Anjel Ordoñez
Kazetaria
TXOKOTIK

A favor de Olentzero

Esta noche nos visita Olentzero. ¡Qué nervios! Cuando el sol salga por la mañana, el generoso carbonero habrá pasado por miles de hogares en Euskal Herria. Cuento los minutos. Soy Olentzerozale, pero debo confesar que del sector crítico. Es decir, desconfío de quienes van diciendo por ahí que Olentzero no existe y también de aquellos otros que aseguran que Olentzero son los padres. Son solamente ocurren- cias, patrañas sin fundamento. Pero cuidado, tampoco estoy nada de acuerdo con la versión oficial, o debería decir comercial. Está deliberadamente adulterada es sospechosamente favorable al interés de los grandes mercaderes y, además, arrima siempre su ascua a la sardina de lo políticamente correcto. Es verdad que Olentzero está rodeado de multitud de incógnitas, de cuestiones sin resolver, de aspectos poco claros. Es normal, Olentzero es mágico. Pero una cosa es que yo no tenga todas las respuestas, y otra que comulgue con las ruedas de molino de la propaganda autorizada.

Vamos por partes. Olentzero se pasa el año trabajando. Es un currela. Hace carbón. Vive en el monte, no tiene agua caliente y por eso luce barba descuidada y aspecto poco higiénico. No es Papa Noel, así que no me lo arreglen como si fuera a la boda de Barbie y Ken. Hay más. A Olentzero le gusta el vino. Y también fumar en su vieja pipa. No le escondan, señores prebostes, ni la botella ni el tabaco. Él no lo haría con ustedes. También le gusta comer. Mucho. Se lo tiene ganado. ¿Van a ponerle a dieta contra el colesterol? No se atrevan o me encontrarán en frente con todo lo que haga falta. No es una amenaza, es una advertencia.

¿Olentzero trae regalos? Sí. O no. Si le da la gana. No es su razón de ser. No tiene comisión en El Corte Inglés ni tampoco en Toys'r us. Lo que sí trae Olentzero, siempre y sin falta, es la ilusión de un tiempo nuevo. Sobre el lomo de su asno baja a todos los pueblos de Euskal Herria para anunciar que se acerca otro año, y para recordarnos que hay mucho por hacer para que esta sea la última Navidad que pasamos sufriendo la ausencia forzada de amigos y familiares. Y por eso dicen que a Olentzero, que apenas habla, le gusta cantar y canta. «Hator, hator mutil etxera...»..