(...) Las grandes coaliciones son, por naturaleza, generosas. Esa es una de las razones por las que son más populares entre la gente que las coaliciones más pequeñas. Y no parece que el tercer gobierno de gran coalición en la historia alemana de posguerra vaya a defraudar tampoco. Porque cada una de las tres partes en el nuevo gobierno está mostrando un gran corazón para la gente corriente, y que cada uno quiere asegurarse de que su escritura sea reconocible en el contrato de coalición. El resultado es una cornucopia de buenas acciones de cortesía del sistema social que ahora van a ser distribuidas por todo el país. Ya se trate del salario mínimo nacional (la primera en Alemania), el incremento de pensiones para las mujeres que han criado hijos o la doble nacionalidad para los hijos de inmigrantes nacidos en el país, hay algo aquí para todo el mundo. Y los partidos quieren que los ricos estén agradecidos con el gobierno porque no se recurre a la subida de impuestos para pagarlo -por lo menos, no al principio-. Sin embargo, muchos alemanes finalmente aprenderán los costos ocultos de esta bendición -es decir, la generación siguiente-. Pero ninguno de los tres líderes de los partidos va a permitir que ello eclipse esta generosa alianza.