MIKEL INSAUSTI
CRíTICA: «Monuments Men»

La brigada contra el expolio artístico de los nazis (2)

Existe un lejano pero claro precedente genérico de «Monuments Men», que es el clásico bélico «El tren», realizado en 1964 por el maestro John Frankenheimer. Tal vez resulta insuficiente como referencia, porque recreaba un único episodio de los muchos que se sucedieron durante la II Guerra Mundial en torno a la lucha aliada contra el expolio artístico llevado a cabo por los nazis. En cambio, la película de George Clooney quiere homenajear a toda la labor desempeñada por la Brigada de Monumentos entre 1943 y 1951.

Y es el tono ceremonioso el que, precisamente, le resta fuerza narrativa a «Monuments Men». Dado que, en esta ocasión las soflamas patrióticas, en lugar de aplicarse a los soldados caídos en el frente, se trasladan a gentes de la cultura a las que se presenta como las salvadoras del patrimonio artístico de la Vieja Europa, con un mensaje final demasiado recargado de grandeur.

De poco sirve que la brigada sea aliada, y que además de los consabidos héroes yanquis la inegren también miembros de otras procedencias, pues como en los chistes malos ya se sabe que los primeros en caer van a ser el inglés (Hugh Bonneville) o el francés (Jean Dujardin). Hay que contentar al público que quiere ver salir sanos y salvos a George Clooney o Matt Damon.

A Clooney le funciona mejor como director el humor y la acción embromada, partiendo del infalible esquema instaurado por el maestro Robert Aldrich en 1967 con «Doce del patíbulo», para describir el proceso de reclutamiento consistente en la presentación de los «voluntarios» captados de uno en uno. De tal mentalidad distendida surgen los momentos más divertidos, como cuando Damon se queda inmóvil sobre la mina explosiva que acaba de pisar, situación que promueve la ayuda solidaria de sus camaradas, quienes no dudan en desdramatizar el riesgo que corren.

Son peces fuera del agua, civiles ocasionalmente armados que intentan sobrevivir sin provocar derramamientos de sangre. Queda ilustrado en la secuencia del francotirador menor de edad que recuerda a «El puente» de Bernhard Wicki.