El cineasta mexicano Guillermo del Toro cada vez esta más metido en el mundo de la animación, sobre todo a raíz de su contratación por parte del estudio DreamWorks Animation como consultor creativo, y también como productor. Prepara ya su primer largometraje dentro del género, que dirgirá para la compañía de marionetas de Jim Henson, adaptando el clásico de Collodi «Pinocho». Por eso no es de extrañar que haya conseguido que Fox invierta 50 millones de dólares en «El libro de la vida», realizada por su compatriota Jorge R. Gutiérrez. De repente parece que los mexicanos cuentan para Hollywood, en vista del triunfo de Iñárritu en los Óscar. Baste decir que la versión original estrenada en el mercado anglosajón cuenta con las voces de Diego Luna, Zoe Saldaña, Danny Trejo, Héctor Elizondo, Génesis Ochoa, Ana de la Reguera, Carlos Alazraqui, Elias Gaza y hasta Plácido Domingo, que canta «Cielito lindo» como si fuera un hijo más del país azteca.

Al respecto, no han fatado voces en México que han acusado a «The Book of Life» de ser un resumen de tópicos culturales exportables y consumibles para los pinches gringos; pero lo cierto, hostilidades fronterizas aparte, es que la película ofrece una imaginativa y muy colorista ilustración de la iconografía que rodea a la festividad nacional del Día de los Muertitos, con profusión de calaveras, claveles, cruces, pistolas, corazones, estrellas, velas y demás.

Aunque en principio pueda parecer un asunto para adultos, todo lo relacionado con la muerte y el más allá se presenta de una forma comprensible y atractiva para el público menor. La introducción argumental hace que los protagonistas sean un grupo de escolares conflictivos que visitan un museo arqueológico de mala gana, hasta que la guía consigue captar su atención con las historias fantásticas que les va a contar. A partir esos relatos surge un mundo paralelo gobernado por las fuerzas opuestas de La Catrina, que reina en la tierra de los recordados, y Xibalba, que manda en la tierra de los olvidados.