Natxo MATXIN
OSASUNA | Tercera remontada en El Sadar

Otra bendita locura de ruleta rusa

Una bipolar escuadra rojilla -lo hizo fatal en la primera parte y se transformó en la segunda- se hizo con la victoria en un duelo de teóricos gallitos -no lo están demostrando de momento- gracias a la gran efectividad que los de Urban demostraron a balón parado.

OSASUNA 3

BETIS 2

Un Osasuna bipolar. Es lo que ayer se volvió a ver en El Sadar, donde los anfitriones salieron de nuevo airosos de una ruleta rusa en la que el rival se disparó a las sienes tras el descanso. Como ya ocurriese frente a Mallorca y Tenerife, la escuadra rojilla se manejó mejor que su adversario en un partido de locos que pudo acabar de cualquier manera. Con dos partes totalmente contrapuestas, muy mal los de Urban en la primera y más acorde a lo que de ellos se espera en la reanudación.

El cambio radical vino de la mano de las jugadas de estrategia. El conjunto navarro le dio la vuelta a un envite que tenía prácticamente perdido gracias a tres goles que se anotaron a balón parado, dos surgidos de sendos saques de esquina y uno nacido de una falta lateral al borde del área. En todo caso, la consecución del triple no oculta que Osasuna sigue padeciendo numerosos problemas defensivos y de colocación sobre el campo que le convierten en un equipo frágil y de fácil manejo para sus oponentes, como lo demostró el Betis durante 45 minutos.

Los que el bloque verdiblanco hizo lo que le vino en gana, con continuas aproximaciones al área rojilla, en cuyas inmediaciones trianguló cuanto quiso y más. Los andaluces siempre eran más rápidos y precisos en paredes y combinaciones, mientras los anfitriones parecían haberse dejado los colmillos en vestuarios. Su autoridad en propio campo quedaba en entredicho con el baile que le estaban dando los sevillanos, en el que destacó la movilidad de Rubén Castro, siempre buscándole la espalda a unos defensas desorientados y descolocados.

Primero para anotar el 0-1 en un lance en el que, por envergadura, nunca debió superar en el salto a Miguel Flaño y Cadamuro, como lamentablemente así sucedió, y después para generar la jugada que dio pie al 0-2, refrendada con la espuela por Rennella ante la pasividad de los zagueros navarros en la misma línea de gol pasada la media hora. Momento en el que la grada mostró su disgusto con pitos e incluso gritos de «fuera, fuera», que luego se transformarían en aplausos y vítores.

Osasuna era un guiñapo en manos béticas y pudo encajar más dianas si no hubiese sido por la buena actuación de Roberto Santamaría. Fue una de las claves del partido, el que los de Julio Velázquez no dejasen finiquitado el enfrentamiento -bien que lo lamentarían después-, y otra el que los locales anotasen prácticamente al inicio de la segunda mitad, fase en la que se transformaron para convertirse en un equipo totalmente diferente.

Distancias y bandas

Los de Urban acercaron líneas -la distancia entre atacantes y doble pivote se hizo demasiado grande en el primer tiempo-, buscaron el juego por bandas -las entradas de Sisinio y Roberto Torres mejoraron las prestaciones ofensivas frente a los tres arietes que había alineado de inicio el técnico polaco- y le pusieron la rasmia necesaria en una categoría en la que no vale solo con el nombre, hay que sudar sobre el verde para hacerse con los tres puntos.

Colaboró al revolcón el que el Betis se dio por vencedor demasiado pronto y, con todos esos condimentos, los navarros comenzaron a cocinar otro plato que dar a degustar a su parroquia y reconciliarse con ella. Ahí, el fogón de la estrategia resultó fundamental. Osasuna había encajado mucho a balón parado y ayer le llegó el turno de ser ellos quienes sacasen buena tajada de dichos lances.

Nekounam y Miguel Flaño pusieron la igualada, que ya sabía buena tras lo visto, pero Manu Onwu, nuevamente in extremis a falta de tres minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario, redondearía la mañana al aprovecharse de un tremendo error en el despeje de puños de Adán. Un triple que debería servir para reforzar la confianza, pero también para dar lugar a la autocrítica por la forma en la que se obtuvo.

«No te gustaría oír lo que les he dicho en el descanso»

Hubo palabras gruesas en el descanso. El técnico rojillo, Jan Urban, lo reconoció en sala de prensa: «No te gustaría escuchar lo que les he dicho en el vestuario. Hay momentos en los que hay que decirse las cosas a la cara y de manera bien clara». No podía ser menos, tras lo visto en la primera mitad, donde se echaron de menos unas cuantas cosas que Osasuna no puede descuidar.

«Cuando juegas en tu estadio hay que salir a morder y dejar algún recado o entrada dura para trasmitirle el mensaje al rival de que estás ahí y no le va a resultar fácil. Sin embargo, en esa primera parte el equipo, como ante el Tenerife, ha estado muy nervioso y temeroso por perder. Hemos ganado, pero nos estaríamos engañando si no tuviésemos claro que hay que jugar todo el partido como en la segunda mitad», tiró de autocrítica el míster polaco.

Destacó la rapidez con la que el equipo volvió a meterse en el partido tras el descanso y el factor psicológico que afecta tanto al propio equipo como al rival de los precedentes de remontadas frente a Mallorca y Tenerife. «Los tuyos piensan que por qué no se va a volver a producir otra situación similar y el adversario se acuerda de que hay precedentes muy recientes. Todo ello ha ayudado también».

Urban reiteró que a este bloque «le hace falta más tiempo» para comprobar su verdadero rendimiento, afectado por lesiones, convocatorias de internacionales y nueva categoría, y «enlazar dos o tres victorias consecutivas», amén de mantener la portería a cero. Osasuna volvió a encajar ayer otros dos goles.

N.M.

A cuatro puntos de la zona de descenso

A la espera de lo que haga hoy el Tenerife en La Romareda, Osasuna se sitúa a cuatro puntos de los puestos de descenso. Un traspié frente al Betis le habría situado en una situación muy delicada para rendir visita al Numancia, que ganó a domicilio al Recreativo.