Externalizar planes y leyes vacía el debate político
La contratación de empresas externas para la elaboración de todo tipo de planes, informes, estatutos e incluso leyes se ha vuelto una práctica habitual en la Administración pública, especialmente en la vasca. Unas contrataciones que a menudo se realizan como contratos menores sin que haya concurrencia y que, posteriormente, pueden tener asociados otros trabajos que salen a concurso, pero en los que la primera firma cuenta con ventaja. Eso ha ocurrido con el despacho madrileño que, después de hacer un estudio comparado, se ha adjudicado -sin que hubiera ninguna oferta más- la elaboración del proyecto de ley del sistema cultural de la CAV.
Esta práctica de externalizar todo se está volviendo cada vez más problemática. Aparte de los acuerdos que pueden pergeñar esas empresas para repartirse el mercado -ya fue castigado el «cartel de las consultoras» hace cuatro años- y del clientelismo asociado a esta práctica, está el escaso conocimiento de las particularidades locales que tienen algunas de esas firmas, como han denunciado los sindicatos, por ejemplo, a cuenta del trabajo elaborado para definir el salario mínimo propio. Por otra parte, gran parte de esos trabajos de estudio podrían ser realizados por organismos ya existentes, que además se definen como asesores del Gobierno, como por ejemplo, el Consejo Económico y Social en la definición del salario mínimo. Sin olvidar que en la Administración pública vasca hay personal con cualificación suficiente y que, además, por su trabajo diario, conoce la situación específica vasca y está perfectamente cualificada para realizar muchos de esos estudios e informes. Su externalización sistemática no solo infrautiliza los recursos públicos a disposición del Gobierno, sino que, además, subestima la capacidad y competencia de los trabajadores públicos.
El efecto más perverso de la externalización sistemática de la elaboración de planes y leyes es que vacía de contenido el debate político, al depositar en manos de expertos decisiones eminentemente políticas relacionadas con prioridades, objetivos y medios. Y sin contraposición de proyectos, la política se transforma en una confrontación personal y mucho ruido.

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