Maider IANTZI DONOSTIA
IMPACTO DE LA CRISIS EN EUSKAL HERRIA

Alimentarse de la basura, una realidad creciente pero oculta

Cuando los desperdicios de unos se convierten en sustento de otros surge inseguridad alimentaria, nacen sentimientos como la vergüenza y el miedo, se extiende el estigma... Podría parecer que estas situaciones solo se producen en las grandes urbes del mundo, pero en los últimos años cada vez son más quienes se ven abocados a buscar comida en la basura en Euskal Herria. Una realidad muy poco conocida que GARA saca a la luz en este trabajo.

Se trata de una realidad creciente a la que muy pocas veces se mira. Un problema que aflora en Euskal Herria a menor escala que en las grandes urbes del planeta, pero cada vez con más frecuencia. La imagen de personas sin recursos suficientes para comprar comida y que se ven abocadas a buscarla en los contenedores, entre las sobras, ha dejado de ser algo inusitado o estrambótico para convertirse en frecuente, con todo lo que ello conlleva: riesgo para la saludad, estigmatización social... También resulta evidente la popularidad alcanzada por los Bancos de Alimentos, con volúmenes de recogida que están batiendo todas las marcas en las campañas de esta navidad.

El problema es cada vez más acuciante, ¿la respuesta de las instituciones avanza al mismo ritmo? La concejala de Asuntos Sociales y de las Personas Mayores del Ayuntamiento de Gasteiz, Ainhoa Domaica, explica que tienen en marcha «una amplia red de programas, pensados en función de las necesidades de las familias».

En este bloque entran el Comedor Desamparadas, ayudas económicas municipales específicas de importe equivalente a la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), adelantos de RGI por retrasos en resolución de solicitudes de Lanbide, vales de supermercado, ocho comedores destinados a personas mayores en la red de centros socioculturales de mayores, servicio de comida a domicilio para personas mayores y gestión de AES (Ayudas de Emergencia Social) en su categoría de necesidades primarias.

Sin embargo, Gasteiz es una de las ciudades en que resulta pública y notoria la existencia de personas que se alimentan de los contenedores de productos desechados. Ello lleva a interpelar a su vez a las grandes cadenas de distribución.¿Adónde van sus excedentes?

Eroski explica que colabora con más de 40 asociaciones que tienen un compromiso social. Con ello busca que ningún alimento que esté en condiciones de consumir se eche a perder en ninguno de sus hipermercados y supermercados. Indica que lleva 17 años donando comida y que en 2012 dio más de 815 toneladas.

Alejandro Martínez Berriotxoa, director de la Fundación Eroski, insiste en que su compromiso es el aprovechamiento de todos los productos aptos para el consumo humano, de manera que tengan una salida solidaria y segura. Cuenta que revisan diariamente las estanterías de las tiendas para retirar los productos que por criterios comerciales no sean aptos para ser vendidos, pero sí para el consumo. Por ejemplo, no venden yogures si tienen menos de cinco días de vida antes de la llegada de su fecha límite.

Esos yogures no se tiran, sino que se guardan en la cámara para garantizar que no se rompe la cadena de frío, y se entregan a organizaciones y asociaciones para que, siempre dentro de la fecha, y de manera segura y gratuita, sean consumidos por personas que lo puedan necesitar. Martínez Berriotxoa asegura que ninguno de estos productos (yogures, por seguir con el ejemplo) termina por tanto en el contenedor.

Puede suceder que el producto sea desechado por alguna causa que lo convierta en no apto para el consumo humano (un pack de yogures se cae al suelo y las tarrinas e rajan, las tapas se rompen... Ya no es vendible, pero tampoco cabe donarlo dado que ha perdido la hermeticidad y no ofrece seguridad alimentaria). En esos casos, no se dona, se convierte en residuo con su correspondiente tratamiento.

De Eroski a Cáritas

Por tanto, para el director de la Fundación Eroski no cabe el supuesto de que se encuentren productos aptos para el consumo humano en contenedores. A las personas que acuden a las tiendas por motivos relacionados con los productos desestimados para la venta, les informan de las asociaciones con que colabora la tienda, entre las que se encuentra Cáritas. (sigue en pág. 4)

Gemma Orbe, directora del comedor social de Indautxu, recuerda que hace unos tres años Cáritas y Eroski llegaron a un acuerdo para dar una salida a los productos que no se podían sacar a la venta pero que sí se podían consumir. «No querían depositarlos en los contenedores; la gente iba a recogerlos y había quejas por parte del vecindario. Por otra parte, y sobre todo, querían darles uso a los alimentos».

Al comedor de Cáritas llegan un montón de alimentos en latas no muy bonitas estéticamente, pero sanos y nutritivos. «Vamos todos los días a Eroski Indautxu a adquirir los productos que ellos nos preparan previamente. Suelen ser un carro o dos que pueden contener productos perecederos, no perecederos o de larga duración, y también cosas frescas. Nos pueden llegar barras de pan de ayer que tras un golpe de horno quedan muy buenas».

Reciben de todo: muchos lácteos, mucha bollería, productos que tienen algún desperfecto como paquetes de azúcar con algún pequeño agujero... «Todo eso se trae aquí y en la cocina hacen la distribución. Por ejemplo, si llega lechuga la sacan como acompañamiento del segundo plato. Se aprovechan mucho las cosas».

Aparte del comedor social, donde ofrecen hasta 200 comidas al día (a 1.100-1.200 personas distintas al cabo del año), tienen un centro de día de personas sin hogar, donde sirven desayunos, hamaiketakos y meriendas. «Las cosas que no llegan para el comedor, como bollos de mantequilla, se utilizan para meriendas», añade.

Dignidad, también aquí

«Invitamos a una persona usuaria a que vaya a Eroski a recoger la comida y luego a devolver el carro. Esta comida no nos salva, es decir, no damos de comer gracias a lo que recogemos, pero sí que la utilizamos para un montón de cosas», comenta Orbe.

Considera que de esta manera se evita que la gente busque en los contenedores. Una vez que se vuelcan allí, los alimentos no cumplen los requisitos de seguridad e higiene. Sin embargo, aprovechando los productos en los comedores se les da una salida digna y un uso práctico. «Estamos muy contentos y se lo agradecemos mucho a Eroski. Creemos que no es tanto el esfuerzo que conlleva; es mucho más grande el resultado», concluye.

Aparte de esta cadena, cafeterías y otros establecimientos de la zona les dan toda la bollería que ha sobrado del día anterior. Alguna panadería les dona pan y algunos bares les pasan a la mañana los pintxos no vendidos por la noche. «Aquí se regeneran los alimentos y se les da una salida para hamaiketakos o meriendas. En el entorno nos dan muchas cosas. Incluso algún colegio nos dona la fruta del día que le sobra. Eso no quiere decir que cojamos cualquier cosa; no por ser un comedor social vale todo. Los cocineros lo supervisan todo. La gente, también aquí, tiene dignidad».

La directora del comedor percibe que en el entorno hay cada vez más conciencia de que tirar alimentos es una pena y de que no se deben perder. Mucha gente se les acerca diciendo: «Tengo esto, ¿os viene bien?».

Las posibles razones

Hay tres comedores sociales en Bilbo. El acceso a ellos se hace a través de una ventanilla única, que es el Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS). Todas las personas que tengan necesidad de alimentación, así como de ropa o alojamiento, pueden recurrir a ese servicio. Allí, trabajadores sociales hacen una valoración y basándose en ella dan las tarjetas de comedor. Cada persona se deriva al recurso que le corresponde.

Pero aun y todo, hay gente que busca en los contenedores. ¿Por qué? La lectura propia que hace Gemma Orbe es que hay muchas personas que no están en esta red de los comedores sociales, porque no quieren, o no saben, o les da vergüenza... Hay quien busca sustento más a escondidas, teniendo en cuenta que tiene su vivienda y puede cocinar los alimentos. Luego hay otras personas que no entran en ningún tipo de red, ni en comedores, ni en servicios sociales, que viven en sus zonas, sus acampadas, y se van apañando. Y añade que hay quienes siempre van a estar buscando en los contenedores: si no es alimento, chatarra.

Cáritas Indautxu está ubicado en el centro de la capital vizcaina, en una zona en la que no se ve a mucha gente cogiendo alimentos de los contenedores, al menos a la luz del día. Pero tal vez tenga que ver el hecho de que se saque la basura justo cuando viene el camión.

Eureka, San Silvestre, municipales de Iruñea...

Las campañas de recogida de alimentos se reproducen de modo imparable. Eston son solo tres ejemplos. La Policía Municipal de Iruñea promovió ayer una colecta con un original montaje en la Plaza Consistorial, donde se reprodujo una escena de la regulación del tráfico en los años 60, con vehículos de época y un agente subido en un plinto. Siguiendo con Nafarroa, varias carreras de San Silvestre y de inicio de año (Altsasu, Cintruénigo, Olatz, Larraga...) recogerán alimentos. Y en Donostia el Planetarium del Museo Eureka! será gratis hasta el día 31 para quienes entreguen libros y alimentos, acción coordinada con el Banco de Alimentos y Aida-Books ONG.

GARA

Segurtasunaren aldarria etiketen aldaketen aurrean

Elikagaietan nagusiki bi data markatzen dira kontsumitzailearentzat: iraungitze data eta hobetsitako kontsumo data. Lehenak adierazten du behin denbora hori pasatuta jatea arriskutsua izan daitekeela osasunerako, eta bigarrenak, janaria usaina, zaporea eta testura galtzen hasiko dela. Badira produktu batzuk ez dutenak zertan halako informaziorik eman; fruta eta barazki freskoak, ardoak, alkoholdun edariak, freskagarriak eta zukuak, egun batean kontsumitzeko okindegiko produktuak edo pastelak eta gatza, bertzeren artean.

Martxoaren 29an Gobernu espainolak kaleratutako 176/2013 Dekretuak aldaketa batzuk ekarri zituen; tartean esnekiek eta jogurtek dagoeneko iraungitze data markatu beharrik ez izatea. Orain hobetsitako kontsumo data soilik jarri behar dute. Iratxe Nafarroako Kontsumitzaile Elkarteak dioenez, airean gelditzen da lehen iraungitze dataren berri eman behar zutenek orain zergatik ez duten eman behar, ea kontsumitzeko denbora mugarik dagoen eta zer ondorio izanen dituen herritarrentzat. Jaki gutxiago xahutzeko helburua zutela aipatu zuten dekretuaren sustatzaileek, baina Iratxerentzat, janaria botatzea onartezintzat hartu arren, argumentu horrek ezin du inondik inora elikadura segurtasuna eta kontsumitzaileari emandako informazioa gutxitzea justifikatu. Berarentzat, edozein arau aldaketan, krisi garai honetan ere, erabateko lehentasun izan behar du elikadura segurtasunak. M.I.