Rapapolvo al ministro
El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, intentó llevar el agua del referéndum de Crimea al molino catalán, en una especie de advertencia de los males que les caerán encima a las habitantes del Principat en caso de que ejerzan su derecho a decidir su destino. Vamos, una patochada, por la que ayer «Libertaddigital» le echaba un rapapolvo. Pero no porque ligar a Crimea con Catalunya es absurdo, sino porque sus declaraciones no le hacen ningún favor a la causa españolista. «Que alguien calle a Margallo» se titulaba el editorial del diario de Jiménez Losantos, que comenzaba diciendo que «si algún ministro debería mantenerse al margen del problema del separatismo es el de Exteriores, sea quien sea quien ostente esa cartera», ya que «las intervenciones de un ministro de Exteriores suponen, lo quiera o no, un refuerzo al empeño secesionista de internacionalizar sus pretensiones». Pues a buenas horas mangas verdes. Dicho esto, el editorialista empieza a afilar los puñales y afirma que «si el cargo resulta especialmente incompa- tible, el problema se acrecenta cuando su titular es José Manuel García-Margallo». ¿Por qué? Pues porque «cada vez que Margallo habla sobre los planes separatistas de la Generalidad y sus socios, los más radicales separatistas se frotan las manos: ni en sus mejores sueños políticos habían esperado contar con un ministro de Exteriores que no sólo se pasase las semanas y los meses elevando las reclamaciones independentistas al rango de cuestión internacional, sino que además les felicitase por el éxito de sus demostraciones callejeras o les comparase con regiones que, más pronto que tarde, van a lograr sus objetivos separatistas». Algo parecido ocurre cuando el ministro de Interior se da una vuelta por tierras vascas, que la nómina de independentistas crece por momentos. Hábiles no son, no.
Pero claro, el editorial no podía acabar sin zumbar a Rajoy, un blandurrio para Losantos. Así que «la culpa, no obstante, no es de Margallo o no es sólo de Margallo: hay que buscarla también en quién lo eligió como ministro a pesar de que, obviamente, no tiene la prudencia necesaria para una cartera tan sensible como es Exteriores». Buen argumento, aun- que el editorialista debería explicar entonces de quién es la culpa de haber nombrado a Rajoy líder del PP. Por comentar...

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