Iñaki SOTO
IRUÑEA
Elkarrizketa
BRIAN CURRIN
ABOGADO Y FACILITADOR

«Que la sociedad haya tenido que tomar el liderazgo puede ser positivo»

Pese a ser pragmático, prudente y muy diplomático, Currin (1950) muestra cierta pasión al hablar sobre Euskal Herria y sus gentes, con las que ha compartido experiencias durante doce años. Es testigo privilegiado de la transformación que ha vivido el conflicto vasco en este periodo, desde el proceso de 2006 hasta el desarme. Tiene la determinación de seguir ayudando.

Currin participó el jueves en el Foro Social Permanente que tuvo lugar en Iruñea, en el que se trató una propuesta detallada para una hoja de ruta consensuada entre presos, sociedad e instituciones vascas, y se planteó una batería de iniciativas para avanzar en la cuestión de las personas presas.

Nos recibe el viernes en el hotel, a las afueras de la capital. El abogado aprovecha esta nueva visita a Euskal Herria para reunirse y compartir análisis con diferentes agentes políticos y sociales. Escuchar y asesorar.

Desarme excepcional

Como no podría ser de otro modo, la conversación parte del desarme. Currin cree que el paso dado por los artesanos y los representantes de Ipar Euskal Herria «ha sido un buen movimiento, dejar en manos de representantes de la sociedad ese último paso del desarme fue un paso inteligente». Haber logrado un objetivo tan importante no evita que considere «una pena que no se ocurriese antes, porque si se hubiese pensado antes… han pasado demasiados años, y si se hubiese logrado hacer antes quizás hubiéramos avanzado más».

Esto nos lleva a plantear lo excepcional de lo vivido en Baiona. «Sí, sin duda este es un caso único», confirma.

Tesis política, y antropológica

Mirando a las razones de esta excepcionalidad, no duda de que la razón es que «España no quería el desarme, si hubiese dado la luz verde me sorprendería que Francia no le hubiese seguido. Para mí resulta alucinante por qué el Gobierno español no quería este escenario».

Se aventura a ofrecer dos tesis al respecto. La primera tiene que ver con la posición política que tomó el Gobierno español tras el proceso de 2006. «Nunca más iban a negociar con ETA sobre nada, y fueron muy duros en la propaganda», recuerda. «Supongo que para ellos era muy difícil involucrarse con ETA en el contexto de un proceso de paz. El discurso era muy duro: ‘sois criminales, no hay motivación política alguna en lo que hacéis, si tenéis armas las entregáis y os detendremos porque sois criminales’». Según él «esto colocó a Madrid en una posición desde la que era muy difícil crear otra narrativa, una narrativa política».

La otra razón tiene que ver con el contraste cultural, por así decirlo. «Cuando hablo para mis colegas vascos, españoles y franceses, ellos me dicen ‘esta es la manera en la que somos’, me dicen ‘esta es la mentalidad española’». Esa incapacidad para hacer concesiones y acomodarse a los tiempos políticos resulta demoledora para él. Tras 2011 «el escenario cambia completamente, y no encuentro ninguna razón por la que no deberían hacer algo al respecto», sentencia.

Escenarios políticos

Respecto al escenario abierto en los estados tras la formación del Gobierno en Madrid y la elección de Macron en París, considera que este último «parece un político práctico, y si es así, debería acometer las últimas consecuencias del conflicto vasco, como la cuestión de los presos, con un sentido pragmático».

En relación al Estado español, recuerda que «el PP depende del apoyo de otros partidos, incluido el PNV, que acaba de llegar a un acuerdo para apoyar los presupuestos». Teniendo en cuenta esto, «imagino que los temas más críticos, como el de los presos más ancianos, el de los enfermos y el del acercamiento a Euskal Herria, estarán en sus conversaciones», aunque prefiere hablar con cautela.

Repite varias veces que lo innegable es que las cosas han cambiado en Euskal Herria y que si miramos atrás el escenario abierto aquí es muy positivo.

Lobby en Madrid

Ante el Foro Currin defendió que había que ejercer de lobby en Madrid, y teniendo en cuenta la experiencia del desarme en el Estado francés, le preguntamos si esa interlocución no se debería centrar en la sociedad civil en vez de en las estructuras. Valora esa opción, porque «no debemos olvidar que los partidos gobiernan a través de la gente y que si puedes cambiar la manera en la que la gente ve las cuestiones aquí en Euskal Herria, los partidos políticos cambiarán el modo en el que tratan los temas vascos». «Probablemente haya cometido un error pensando que los partidos políticos en España serían los que ejercerían un liderazgo en base a cómo se desarrollase la situación», asume.

Cree que las tendencias generales también afectan a los españoles, que viven una situación muy dura derivada de la crisis y ven con desconfianza a los políticos. En su experiencia, en general hay un gran desconocimiento sobre la realidad vasca. Por eso, piensa que «quizás ha llegado el momento de ir y tratar de cambiar la forma en la que esa gente piensa sobre estos temas. También la comunicación y sus estrategias se han convertido en parte central de los procesos de pacificación, porque la gente ha sido adoctrinada y ahora existen oportunidades de que se les exponga a los otros, a sus narrativas. Creo que hay oportunidades», sostiene.

Frustración y oportunidades

Currin ha compaginado su labor en Euskal Herria con otras misiones, por ejemplo en Colombia. Admite que «como profesional es muy frustrante porque no puedo sacar mi ‘libro de normas’, mis protocolos y decir, ok, esto es lo que vamos a hacer ahora porque ha funcionado y sabemos gestionarlo». En ese sentido «el caso vasco es totalmente extraordinario».

Currin cree que esto puede tener su parte positiva: «Las circunstancias han forzado a la sociedad civil a tomar el liderazgo y eso puede ser bueno. Eso no ocurrió ni en Irlanda ni en Sudáfrica. Llegará un día, en el futuro, quizás dentro de veinte o treinta años, miraremos atrás y lo positivo de todo esto es que forzó a la gente de Euskal Herria a conducir el proceso de paz. Lo que se logró fue conseguido de abajo arriba, la gente se unió y juntos afrontaron los temas, tomando por sí mismos posesión del proceso. Y mirando atrás diremos –y nos diremos a nosotros mismos–, que nunca hubiésemos sido la misma sociedad si el proceso hubiese estado dirigido por los políticos».

No obstante, sostiene que «los partidos son responsables de las cosas que les pasan a las personas que viven en este país, por ejemplo de los presos y sus familiares». Activar las soluciones supondrá un «super-esfuerzo y un gran trabajo en común» .

También ve esperanzadores los pasos dados en el tema de la reconciliación y las víctimas, «un área en la que no dependéis de la actuación del Gobierno». Ahí «se están creando espacios para construir una nueva narrativa, con gente que tiene diferentes sensibilidades y experiencias, siendo capaces de comprometerse entre ellos». En todo caso, lo que suceda en adelante «depende totalmente de lo que haga la gente ahora».

 

«El pegamento de los grandes acuerdos son los DDHH»

En su charla ante el Foro Social resaltó que es hora de alcanzar grandes consensos, acuerdos que representen la voluntad de un porcentaje muy alto de la sociedad vasca…

El resultado o la consecución de todos los objetivos del proceso de paz vasco está incrustado en la habilidad de la mayoría, y estoy hablando de un gran consenso entre partidos y sensibilidades distintas, para lograr acuerdos que pueden desarrollarse en las instituciones, y que los gobiernos los lleven a Madrid y digan «esto es lo que quiere la sociedad vasca». Estamos hablando del 80% de la sociedad. En la resolución del Foro Social hay una gran cantidad de temas que deben ser atendidos. Todos esos principios están basados en derechos humanos fundamentales, en principios de justicia y humanidad aceptados universalmente en lo que se refiere a presos, por lo que no hay nada particularmente radical en esas propuestas. Por supuesto, también sabemos que el Gobierno español no va a aceptar esas propuestas, pero va a estar en una posición difícil para rechazarlas, si son reclamadas por el Gobierno Vasco y si se presentan como el resultado de procesos que han involucrado a una inmensa mayoría de la sociedad y casi todos los partidos vascos, si son ratificados por las instituciones vascas y se presentan así en Madrid. Eso debe ocurrir.

¿Cómo se puede vincular a todos esos partidos y a una mayoría social tan amplia?

El pegamento de esos acuerdos de la mayoría vasca serán los derechos humanos, el hecho de que todos esos principios están fundamentados en normas y estándares internacionales. De hecho, todos ellos están en la Convención Europea de Derechos Humanos.I.S.