gara, donostia
EDITORIALA

Símbolos feministas que trascienden

Un año más, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora llevó a primera plana de los medios de todo el mundo una terrible antología global de las injusticias, discriminaciones, violaciones de derechos y violencias múltiples que sufren las mujeres. Las mil caras del patriarcado, frente a frente con las luchas de millones de personas que se movilizan estos días, pero también a diario, contra diferentes manifestaciones de este sistema.

Evidentemente, algunas de esas manifestaciones son extremas. Por ejemplo, el año pasado ha sido el que mayores crisis humanitarias y flujos migratorios ha habido a causa de conflictos bélicos desde la II Guerra Mundial. Sin lugar a dudas, las mujeres son el sector más vulnerable en estos contextos, en éxodos como el que se vive en las fronteras de Europa. Un repaso a las imágenes que llegan de las costas del Mediterráneo o de la guerra en Siria, muestran la lucha por la supervivencia de esas mujeres y de sus hijas e hijos. Sus testimonios evidencian la peor parte de esta tragedia. Desgraciadamente, casi un siglo después de las huelgas protagonizadas por mujeres en los prolegómenos de la revolución soviética, en contextos como este la consigna «paz y pan» de 1917 tiene total vigencia. Por no hablar de la amenaza de Boko Haram en Nigeria, cuyas víctimas permanecen olvidadas como casi todo lo que sucede en África. Con todos sus límites, estos días sirven también para poner el foco en esas realidades.

Lógicamente, estos contextos bélicos también dan pie a luchas heroicas, épicas y de relevancia mundial, como la que están llevando a cabo las guerrilleras kurdas contra el totalitarismo del ISIS. La importancia de la lucha de estas mujeres trasciende con mucho su carácter simbólico, en la medida en que es parte de una práctica política, un cuerpo ideológico y una agenda que tiene en el feminismo uno de sus pilares. Esa lucha por la emancipación contiene lecciones que trascienden el icono y su contexto.