Antes de colgar la bicicleta a la edad de 43 años, el alemán Jens Voigt atacará hoy a las 19.00 el récord de la hora. Lo hará en el velódromo de Granges (Suiza), y con una importante ventaja tecnológica con relación a los 49,7 kilómetros que recorrió el checo Ondrej Sosenka en 2005. El final de una brillante carrera para un corredor que ha tenido bonitos detalles con la afición vasca.

El reciente cambio de reglamento introducido por la Unión Ciclista Internacional (UCI) la pasada primavera, liberalizando el uso de cierto material y flexibilizando las férreas condiciones impuestas en el año 2000 -dejando sin efecto todas las marcas logradas desde 1972-, parece haber reactivado la pelea por el récord de la hora, una de las marcas míticas del ciclismo que había caído en el olvido durante la última década.

Desde el 19 de julio de ese 2005, fecha en la que Sosenka logró su récord en Moscú, las tentativas para destronar a este controvertido corredor -medía más de dos metros de altura, nunca pudo llegar a un equipo puntero y se retiró tras un positivo en 2008, tres años después de batir el récord que hasta entonces ostentaba el británico Chris Boardman- han sido muy escasas, por no decir prácticamente inexistentes.

Ahora, y sin caer en los excesos de los años noventa, cuando el récord fue batido en repetidas ocasiones -en una época en la que, según se ha demostrado después, el uso de EPO estaba muy extendido y la utilización de máquinas más o menos futuristas era regla general-, la normativa abre una nueva vía para la mejora del récord.

Al contrario de Boardman (en su récord del año 2000) y al contrario de Sosenka, Voigt podrá utilizar una bicicleta que dispondrá de accesorios modernos (ruedas lenticulares, alargador de manillares...) que suponen una ventaja aerodinámica indiscutible. «El material utilizado en la competición debe poder gozar de evoluciones tecnológicas cuando se considera que es pertinente», opinaba el presidente de la UCI, Brian Cookson, el gran artífice del cambio.

Evidentemente, el lado negativo del cambio es que esas novedades hacen imposible la comparación atlética entre corredores de diferentes épocas.

Trabajo específico

Voigt, uno de los mejores rodadores del pelotón, afronta el reto como un último desafío antes de retirarse, tal y como hizo el propio Boardman, quien sufrió horrores para superar al gran Eddy Merckx (1972) en solo diez metros. Con 43 años y al final de su 17ª temporada como profesional, el corredor alemán del equipo Trek debe adaptarse a la pista y a un tipo de esfuerzo muy específico, con la preocupación permanente de no perder la trayectoria ideal, la continuidad en el esfuerzo o la presión sostenida en las curvas.

«El récord de la hora depende más de la armonía entre el hombre y la máquina, del rendimiento aerodinámico, que de la fuerza pura», subrayaba el hoy denostado Michele Ferrari, entrenador de Tony Rominger cuando el suizo, novato en la pista, logró batir dos veces el récord el año 1994 en Burdeos.

De hecho, para su tentativa, Voigt ha escogido un velódromo nuevo, inaugurado el año pasado, y que está prácticamente a la altitud del mar. Además, la instalación de Granges dispone de una pista de 250 metros -la de Moscú era de 333- considerada muy rápida por los expertos.

«Puede hacerlo, pero desde luego no va a ser un paseo», comentaba Boardman en los días previos. «Es bueno para el deporte que se ataquen este tipo de récords», opinaba, por su parte, Bradley Wiggins. Y es que el británico, vencedor del Tour en 2012, contempla una nueva tentativa en junio de 2015.