Los seis presos de Guantánamo trasladados a Uruguay dejaron la base militar situada en Cuba a bordo de un avión de la fuerza aérea estadounidense en la mañana del sábado. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Uruguay confirmó la llegada de los «refugiados» y prometió «un estricto respeto a las normas internacionales de protección humanitaria».

«Vienen en calidad de refugiados y podrán dejar el país cuando lo deseen», confirmó el pasado viernes el presidente José Mujica desde Ecuador.

En total, 19 presos han sido repatriados o reenviados a terceros países desde comienzo del año, un intento de la Administración de Barack Obama por acelerar el goteo de liberaciones de la prisión que había prometido cerrar cuando llego a la Presidencia de Estados Unidos.

De las 779 personas que han pasado por sus celdas a lo largo de 13 años, quedan aún 136 en Guantánamo y la mayoría nunca han sido juzgados y ni siquiera acusados de delito alguno.

Las administraciones estadounidenses de George W. Bush y Obama han designado a 77 de ellos como «liberables».

Los seis hombres acogidos por Uruguay tienen entre 30 y 40 años de edad y llegaron a Guantánamo entre los primeros detenidos en 2002. Se trata de los cuatro últimos sirios -Ahmed Ahjam, Ali Hussein Shaabaan, Omar Abu Faraj y Jihad Diyab-, el palestino Mohamed Tahanmatan y el tunecino Abdul Urgy.

El cierre, proco probable

El pasado mes de noviembre se produjeron siete liberaciones pero el compromiso de Obama de cerrar el centro de detención antes del final de su mandato en enero de 2017 parece irrealista, según el comandante de la prisión, el coronel David Heath.

«Estamos muy reconocidos a Uruguay por esta importante acción humanitaria y al presidente Mujica por su papel determinante en dar asilo a individuos que no pueden volver a su propio país», se felicitó el enviado especial de Obama, Cliff Sloan, encargado del cierre de Guantánamo en el Departamento de Estado. «El Departamento de Defensa trabaja con diligencia para transferir a los detenidos seleccionables de Guantánamo», subrayó su homólogo en el Pentágono, Paul Lewis, que precisó que viaja regularmente a potenciales países de acogida. «La seguridad es siempre la más alta prioridad antes de cualquier decisión de transferencia, y la situación de cada preso es reexaminada con precaución por seis agencias gubernamentales antes de declararlo apto para la transferencia», añadió.

Huelga de hambre

Entre los trasladados a Uruguay, el sirio Jihad Diyab llevó a cabo una huelga de hambre y pidió, sin éxito, a una juez federal en Washington que ordenara a las autoridades de Guantánamo que cesaran de alimentarlo por la fuerza.

La misma juez, Gladys Kessler, ordenó al gobierno de Obama hacer públicas las grabaciones en vídeo de la alimentación forzada de Diyab, hasta ahora confidenciales, pero las autoridades estadounidenses han rechazado esta publicación y están planeando apelar.

El abogado David Schulz, que representa a 16 medios que han obtenido esa grabación, aclaró que la salida de Diyab no cambia nada. «La juez Kessler ha subrayado ya que no hay razón convicente para mantener los vídeos en secreto a ojos de los americanos», afirmó al «Miami Herald».