Ayer fue liberado el preso político libanés Georges Abdallah, tras haber permanecido encerrado en las cárceles del Estado francés durante más de cuarenta años. Militante del Partido Comunista Libanés y del FPLP palestino, era la persona que más tiempo llevaba presa en Europa. Inmediatamente después de ser puesto en libertad, las autoridades francesas lo expulsaron al Líbano, donde fue recibido por sus compañeros de militancia. En el mismo aeropuerto de Beirut hizo un llamamiento a apoyar a la resistencia palestina «más que nunca».

Fue detenido en octubre de 1984 por llevar documentación falsa. Posteriormente, fue acusado de complicidad en la muerte del agregado militar adjunto de EEUU en el Estado francés y de un diplomático israelí, ambos murieron en sendos atentados cometidos en París en el año 1982. A pesar de que el fiscal pidió para él diez años de cárcel, fue condenado a cadena perpetua. A partir de 1999, la legislación francesa le permitía pedir la libertad condicional, pero todas sus solicitudes fueron denegadas, algunas por los jueces; otras veces su demanda era admitida, pero decaía porque el Gobierno francés se negaba a firmar la orden de expulsión exigida por los magistrados. Las presiones para evitar su liberación también llegaron desde el otro lado del Atlántico. En 2012 fue la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, la que pidió al entonces ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, que no lo liberara. El de Abdallah es un ejemplo paradigmático de cómo las autoridades europeas, llegado el caso, retuercen las normas y niegan derechos a los presos con el objeto de seguir manteniéndolos como rehenes. El Estado profundo y las servidumbres internacionales pesan mucho más que toda la retórica sobre los derechos humanos.

La larga condena a Abdallah muestra que en Europa la defensa de los derechos humanos de las personas presas está al albur de los objetivos políticos que pretenda alcanzar el Gobierno. A pesar de todo ello, Abdallah ha recuperado finalmente la libertad, en un momento muy delicado para Palestina, con la que sigue totalmente comprometido.