Beñat Zaldua
Edukien erredakzio burua / jefe de redacción de contenidos

Maneras de llamar a filas

La candidata del PNV en Gasteiz, Beatriz Artolazabal, en el inicio de campaña.
La candidata del PNV en Gasteiz, Beatriz Artolazabal, en el inicio de campaña. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Sigan la línea de puntos. En febrero de 2019, el Sociómetro de Lakua publicó una encuesta preelectoral que, en Gasteiz, daba al PNV una intención directa de voto del 13,3% y a EH Bildu del 9,6%. Solo tres meses después, cambiaron las tornas. El mismo Sociómetro dio una intención directa de voto del 11,8% al PNV y del 15% a EH Bildu. El resultado real, ya conocido, relegó a la izquierda soberanista al tercer lugar y aupó a Urtaran por encima de lo que decía la encuesta. El resultado de Miren Larrion fue bueno, pero, vistas las expectativas, la sensación fue la contraria.

Saltemos ahora cuatro años adelante. En febrero de este mismo año, el Sociómetro preelectoral de este organismo dependiente de Lehendakaritza dio una intención de voto del 18,07% al PNV y del 11,86% a EH Bildu. Tres meses después, el segundo Sociómetro presentó ayer un vuelco cuanto menos sorprendente. No tanto por la evolución de EH Bildu, que sube un poco hasta el 13% en intención de voto, sino por la del PNV, que pierde casi seis puntos y se queda en un 12,6%.

El PNV lleva varios días llamando a filas ante el bajo tono muscular que probablemente detecta entre sus votantes. No parece que esta astenia electoral tenga que ver solo con los jeltzales. La gente no está para elecciones. O por lo menos para que le den la turra durante la campaña. La alerta de Sabin Etxea, con buenos tentáculos, debiera alertar a todos.

Para movilizar el voto, hay muchas maneras de tocar la corneta. Y diversos resortes, no siempre al alcance de todos por igual. Algún día habrá que abordar el dopaje electoral. Las encuestas son performativas; no solo intentan describir la realidad, también le dan forma. Crean corrientes de opinión, estados de ánimo, expectativas. Y provocan reacciones.

La metodología de las dos encuestas es la misma. La muestra ha podido cambiar tanto como para que el resultado dé tal vuelco, habría que ver los datos al detalle –algo imposible ahora–, pero, mientras tanto, es inevitable arquear una ceja ante la entrega conocida ayer. No se trata de arrojar un jarro de agua fría sobre las expectativas que alimenta, pero conviene no olvidar que una de las mejores formas de movilizar –y aglutinar– a la gente es alertar sobre la llegada del adversario.