Dabid Lazkanoiturburu

La muerte de Qasem Suleimani podría volverse un boomerang contra EEUU

El cierre de filas de los dirigentes chiíes iraquíes contra EEUU, al que se ha sumado hasta Hamas en Gaza, apunta a que la decisión de Trump de matar al responsable militar de Irán en Oriente Medio podría volverse en contra de Washington como un boomerang. Cierre de filas que, colateralmente, condena a las protestas populares tanto en Irak como en Líbano e incluso en Irán al ostracismo, cuando no a una represión feroz. La geopolítica vuelve a mandar.

Homenaje al general iraní en las calles de Teherán. (Atta KENARE/AFP)
Homenaje al general iraní en las calles de Teherán. (Atta KENARE/AFP)

Si Trump pensaba romper la columna vertebral del eje chií en Oriente Medio con la muerte de Suleimani, ha logrado el efecto contrario, ampliando las filas de la «resistencia».

Desde Beirut a Teherán, el shock fue tremendo pero las milicias chiíes han redoblado su discurso antiestadounidense.

«Podría haber un refuerzo de las posiciones a nivel confesional, lo que daría pie a concluir que la decisión de Trump ha sido contraproductiva», asegura Karim Bitar, experto en la zona.

La ejecución en un bombardeo en Bagdad del estratega militar de Irán en la región y de otros nueve altos dirigentes chiíes, entre ellos del líder de las iraquíes Fuerzas de Movilización Popular (Hachd al-Chaabi), Abu Mahdi  al-Muhandis,  ha forzado una unión de todos los portavoces del Irak chií contra EEUU.

Después de que el Parlamento iraquí, con la ausencia de kurdos y suníes, aprobara una moción para exigir la retirada de EEUU, la oficina del primer ministro en funciones, Adel Abdul Mahdi, ha anunciado que el Gobierno ha «prohibido los movimientos por tierra y aire de la Coalición Internacional liderada por EEUU» y que sus actividades han quedado limitadas a «asesoramiento y entrenamiento» de tropas «contraterroristas».

El clérigo chií Moqtada al-Sadr, que recela de la influencia de Irán en el país, ha tildado de «patética la respuesta» del Parlamento y del Gobierno en funciones y urgido a la creación de «regimientos internacionales de resistencia» para expulsar a EEUU de Irak y de toda la región.

Hasta el gran ayatollah Ali al-Sistani, cuya escuela chií de Najaf en Irak rivaliza históricamente con la de Qom (Irán), en la que se inscribe el ayatollah y líder supremo iraní, Ali Jamenei, envió por primera vez condolencias a Irán.

Qasem Qassir, especialista en movimientos islamistas, insiste en que «asesinar a Suleimani es un error estratégico para EEUU porque la respuesta vendrá del conjunto de la región y no solo de Irak».

Y los calcados y contundentes discursos de los dirigentes chiíes le dan la razón. No solo en Teherán, Damasco y Beirut, que conforman el «eje de la resistencia» tejido por decenios de desplazamientos y reuniones estratégicas del general Suleimani. También en Yemen y en Gaza, respectivamente fronterizas con Arabia Saudí y con Israel, los dos grandes aliados estratégicos de EEUU.

Hamas cierra filas

Hamas, que al calor de las Primaveras Árabes se distanció de Teherán por su apoyo a Damasco contra la revuelta siria y los Hermanos Musulmanes, ha cerrado filas y tildado la ejecución extrajudicial de «orgía de violencia americana» contra un hombre que «jugó un decisivo papel de apoyo a la resistencia palestina». En Yemen, los rebeldes huthíes, apoyados logísticamente por Irán, ha exigido «represalias rápidas y directas».

El líder religioso del Hizbullah libanés, jeque Hassan Nasrallah, insiste en que «no estamos solo ante un problema iraní» y advierte de que «si no hay respuesta a este asesinato, esto creará un precedente peligroso».

Thierry Coville, experto en Irán del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) augura que la muerte de Suleimani reforzará la determinación de Irán de permanecer en Siria a favor de su aliado, el presidente Bashar al-Assad.

Otra cosa es,  como señala Maysam Behravesh, que «la implementación de políticas a nivel operativo, que depende en cierta medida de las redes y conexiones informales, podría verse interrumpida a corto plazo hasta que el nuevo comandante se haga con el papel».

El experto se refiere a Esmail Qaaní, que ha sido designado como el nuevo jefe de la Fuerza Al Quds. y que hasta ahora era el número dos encargado de las zonas del este de Irán (AfPak).

Homenaje en Irán

Como ocurrió la víspera en Ahvaz (sudoeste de Irán) y en Macchad (nordeste), una marea humana en duelo ha recibido el cortejo fúnebre con los restos de Suleimani. A primera hora del día se ha celebrado un rezo por el fallecido en la Universidad de Teherán, un acto en el que han participado miles de personas y en el que, emocionado, el guía supremo Ali Jamenei ha llorado en varias ocasiones, según la agencia iraní de noticias Tasnim.

La muerte de Suleimani va a permitir a la República Islámica capitalizar en su nombre la emoción popular. Y es que el propio Instituto americano de Estudios Internacionales y de Seguridad de Maryland reconocía en octubre que el general era la personalidad política más popular del país, con 8 sobre 10.

International Crisis Group pronostica que los sectores principalistas arrasarán en las legislativas de febrero frente a los reformistas.

Los analistas apuntan además a que Teherán podría utilizar su muerte para incrementar la represión contra las protestas por la subida del precio de la gasolina, que a finales del año pasado se saldaron con entre 300 (Amnesty International) y más de 1.500 muertos (según fuentes anónimas gubernamentales).

Lo mismo podría ocurrir en Irak, donde la revuelta chií contra el Gobierno de Bagdad y contra la influencia de Teherán podría convertirse en primera damnificada por la temeraria decisión de Trump.

Tanto en Irán como en Irak y en Líbano, escenario de protestas similares, «las reivindicaciones económicas y sociales podrían quedar sepultadas» e «Irán aprovechará para intentar darles el tiro de gracia»  tras meses en los que su autoridad ha sido contestada en las calles de Bagdad, Trípoli, Najaf y Beirut...

Eso sí, hay un punto en el que, a tenor de algunos analistas, la muerte de Suleimani habría debilitado a los sectores principalistas en Irán: en que no lo vieron venir.
Tras el asalto a la embajada de EEUU en Irak, Jamenei tuiteó señalando a Washington que «no puede hacer nada». De ahí que seguro que Teherán calibrará muy mucho la respuesta, que la habrá, a semejante órdago.