Mikel INSAUSTI
Zinema kritikaria
CRíTICA: «Luna en Brasil»

La mujer del Norte atraída por la mujer del Sur

Para contar la historia de amor entre la poetisa estadounidense Elizabeth Bishop y la arquitecta brasileña Lota Macedo Soares, se ha producido una verdadera alianza cultural entre el Norte y el Sur, a través del cineasta inglés afincado en los EEUU Mathew Chapman y el brasileño Bruno Barreto. Lo curioso es que Chapman, cuyo culto se debe a sus películas de los años 80 «El beso de un extraño» y «Corazón de medianoche», ya había colaborado en el pasado como guionista con otro realizador brasileño, concretamente en la ópera prima de Walter Salles «El arte de matar». Por su parte, Barreto también alcanzó el éxito internacional hace tres décadas con el colorista culebrón «Gabriela», hecho a mayor gloria de la actriz Sonia Braga.

En «Flores raras» Barreto sigue trabajando sobre el melodrama, pero con mayor profundidad y sensibilidad, gracias a su plena madurez narrativa. La dirección de actrices es primorosa, porque tanto Miranda Otto como Gloria Pires bordan las respectivas caracterizaciones de Elizabeth Bishop y Lota Macedo Soares, por no hablar del impresionante parecido físico que consiguen con respecto a las figuras reales, convirtiéndose en su vivo retrato. La química que se genera entre ellas es total, basándose en los polos opuestos que se atraen, porque ambas no pueden ser dos mujeres más diferentes, e incluso el talento artístico que las une es vivido por la una y la otra de manera muy antagónica.

El romance que relata «Flores raras» se vuelve aún si cabe más seductor en función del clima ambiental, y va más allá del mero exotismo brasileño de Río de Janeiro, al reflejar de lleno el periodo desarrollista que el país vivió en los años 50 con el turismo de Petrópolis. Y no todo es luz de luna, como parece indicar el título de la versión doblada, teniendo en cuenta el oscurantismo asociado al golpe militar. La amante nativa encuentra enormes dificultades para acabar su proyecto soñado de Flamengo Park, inspirado en el Central Park de Nueva York, mientras que a la extranjera la obtención del premio Pulitzer no le colma.