España se apunta a mediador internacional
Ironías de la vida, quienes desprecian la mediación internacional en este país nuestro, «invitan» a los mediadores a «pensárselo dos veces antes de volver a pisar pie en España» y se afanan en acosarlos judicialmente con acusaciones delirantes, esos mismos pretenden ahora convertirse en mediadores internacionales y, casi poniéndose un casco azul, presentan a Madrid como «la capital mundial de la diplomacia», como «el epicentro del esfuerzo para parar la catástrofe». A servidora le llamó mucho la atención y escudriñó los medios del infraebro para ver qué tal les va en esa autoproclamada nueva función.
La verdad es que, por momentos, una pensaba que copiaban el discurso de Currin, Powell, Manikkalingam y compañía. Leer en «La Razón» que «España apela al diálogo» y que «apuesta por una solución negociada» genera hilaridad y sorpresa. Aunque, claro, Crimea no es Euskal Herria y el millón y medio de turistas rusos que visitan anualmente el litoral mediterráneo y los miles de millones de euros que rusos de alto standing y, en muchos casos, de dudosa procedencia «lavan» en el mercado inmobiliario español no son moco de pavo. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, se reunió «como un amigo» con el Rey Borbón y con Rajoy y, claro, la crónica hablaba de buen rollito, y el titular, «de respeto a la integridad territorial» de Ucrania. No me digan ustedes que ver a los dirigentes españoles hablando de distensión, mediación, entendimiento, diálogo o negociación no les resulta, cuando menos, chocante.
En la columna de Ignacio Camacho, en «Abc», se daban una serie de claves para entender este súbito calentón. Hablaba del efecto mariposa y de las demoledoras consecuencias que tendría para España -y para todo el mundo, supongo- «el chasquido del cerrojo de un Kalashnikov en Crimea». Dice que el conflicto del mar Negro es la «penúltima angustia de una recuperación prendida de alfileres» y que «España sigue haciendo funambulismo sobre un cable de incertidumbres cuya tensión no controla». Osea, que como una mariposa revolotee en Crimea, acabose el equilibrio de España. Se va a pegar un castañazo de mil pares de pistones.
Bueno, pues algo es algo le dijo la perra al galgo. Que aprendan mucho en su nuevo papel, que buena falta les hace.

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