Raúl Río Díaz
Exsindicalista de ArcelorMittal
KOLABORAZIOA

Recortar en sanidad y malgastar en el TAV

Siempre han presumido los dirigentes del PNV de ser buenos gestores de las instituciones públicas, pero su buena gestión no se aprecia por ninguna parte, sino todo lo contrario. En este caso no voy a hablar de las presuntas irregularidades de Bidegi, del desfalco por el proyecto del coche eléctrico Hiriko; de Alonsotegi Eraikiz y otros muchos casos en los que desaparecieron millones de euros, e incluso muchos millones de metros cúbicos de tierra. No, esta vez el caso es mucho más grave que todo eso, ya que son capaces de jugar alegremente con nuestra salud al recortar en la sanidad pública con el fin de ahorrar unos míseros euros, dando más importancia a esos ahorros que a la propia vida de los ciudadanos. Derrochan ingentes cantidades de dinero público en algo tan inútil y costoso como el TAV, la incineradora de Zubieta y otras inservibles obras faraónicas como la ruinosa Supersur, mientras cumplen escrupulosamente los recortes en sanidad ordenados por Rajoy.

Los presupuestos restrictivos, la reducción de la plantilla y del gasto sanitario han sido tan brutales en los últimos años que han repercutido en la calidad del servicio, en el empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores y, sobre todo, en la atención al paciente. Hoy, en su intento de conseguir el objetivo de déficit cero, el gasto en la sanidad vasca, medido en términos del PIB, está por debajo de la media del Estado español.

El pasado día 10, a las 8,30 horas, un familiar mío tenía previsto una intervención quirúrgica en el hospital de Cruces, pero el día anterior a las 14 horas, le llaman desde el centro hospitalario para decirle que probablemente no le puedan realizar la operación debido a que tenían que realizar urgentemente un trasplante de riñón a otra persona y que no había quirófanos disponibles porque estaban cerrados; que realizara los preparativos preoperatorios normalmente como si no pasara nada, porque ya le confirmarían antes de las 8,30 horas del mismo día 10, si le iban a intervenir, en cuyo caso debía presentarse en el hospital a la mayor brevedad posible, o si lo dejaban para otro día, pero a las 23,30 horas, en un derroche humanismo y profesionalidad, le llamó la propia doctora para confirmarle que no se la iban a realizar, y a las 8,30 del día 10 le llaman para decirle que cuando tuvieran un quirófano libre le avisarían para decirle el día que le realizarían la intervención. No perdieron el tiempo estos profesionales, ya que al día siguiente, a las 10,48 horas, recibió otra llamada citándole para el día 25 a las 8,30 de la mañana.

No merecen unos dirigentes de este tipo estos trabajadores de la sanidad pública, que tienen que suplir la ineptitud de sus gobernantes a base de humanismo y una gran profesionalidad. Gracias que no se trata de un caso grave, aunque si urgente, porque en ese caso no sé si el humanismo, el buen hacer y la profesionalidad de esos trabajadores sería suficiente para evitar una desgracia irreparable, aunque el trauma psíquico que esto supone al enfermo no se lo quita nadie, así como los problemas sociales y laborales que acarrean estos cambios de última hora al paciente y a toda su familia. Tampoco quiero pensar si habrían sido capaces de poder superar la situación si llega a surgir en ese momento otro caso urgente y no diera tiempo a trasladarlo a otro hospital, en los que también recortan, que dispusiera de quirófano y suficientes profesionales para atenderlo correctamente.

Da la impresión de que, al igual que sus compañeros ideológicos del PP, su modelo no es el sistema cubano, de sanidad universal y gratuita para todos, sino más bien el estadounidense, según el cual te atienden si tienes dinero y si no te mueres como un perro a la puerta del hospital. Para ello pretenden descapitalizar y arruinar la sanidad pública, que los pacientes nos vayamos a la privada, y si nos vamos hablando mal de la pública mucho mejor para ellos, pues ya el autoerigido mejor alcalde del mundo mundial, Iñaki Azkuna, más conocido entre los trabajadores de Osakidetza como Iñaki Manostijeras, ha patrocinado la clínica privada de Zorrozaurre, para mayor gloria de los que hacen negocio con nuestra salud, ya que piensan que la sanidad pública solo sirve como puerta giratoria, a la que son muy aficionados cuando dejan sus cargos públicos y para poder seguir chupando del bote.