión puramente lúdica, la película es una gozada: un despliegue audiovisual deslumbrante que captura con precisión la adrenalina, la velocidad y el glamour del universo de la Fórmula 1. Para los fanáticos del automovilismo, “F1: La película” es un auténtico caramelo.

Las secuencias en pista son pura adrenalina: cámaras montadas en los monoplazas, planos aéreos imposibles, motores rugiendo… Un espectáculo diseñado al milímetro para mantener al espectador pegado al asiento. La mezcla de sonido, el diseño sonoro y el montaje ofrecen una experiencia sensorial extraordinaria. Pero, más allá de este envoltorio impecable, surgen ciertas dudas. El guion funciona con una fluidez sospechosamente perfecta, como si nadie quisiera incomodar a nadie. Y ahí reside uno de sus mayores problemas: por momentos parece un larguísimo spot publicitario de la propia Fórmula 1. Su afán por glorificar la marca es tan evidente que diluye cualquier intento de construir conflictos dramáticos o de explorar las sombras del deporte.

Por cierto, imprescindible: vean la película -como hay que ver todas, pero esta especialmente- en el cine, por favor.