Fede de los Ríos
JO PUNTUA

La fiesta de la democracia

Hoy es día de votaciones, de sufragio universal, un logro revolucionario en tiempos de dominación de señores y monarcas elegidos por Dios, como no puede ser de otra manera. Eran tiempos de represión y guerra abierta para doblegar la voluntad de los más. No mejores que los actuales pero sí más claros. Sin poderosos medios creadores de opinión como los de ahora. Estaban los curas y sus predicaciones siempre a su servicio, pero solo domingos y fiestas de guardar. Ahora propagadores de mentiras invaden nuestros hogares; en su centro les levantamos una capilla que antaño fue analógica y hogaño digital. Las ondas de la radio transmiten la estupidez de opinadores mientras transportamos nuestro cuerpo de casa al trabajo y viceversa; ellas hacen posible que nuestra mente permanezca invariablemente autista.

A la sumisión de las voluntades lo llamaron «contrato social» y eso, nos dicen, es la base de la civilización democrática. Cobró, pues, rango de Naturaleza. Si nada más nacer por estos pagos, el simple contacto de tu cabeza con un frío y líquido elemento te convierte en católico, apostólico y romano, no es menos cierto que nada más nacer en estos lares el registro civil te convierte en ciudadano español que goza de obligaciones y derechos otorgados por el contrato social que has firmado con tinta de tu placenta.

No dejaron que leyeras la letra pequeña, la que acompaña la parte trasera de los contratos. Vienes al mundo enteramente constituido y si más adelante, conforme pasan los años, te empeñas en ser constituyente, el Estado y su Constitución te constituyen de lo lindo.

Algunos tardaron en aprenderlo, pero ahora son aventajados alumnos. Dícense políticos porque usan exclusivamente vías parlamentarias para defender los intereses de «los más desfavorecidos». Concepto vaporoso, melifluo y productivo donde los haya. Si los desfavorecidos se defendieran solos, la existencia de almas bellas como los doctos pacificadores no tendría sentido. Sobrarían los intermediarios. Saldría más barato a la par que más real.