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ZARAUTZ
EUSKAL HERRIKO KOPA

Flaviano celebra el regreso a casa con una copa

REAL 0

ATHLETIC 1


Euskal Herriko Kopa vuelve a teñirse de rojiblanco. Por cuarta ocasión, el Athletic se hizo con el trofeo que abre la temporada para el fútbol vasco, al imponerse por la mínima a la Real, el mismo protagonista al que se ha enfrentado –con un triunfo txuirurdin, hace ya tres años– en las cinco finales disputadas hasta ahora.

El gol llevó la firma de Joana Flaviano que, tras su experiencia en Italia regresa a casa. Y encontró la manera de celebrarlo, con un tanto de falta que desequilibró el encuentro recién comenzada la segunda parte.

La de la centrocampista no fue la única novedad –relativa porque acumulaba diez temporadas con la camiseta rojiblanca cuando el año pasado fichó por el Torres– en Asti, donde un buen número de aficionados pudo disfrutar de primera mano con los nuevos proyectos que encabezan Agirre y San Miguel. Por parte rojiblanca también jugaron las jóvenes Maddi Torre o Marta Perea, además de la recién llegada Ainhoa Vicente, que ha recorrido la A8 rumbo a Bilbao. En sentido inverso lo ha hecho Izaskun Leoz que, como Soldevilla, Manu Lareo, Núria Mendoza o Etxezarreta, disputaron la final con la camiseta realista. También Chini, totalmente recuperada de la grave lesión que le hizo perderse prácticamente toda la temporada de su debut como txuriurdin.

Viejos conocidos, en cualquier caso, ambos equipos, que acometieron el partido como acostumbran, intensos e igualados. Con el transcurso de los minutos, sin embargo, el juego fue decantándose del lado del Athletic, que se hizo con el balón y las ocasiones más claras. En el descanso, la Real cambió prácticamente todo su equipo –las rojiblancas se lo tomaron con más calma– y antes de que las nuevas protagonistas consiguieran engrasar la maquinaria, Joana Flaviano aprovechó un lanzamiento de falta cercano al vértice izquierdo del área para ajustar el balón al primer palo y anotar el 1-0. Reaccionó la Real, que incluso rozó el empate en un par de ocasiones, pero el trofeo volvió a marcharse a Bilbo.