Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR La resaca

Enseñanzas de primera

Los azulgranas han aprendido el precio de los errores y la dificultad que entraña convertir las sensaciones en buenos resultados.

Puede que la vejez no venda pero la veteranía cotiza. Y la inexperencia, por el contrario, se paga. Anda sobrado de lo segundo el Eibar, debutante como club en la categoría pero repleto también de futbolistas que hasta el pasado 24 de agosto no habían militado más allá de la Segunda División.

Buena parte de los fichajes, además del cuerpo técnico, han orientado parte de su trabajo desde que arrancó la temporada en aleccionar a los jugadores más inexpertos. Pero nada hay más clarificador que la propia competición, en la que al Eibar le toca aprender sobre la marcha. Al menos no pierde el tiempo. Las tres primeras jornadas le han bastado para aprender tres de las principales características de la categoría.

La primera quedó clara en la visita al Vicente Calderón y también el lunes la mencionaba Gaizka Garitano tras el choque frente al Deportivo. Los errores se pagan a precio de oro. Fueron dos acciones a balón parado, uno de los puntos fuertes de los armeros -aunque también de su rival, con el que siempre hay que contar-, en los que el equipo no estuvo fino y que le acabaron condenando a nadar contracorriente durante más de una hora, provocando además que todo su derroche de físico y juego resultasen baldíos. Algo similar sucedió el lunes. Cierto es que el Deportivo saltó al césped más puesto que su anfitrión, que tampoco puede permitirse situaciones de ese tipo, pero acabó llevándose los tres puntos gracias a una solitaria acción en la que pilló descolocada a la zaga azulgrana. Otra vez llegó después una hora de esfuerzo sin recompensa. «Nos tenemos que acostumbrar, no es Segunda -asumía Gaizka Garitano tras el encuentro-. Puedes hacer noventa minutos prácticamente redondos que, con un solo error, pierdes el partido».

La definición

No es la única diferencia con la categoría de plata. También en Segunda la calidad resulta decisiva y los partidos se resuelven en más de una ocasión por chispazos de clase y pequeños detalles. Pero, con diferencias generalmente menos abismales, recursos más propios de equipos modestos pueden valer igualmente para desnivelar los marcadores. En Primera resulta más complicado. Puede que no sea casualidad que los dos únicos goles que ha marcado el Eibar en estas tres primeras jornadas hayan sido golazos dignos de la mejor videoteca. La capacidad de desequilibrar, marcar, definir, se restringe a jugadas y futbolistas de mayor calidad. Y eso supone que trabajo, preparación, motivación, esfuerzo e incluso táctica se queden sin recompensa más a menudo de lo que le gustaría al Eibar.

Esa hora de exhibición en el Vicente Calderón y los sesenta minutos de superioridad que también tuvieron los azulgranas frente al Deportivo, saldados en ambos casos sin puntos, pueden suponer un buen ejemplo. En ambos casos, el equipo armero peleó, dominó, movió y se acercó. Pero las ocasiones claras, sobre todo el lunes, no estuvieron a la altura de las sensaciones. Menos aún los remates y menos aún los goles. «La capacidad para definir en los últimos metros es especialmente importante en Primera», asume Garitano, consciente de que su equipo puede asegurar esfuerzo y actitud pero no tanto victorias. «Estamos compitiendo, lo hemos hecho en los tres partidos que hemos jugado, en ninguno hemos sido menos que el rival -recordó-. Pero también hemos visto que va a costar ganar los partidos. Igual el equipo va a estar a la altura competitiva de cualquier rival, es lo que espero, pero de ahí a ganar los partidos, ese paso de hacer gol, de definir, del último pase, de ganar el partido... Eso nos va a costar más», asume, aunque siga mostrándose optimista.

La tercera lección ya se la traían aprendida los azulgranas, aunque han realizado un pequeño repaso en estos primeros compases de la campaña. Los árbitros no acostumbran a ayudar al pequeño. Demasiado a menudo resulta incluso complicado que no les perjudiquen. Lo sufrió también el Eibar el pasado lunes cuando, ya con el marcador en contra, Ángel fue objeto de un penalti de libro. «En el campo fue clarísimo. Tenía la posición ganada, estaba saltando para rematar y él (Sidnei) me empujó. Qué vas a hacer», se resigna, consciente de que, también en ese apartado, a su equipo le tocará pagar la novatada.

Un campo grande y complicado

Con sus 108x70 metros, el Martínez Valero no solo supera ampliamente las medidas de Ipurua (103x65), sino que además pasa por ser el terreno de juego más grande de Primera. Puede notarse el viernes aunque un buen conocedor del estadio ilicitano, Ángel Rodríguez, considera que las principales complicaciones no estarán en el césped sino en el rival.

«Es muy difícil jugar allí, se hacen muy fuertes en casa», advierte el delantero canario, que defendió la camiseta blanquiverde durante dos temporadas y media, en las que además consiguió sus mejores registros como goleador, y en las que también coincidió con el actual técnico del Elche Fran Escribá. «Sus equipos suelen ser equipos tácticamente muy trabajados, correosos, fuertes en estrategia...», explica. «Yo he tenido la suerte de jugar allí y de disfrutar en un campo muy difícil y con una gran afición», asegura, aunque esta vez no le tocará disfrutar sino «trabajar mucho en un partido muy difícil». A.U.L.