Amaia Ereñaga
Erredaktorea, kulturan espezializatua

Al Pacino en sus memorias: «Morí y ya no había nada más. Te habías ido»

A raíz de la publicación de su autobiografía, titulada ‘Sonny Boy’, Al Pacino se ha sincerado sobre su experiencia al contraer el coronavirus. El actor ha revelado que durante la pandemia estuvo a punto de morir, e incluso ha relatado que durante unos segundos no tuvo pulso.

Al Pacino, en una imagen reciente.
Al Pacino, en una imagen reciente. (CONTACTO vía Europa Press )

En sendas entrevistas concedidas al ‘New York Times’ y a la revista ‘People’, y publicadas este fin de semana, el veterano actor ha detallado su experiencia con el virus, que contrajo en 2020 antes de que hubiera una vacuna disponible. Lo ha hecho a raíz de la salida en EEUU de sus memorias, tituladas ‘Sonny Boy’ y que se publican primero en EEUU –hoy, concretamente– y el 16 de este mes en castellano, por la editorial Cúpula.

A sus 84 años, ganador de un Oscar, premio al que ha estado nominado en nueve ocasiones, y conocido por sus papeles en la saga ‘El Padrino’, ‘Serpico’, ‘Tarde de perros’ o ‘Scarface’, el intérprete no ha parado de trabajar pese a su edad. Su último largometraje es ‘Modi, Three Days on the Wing of Madness’, que se presentó en el pasado Zinemaldia donostiarra y llegará a los cines estatales el 21 de febrero de 2025.

«Lo que pasó fue que no me sentía bien, no estaba bien de una forma inusual. Luego tuve fiebre y me estaba deshidratando y todo eso. Así que logré que alguien me consiguiera una enfermera... pero estaba sentado allí en mi casa y me había ido. Así sin más. No tenía pulso», relató el actor al  ‘New York Times’.

«En cuestión de minutos estaban allí, la ambulancia frente a mi casa. Había unos seis paramédicos en esa sala, y había dos médicos, y tenían estos trajes que parecían ser del espacio exterior o algo así. Fue algo impactante abrir los ojos y ver eso. Todos estaban a mi alrededor y dijeron: ‘Ha vuelto. Está aquí’», rememoró.

La estrella de El Padrino explicó que no vio «una luz blanca ni nada», y señaló a ‘People’ que «no hay nada allí. No había nada más. Te habías ido», aunque la experiencia sí le provocó cierta reflexión existencial: «Como dice Hamlet: ‘Ser o no ser. El país desconocido de cuyos confines ningún viajero regresa’».

El niño mimado de una madre triste

Criado por una madre intensamente cariñosa, pero mentalmente inestable y por sus abuelos cuando su padre le abandonara cuando era niño, en realidad se crio en las calles del South Bronx con su pandilla de intrépidos amigos, cuyo espíritu rebelde nunca le abandonó.

Después de que una profesora reconociera su prometedor talento y le animara a entrar en la célebre High School of Performing Arts de Nueva York, ya no hubo vuelta atrás. En los buenos y en los malos momentos, en la pobreza y en la riqueza, y de nuevo en la pobreza, en el dolor y la alegría, la interpretación fue su tabla de salvación y este grupo, su tribu.

Y, ¿por qué Sonny Boy (el niño mimado)? Lo cuenta así: «Actuaba desde que era niño. Mi madre me llevaba al cine con solo tres o cuatro años. Durante el día trabajaba en el servicio doméstico y en fábricas, y cuando llegaba a casa, la única compañía que tenía era su hijo. Y me llevaba con ella al cine. No sabía que me estaba proporcionando un futuro. Enseguida me enganché a mirar a los actores en la pantalla. Como no tenía compañeros de juegos en el apartamento y todavía no teníamos televisor, no tenía nada más que hacer que pensar en la última película que había visto. Repasaba los personajes en mi cabeza, y los revivía, uno a uno, en el apartamento. Aprendí de muy joven a hacer amigos con mi imaginación. A veces, contentarte con tu soledad puede tener sus pros y sus contras, especialmente para las demás personas con las que convives. El cine era un lugar donde mi madre podía refugiarse en la oscuridad y no tener que compartir su Sonny Boy con nadie más. Este fue el apodo que me dio, fue la primera, antes de que todo el mundo empezara a llamarme así también. Lo había tomado de las películas, había oído a Al Jolson cantarlo en una canción muy popular»

No debía estar en ‘El Padrino’

En sus memorias, Al Pacino se retrata como un hombre que ya no tiene nada que temer y menos que ocultar. Cuenta sus inicios –alcanzó la fama cuando ya se había baqueteado en los circuitos alternativos de Broadway–, también los rodajes, sus caídas y éxitos... todo con un hilo conductor, su profundo amor a la interpretación.

Por ejemplo, no debía estar en ‘El Padrino’. Lo relata así: «Paramount no quería que yo interpretara el papel de Michael Corleone. Querían a Jack Nicholson, Robert Redford, Warren Beatty o Ryan O’Neal. En el libro de Puzo, Michael se describía como ‘la nenaza de la familia Corleone’. Se suponía que era bajo, de pelo oscuro, guapo de forma sutil, nada amenazante ante los demás. Esta descripción no se correspondía con las personas que quería el estudio. Pero tampoco significaba que tuviera que ser yo. Significaba, sin embargo, que tendría que hacer una prueba de cámara para el papel, cosa que nunca había hecho antes, y que tendría que ir en avión a la Costa Oeste para hacerlo, cosa que yo no quería hacer. No me importaba que fuera ‘El Padrino’. No quería ir a California. Pero Marty Bregman me dijo: ‘Vas a subirte a este maldito avión’ y luego me trajo una pinta de whisky para que me la bebiera en el vuelo, y me fui allí». Lo que pasó después, todos lo sabemos.

Esta su reflexión sobre la fama: «La fama, como decía mi amigo Heathcote Williams, es la perversión del instinto natural humano que necesita validación y atención. Era tan efímera y extraña. Como actor había intentado arrojar luz sobre las personas que observaba y los personajes que interpretaba. Ahora, en cambio, sentía que todas las luces me enfocaban a mí, y no podía ver nada. Sé que ahora vivimos tiempos diferentes y la fama conlleva una connotación distinta, pero hace medio siglo, me afectó mucho. No hay nada tan aburrido como una persona famosa que se queja de la fama, así que no voy a insistir, aunque tenga la tentación».