Javier VALDEZ CÁRDENAS
PERIODISMO PERSEGUIDO

Somos homicidas de nuestro propio futuro

Buenas noches,

Muchas gracias al Comité para la Protección de Periodistas por esta distinción que para mí no tiene parangón.

He alimentado mi alma enjuta con las expresiones de la calle, abrazos y apretones de mano, y palabras en las que me he guarecido. Este premio es la suma añejada y nutritiva de todos esos abrazos. Cuando Carlos Lauría me lo anunció pensé que era una broma cruel, y ahora no quiero que me despierten.

He sido periodista estos 21 años, y nunca antes lo he sufrido y gozado con tanta intensidad ni con tantos peligros. En Culiacán, Sinaloa, México, es un peligro estar vivo, y hacer periodismo es caminar sobre una invisible línea marcada por los malos, que están en el narcotráfico y en el Gobierno. Un piso filoso y lleno de explosivos. Esto se vive en casi todo el país. Uno debe cuidarse de todo y de todos. Y no parece haber opciones ni salvación. Muchas veces no hay a quién acudir.

Por eso es importante contar con familia y amigos, periodistas y medios como “La Jornada”, diario del que soy corresponsal, y el semanario “Ríodoce”, del que soy fundador. En mis libros “Miss Narco” y “Los morros del narco”, de editorial Aguilar, he contado la tragedia que vive México y que debe avergonzarnos. La niñez recordará esto como un tiempo de guerra. Tiene su ADN tatuado de balas y fusiles, y sangre. Y esta es una forma de asesinar el mañana. Somos homicidas de nuestro propio futuro.

Esta es una guerra, sí, pero por el control del narco. Nosotros, los ciudadanos, ponemos los muertos. Y los gobiernos de México y EEUU, las armas. Y ellos, los encumbrados, invisibles y agazapados, dentro y fuera de los gobiernos, se llevan las ganancias.

Dedico este premio a los periodistas valientes, a niños y jóvenes que viven una muerte lenta. He preferido darle nombre y rostro a las víctimas, retratar este panorama triste y desolador, estos pasos agigantados, de tomar atajos, hacia el apocalipsis, en lugar de contar los muertos y reducirlos a números.

Este premio es como un faro de luz del otro lado de la tormenta, un puerto seguro más allá de la tempestad. En “Ríodoce” hemos experimentado una soledad macabra, porque nada de lo que publicamos tiene eco ni seguimiento, y esa desolación nos hace más vulnerables.

Y a pesar de esto, con ustedes, con este premio, puedo decir que tengo dónde guarecerme y sentirme menos solo.

Muchas gracias.

*Discurso pronunciado por Javier Valdez, abatido a tiros el lunes, al recibir en 2011 el Premio Internacional a la Libertad de Prensa del Comité de Protección a los Periodistas (CPJ)