Ramón SOLA IRUÑEA
FORO SOCIAL

Expertos apuestan por procesos de paz sociales, más allá de «mesas de élites»

Proceso de paz y proceso de negociación fueron conceptos sinónimos mucho tiempo, pero hoy ya no. Y Euskal Herria no solo es un ejemplo, sino un modelo de referencia en todo el mundo, aunque obviamente su final no esté escrito. Expertos en resolución de conflictos más graves como los de Colombia, Sudán o Siria lo destacaron en la primera sesión del segundo Foro Social. Animan ahora a definir vías vascas a la paz o impulsar un diálogo nacional.

El primer Foro Social, celebrado en marzo de 2013, dio como fruto doce recomendaciones para avanzar en ámbitos como la reintegración de personas presas y huidas, el desarme o los derechos humanos en general. Ahí siguen como hoja de ruta válida, con mayor o menor grado de cumplimiento, y ahora se les sumarán otras nuevas. Para ello se escuchó ayer en Iruñea a expertos vascos e internacionales, y hoy habrá más en Bilbo.

La participación social es uno de esos ámbitos a concretar, y la primera sesión dejó enseñanzas interesantes e incluso sorprendentes para el auditorio. Tanto Kristian Herbolzheimer, de la ONG Conciliation Resources, como Theodore Murphy, de Berghof Fundation, desmitificaron claramente las mesas de negociación como única forma de llegar a la solución y subrayaron que los procesos de paz son hoy día algo mucho más amplio, como se demuestra en Euskal Herria, pero también en Colombia, Filipinas, Sudan o Siria.

Herbolzheimer fue contundente al detallar los problemas que tienen las mesas de negociación al uso entre dos partes antes enfrentadas militarmente: «Son elitistas porque se limitan a élites, machistas porque solo hay hombres, premian la violencia, son políticamente frágiles, y, en definitiva, resultan ineficientes». En consecuencia, asegura que dan pie a procesos que «nunca cumplen las expectativas que generan». Dejó caer que ni siquiera los que él considera más exitosos, Sudáfrica e Irlanda, han sido perfectos: siguen aflorando «coletazos y aspectos por resolver».

En conclusión, este catalán de nacimiento que trabaja en Londres defendió «desmitificar las mesas de negociación» y apostar por enfoques de proceso de paz más amplios, en los que «se reducen las expectativas, se democratiza el proceso...». El mensaje sonó tan rotundo que desde el público se le preguntó si con ello estaba descalificando procesos como el de la negociación de La Habana entre el Gobierno colombiano y las FARC. «Al contrario -replicó el experto-. Esa es la prueba. Se trata de un diseño extremadamente acertado, porque recorta la agenda en esa mesa de negociación (reducida a terminar el conflicto armado) y la amplía fuera (construir la paz). Basta recordar que en el proceso de 2002 la agenda tenía cien puntos y ahora solo tiene cinco».

Referencialidad y propuestas

Herbolzheimer también impactó al destacar que el proceso vasco es una referencia clara en un mundo en el que «unos se miran a otros, hay un juego de espejos». Y se mostró optimista sobre los procesos de solución a conflictos violentos largos como este. Advierte que se van encauzando, en gran parte por el hastío de las sociedades correspondientes. Lo ejemplificó en un campesino colombiano que había pertenecido a una guerrilla y le dijo «me metí para construir un nuevo país, pero pasaron los años y lo único que hacíamos era destruir».

Este experto traía una propuesta final bajo el brazo, inspirada en lo que se hizo en Filipinas en 1992-1993: «Preguntaron a la gente qué era para ellos la paz. Y así identificaron un marco que llamaron `los seis caminos hacia la paz', un consenso de mínimos». Ve factible definir aquí también «cuáles serían las vías vascas hacia la paz. Es un proceso invertido, en el que el cambio empieza desde abajo y se va ampliando, y con ello gana legitimidad». Dijo que eso debe empezar por lo más pequeño, «por uno mismo», y auguró que llegará a cambiarlo todo, «hasta Madrid y París».

Paralelo es el concepto de «debate nacional», que desarrolló Theodore Murphy y que ahora se promueve en Siria o Sudán como alternativa frente a negociaciones fracasadas. Los expertos lo plantean como la forma de incluir a todos los agentes, yendo de nuevo «más allá de las elites», y para no dejar fuera ninguno de los temas de estos conflictos siempre más complejos de lo que se piensa. En suma, para ir más allá del inevitable reduccionismo de una mesa de negociación bilateral.