Zinegotzi VS Karabinagre
Karabinagre
UDATE | IRUÑEKO SANFERMINAK

Los almuerzos: En todo caso, te lo admito en un vaso


Empiezo con un titular en pareado por deferencia a esas espátulas sanfermineras que solo son capaces de rescatar huevos de la sartén de bikote en bikote. Hasta el caracartón de Zinegotzi estará de acuerdo conmigo de que un huevo, por sí mismo, es como un Tom sin su Jerry o como un Lauren sin su Hardy. Pero no estamos aquí para hablar de óvulos de gallina ni para medir lo que nos cuelgan los cojones. En esta trasera nos pagan por escribir una columna sobre los almuerzos y la primera crítica para esa costumbre atroz solo puede a ser la del horario. ¿De verdad a las ocho de la mañana tiene alguien las tripas como para comerse medio gorrino por muy frito que esté? Lo de llenarse el buche es más propio de la tarde, cuando el omeoprazol ya ha hecho el efecto o cuando uno ya es persona.

Lo peor de un almuerzo es la organización. Siempre hay numerosos voluntarios para montar la mesa. Pongamos que se llama Asier o, para que nadie se ofenda, Iñigo. Pues bien, habíamos quedado el de cabezudo de enfrente y yo con la humilde intención de comer tanto jamón que el orillo de la magra nos asomara por el gaznate y... que sepa el malqueda que nos citó AYER A LAS DOCE DE LA MAÑANA que le seguimos esperando. Si tiene un par de huevos (con bien de panceta, mejor), que asome el careto por el Portal de Zumalakarregi, que se va a ir bueno.