Beñat ZALDUA
BARcELONA
FINAL DE CAMPAÑA BAJO EL 155 EN CATALUNYA

De Estremera a Sant Vicenç dels Horts, Esquerra se encomienda a Junqueras

Ayer acabó la campaña más extraña que se recuerde en Catalunya. Dan fe los actos con los que cerraron tanto JxCat como ERC: los primeros con un megamitin del president Puigdemont desde Bruselas y los segundos con actos ante la cárcel donde está su líder, Oriol Junqueras, y en el pueblo en el que defienden que mañana debería poder votar.

Esquerra ha echado de menos a Oriol Junqueras. Es una evidencia en términos personales, pero también podría serlo en términos electorales. Desde la cárcel de Estremera, situó a Marta Rovira como próxima presidenta de la Generalitat, pero la candidata no empezó con buen pie tras un mal cara a cara con Inés Arrimadas en ‘‘Salvados’’, y el partido ha visto cómo Junts per Catalunya le ha ido comiendo terreno hasta sumir los resultados de mañana en una incógnita absoluta.

Confrontar con el partido naranja ha sido la forma indirecta con la que los republicanos han tratado de eliminar de la pugna a Junts per Catalunya. Lo que para JxCat es «Puigdemont o Rajoy», para los de Junqueras es «Esquerra o ciudadanos». Y que cada uno elija su dicotomía. Eso y, por supuesto, la incansable referencia al encarcelamiento de Junqueras, que ayer vio cómo el fiscal del Supremo volvió a oponerse a su puesta en libertad y cómo las autoridades de Estremera le negaban la visita de un grupo de eurodiputados. Eso sí, está confirmado que ya ha votado por correo.

Ayer el partido cerró la campaña dos veces. Por la mañana en Estremera, a pocos metros de la celda de su líder y acompañado por un grupo de ultras de extrema derecha que preguntaba «dónde está el osito». Por la tarde, las figuras más potentes de la formación dieron su mitin final en Sant Vicenç dels Horts, la localidad del Baix Llobregat de la que Junqueras fue alcalde y en la que, en unas elecciones normales, debería votar.

Ausencia omnipresente

Casi 3.000 personas, según el partido, acompañaron a las primeras espadas del partido. Ni una se olvidó de Junqueras. «El 21D les daremos una lección en las urnas, que gane ERC, un partido con 86 años y ningún caso de corrupción, por eso está Oriol en la cárcel», abrió fuego el conseller Carles Mundó –con toque a la antigua Convergència–. «Muchas gracias a Marta Rovira por poner las manos, las lágrimas, el sudor y el amor que Oriol siempre nos demuestra, eres la mejor de las herederas», siguió el también conseller Raül Romeva. «Hoy, ante la prisión de Estremera, nos hemos comprometido con Oriol y le hemos dicho que persistiremos», la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, también lo dejó dicho, igual que la consellera Dolors Bassa: «Ganaremos recordando las palabras de Oriol: somos la semilla de la victoria».

De todos los teloneros de Rovira, solo los dos primeros, Gabriel Rufián y Joan Tardà, diputados en Madrid, se salvan por el momento de la acción judicial. También Rovira, aunque su imputación ya ha sido mil veces anunciada por la prensa madrileña. Veremos. Esquerra, que también tiene a pesos pesados de su estructura como Lluís Salvadó o Josep Maria Jové en los tribunales, es ahora mismo un partido sitiado judicialmente, lo que ha condicionado notablemente su campaña.

Gobierno de amplio consenso

Tras el encarcelamiento de la mitad del Govern y el exilio de la otra mitad, Esquerra abrió periodo de autocrítica y, durante unos días, amagó con un cambio de estrategia que no se ha acabado de materializar ni verbalizar, menos aún tras ver cómo la candidatura de Puigdemont les recortaba distancia día a día con un programa monotemático basado en la restitución del Govern depuesto a través de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Pero aunque Esquerra ha reculado durante la campaña ese posible viraje, los discursos de las dos principales candidaturas independentistas siguen sin encontrar la armonía. Habrá que esperar a que mañana las urnas pongan a cada cual en su sitio para empezar a hablar de la gestión del día después. Eso sí, ninguno de los dos detalla cómo será la construcción de la República que ambos anuncian.

Ayer, Rovira quiso dejar las puertas postelectorales abiertas a múltiples escenarios al asegurar que, en ERC, el votante encontrará «la garantía de construir la República con un Govern fuerte con consensos amplios». ¿Consensos más amplios que los que tenía el Govern surgido del 27S? Lo sabremos en función de unos resultados que condicionan cualquier análisis que se pueda aventurar hoy.

Con todo, Rovira acabó ayer sacando pecho de 86 años de historia de partido. «ERC es aquella candidatura que cumple los mandatos de los ciudadanos de Catalunya. Hacemos el trabajo y por eso Oriol está pagando las consecuencias. Haremos el trabajo y lo sacaremos de allá», aseguró antes de concluir con las dos ideas fuerza con las que espera volver a la presidencia de la Generalitat ocho décadas después: «El voto para ERC tiene dos efectos: que ganen las fuerzas republicanas y evitar que Ciudadanos gane con el frontismo y las mentiras».

La suerte está echada. Solo quedan 24 horas de jornada de reflexión, ejercicio inútil en unos comicios que no dejan de ser la segunda vuelta del 1-O.

 

La CUP cierra campaña pidiendo «no echarse atrás»

«No volváis a echaros atrás y a decepcionarnos como hicisteis el 28 de octubre». Con esta petición cerró ayer campaña el candidato de la CUP, Carles Riera, en un acto celebrado en el distrito barcelonés de Nou Barris –en total realizaron cinco actos descentralizados en todo el Principat–. Ajenos al ritmo electoral que marcan las encuestas, que en términos generales les auguran un ligero descenso, la CUP despidió la inusitada campaña defendiendo que la única opción por la que pasa el futuro de Catalunya es la «plena desobediencia», dado que el 155 seguirá siempre que haya un Govern que siga la senda marcada por el 1-O. «Hasta ahora hemos hecho la revolución de las sonrisas, pero nos han puesto el dedo en la boca para ahogarnos, por lo que habrá que recordarles que también tenemos dientes», añadió de forma gráfica Riera. La número dos de la candidatura, Maria Sirvent, puso el acento en la unilateralidad: «¿Con quién tenemos que dialogar? ¿Con un Estado que nos amenaza y encarcela?».GARA