Juanjo BASTERRA

Zubialde: «Ya se están dando pasos hacia la soberanía energética»

Hace unas semanas vio la luz la «Guía hacia la soberanía energética en Euskal Herria». En este libro se fijan trece líneas estratégica globales, para después mostrar otros trece pasos que se están dando localmente. Son ejemplo de distintos pueblos con iniciativas que desarrollan un modelo alternativo. Xabier Zubialde, coordinador de esta guía, explica que la soberanía energética ya se practica, aunque todavía está dispersa y no se ha generalizado.

Xabier Zubialde, ingeniero técnico industrial, experto en instalaciones sobre edificación y miembro de la Fundación Sustrai Erakuntza, considera que se puede conseguir la «soberanía energética de Euskal Herria», que «no es una utopía», porque «ya se están produciendo pasos en diferentes pueblos que avanzan en esa dirección».

¿Qué es la soberanía energética? A esta interrogante, Zubialde responde que es «un concepto que establece un debate sobre el control de los recursos, el modelo energético y sus repercusiones sobre las personas, sobre el entorno y sobre quién debe poseer el poder de decisión sobre todas estas cuestiones». Añade que «cuando se plantea la soberanía energética es necesario entender que no se habla de autoabastecimiento energético, sino que el modelo energético debe surgir como consecuencia de una planificación democrática».

Para que se conozca y sea una «herramienta de trabajo, para reflexionar, de forma individual y colectiva», ha coordinado y elaborado la «Guía hacia la soberanía energética de Euskal Herria. 13 líneas estratégicas a nivel global. 13 pasos a dar a nivel local». El impulsor de este amplio trabajo ha sido Zazpiak Bat Harreman Sarea; la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia la han financiado; y también ha colaborado Udalbiltza. El libro se puede conseguir en www.sustraierakuntza.org, en euskara, castellano y francés.

Incitar al debate social

Zubialde comentó a GARA es necesario producir un debate social y presentó el libro «como una azada en una huerta: si está quieta y nadie la coge, la huerta no se hace. Hay que desgastar la azada para que la huerta dé sus frutos. Este libro es una herramienta para que sea utilizada, trabajada a nivel de los pueblos, de colectivos sociales y sindicales, de partidos y de todo aquel que quiera, para dar pasos adelante hacia otro modelo energético y social, que es la soberanía energética».

El coordinador de la obra explica que «la energía se identifica como uno de los factores clave en el equilibrio social con lo económico y lo medioambiental. Juega un papel de gran relevancia en la determinación de las características del tejido económico de un pueblo y del modelo de sociedad al que se tiende, y además produce uno de los mayores impactos sobre el medio ambiente».

Resalta que Euskal Herria tiene «un bajo autoabastecimiento energético, ya que la mayoría de la energía que se consume hay que importarla del exterior». En el conjunto del país solo se produce el 8% de la energía que se consume. «El debate que se propone con este libro va mucho más allá. Porque si llegásemos al 100% de producción, porque aparece un pozo de petróleo, no sería soberanía energética; eso sería autonomía energética».

Ante este panorama, destaca que «lo que toca a la sociedad es dejar de defendernos y pasar a la acción, la iniciativa, y a plantear alternativas reales y concretas desde la propia sociedad. Deben ser alternativas de defensa».

De hecho, en el libro, tras fijar trece líneas de estrategia global, se plantean trece pasos a dar a nivel local con ejemplos directos que se desarrollan en diferentes puntos de Euskal Herria. Para el autor del trabajo, las experiencias que ya se están produciendo están «dispersas, pero habría que ordenarlas», de ahí que la «Guía hacia la soberanía energética de Euskal Herria» sea una herramienta para «abrazar el futuro».

Un mensaje sin divagaciones

Los trece pasos, «que podrían haber sido más o menos», puntualiza, incluyen desde las primeras experiencias sobre el diagnóstico hasta el ahorro de energía térmica y eléctrica, pasando por la eficiencia energética, sensibilización social, participación ciudadana, consumo local, gestión de residuos, gestión del agua, planificación municipal, red energética pública, energías renovables y edificios de bajo consumo.

En cada uno de ellos se encuentran experiencias diversas en algunos puntos de Euskal Herria. «Son elementos que nos llevan hacia el cambio social. Tenemos que tener un mensaje conceptualmente unísono y no entrar en divagaciones confusas». Para ilustrarlo, Xabier Zubialde comenta que «cuando hablamos de soberanía energética solemos fijarnos mucho en las bombillas. Ponemos unas de bajo consumo y miramos al techo. Sin embargo, no nos damos cuenta de que se puede ahorrar más energía consumiendo un tomate ecológico producido al lado de tu casa que cambiando la bombilla».

Ese ejemplo sirve para otros productos, como pantalones o zapatillas «porque no nos preguntamos en qué condiciones laborales se han fabricado, ni el consumo energético, ni el coste del transporte». Por eso aclara que «la energía es un elemento que está detrás de todos los movimientos económicos de la sociedad, desde la agricultura al transporte y a la alimentación. Todo tiene detrás una huella energética, un coste». Añade que «cuando vemos que el modelo energético está hecho un desastre, eso es un síntoma directo de que la sociedad organizativamente y su modelo social están hechos un desastre».

El impulsor de esta herramienta de debate admite, por otro lado, la dificultad que entrañan estas actuaciones, más teniendo en cuenta las grandes multinacionales que están detrás del sector energético y que no buscan esa eficiencia, sino el consumo para poder facturar más y obtener mayores beneficios. Explica Zubialde que, cuando el sector «se liberalizó-privatizó, con las comillas más grandes que se le puedan poner, en la época del presidente español Aznar, se tomó la decisión de que pasara de lo público a lo privado. La gente no entiende eso».

Una situación surrealista

Añade que «en Navarra, que conozco bien, la producción de energía no está en manos del Gobierno, sino de la iniciativa privada. Es decir, cómo y cuánto se produce lo deciden unas empresas. Diez años después de la liberalización, vemos que el año pasado se produjo más del doble de la electricidad que consumimos. Es surrealista. Esa situación tiene consecuencias, porque el gas llega a las centrales de Castejón -una de ellas ilegal según los tribunales- para transformarse en energía y a quienes viven alrededor de ese destino les produce problemas de salud. Es un negocio especulativo. De ahí, irá por una línea de alta tensión a Gipuzkoa, con consecuencias para los pueblos que atraviese. Esa planificación no es democrática. Ninguna institución ha tomado esa decisión. No puede seguir en manos privadas la energía, que debe ser un bien público».

Indica que, en este contexto, «no se puede convivir con las multinacionales del negocio» y que «se debe ir a la confrontación cara a cara» para lograr «que sea el pueblo quien tenga la capacidad de decidir».

Zubialde insiste en que, ante esta situación de consumismo energético, con el precio cada vez más caro, «nos jugamos nuestro futuro» y, cuando afirma esto aclara que está haciendo referencia «a la soberanía energética y a la alimentaria». Tengo que decir -precisa antes de concluir la conversación- que en muchos municipios de Euskal Herria ya se trabaja bajo estos conceptos energéticos».

Más consumo y menos dinero para la factura


El libro-guía analiza el enorme consumo de energía en el planeta. «En cuanto a energía primaria, en 1992 se consumían 7.000 toneladas equivalentes de petróleo (TEP) y en 2005, antes de la crisis, se llegó a 11.000, un 60% más», explica Xabier Zubialde, para añadir que «el modelo social que se ha impulsado en las últimas décadas ha llevado a un mayor consumo de energía». Y advierte de que «ningún plan energético, de eficiencia o de energía renovable va a conseguir modificar esta tendencia».

La realidad también confirma que «aunque la población ha aumentado, el consumo de energía lo ha hecho más deprisa». Se calcula que por persona se ha pasado de consumir 2 TEP hace 30 años a 3,5 en 2008. Eso tiene un coste; en Euskal Herria, en 2012 la factura energética ascendió a 9.060 millones. Zubialde destaca que ese dato choca con la pobreza energética, porque se sabe que en Nafarroa 10.000 hogares (45.000 personas) en la pobreza severa no pudieron pagar la energía. «Si extrapolamos el caso de una familia y una vivienda, vemos que hay más consumo, más gasto y menos dinero, quiere decir que por esa vía nos llevan a la pobreza energética a toda la sociedad». J.B.

Desde el bioclimático Enertic de Donostia hasta el centro residencial de Sesma

En el libro se ponen en valor trece acciones locales y en cada una de ellas aparecen una serie de ejemplos en los que se aplican procesos de energía eficiente. Xabier Zubialde remarca que el último paso, el de los edificios de bajo consumo refleja «la propia metáfora de esta sociedad» y son elementos claves que indican que la soberanía energética «está entre nosotros», aunque de forma aislada. Son ejemplos a escala, que en esta guía muestran los pasos y los contactos que se pueden obtener para avanzar en estas mejoras.

En este bloque de instalaciones de bajo consumo aparecen edificios bioclimáticos como el de Enertic, en Donostia, viviendas unifamiliares en Lapurdi certificadas con «Passivhaus», como la casa Arkarats (en Deierri, Nafarroa), o una bioconstrucción en Matauku (Araba). Entre estos también se encuentra el Orona Zero, que esta cooperativa tiene en Hernani, o edificios familiares en Gernika y Iurreta, y el residencial bioclimático de Sesma, también en territorio navarro. Y uno instalado en Aramaio destaca por ser una vivienda de mínima huella ecológica y de alta eficiencia.

También se describe el edificio Lorenea, centro de interpretación de la sostenibilidad en Noain, que es una bioconstrucción dependiente del Ayuntamiento.

En la guía también se expone el caso de un edificio bioclimático en el ekocamping de Arbizu y una vivienda bioclimática residencia en Maule. Por último, entre los edificios de bajo consumo se cita una vivienda particular en el centro de Bilbo, en la calle San Francisco ,que se ha rehabilitado siguiendo los criterios de «Passivhaus», con lo que se consigue «una baja demanda energética y una optimización del confort».

En la publicación aparecen alrededor de un centenar de casos, de acciones y medidas que se están tomando para terminar con el «consumismo energético exagerado».

Como explica Zubialde, «lo que nos interesa con esta publicación es que, como decía al comienzo, tenemos que utilizar y desgastar esa azada, esa herramienta, que es este trabajo amplio. Porque es necesario que entre todos hagamos una reflexión colectiva, porque yo también veo que faltan, y quizás sobran, algunas cosas. Necesitamos avanzar» . J.B.