Pablo GONZÁLEZ Enviado especial Kiev
CRISIS EN UCRANIA

Kiev recuerda a los caídos en el Maidán

Numerosos actos recuerdan estos días en la capital ucraniana los trágicos sucesos que costaron la vida a más de un centenar de personas y que supusieron el inicio de una época de inestabilidad que todavía persiste. El desánimo se extiende entre los ucranianos.

Ucrania recuerda durante este fin de semana los sucesos ocurridos hace un año en Kiev, capital del país, donde entre el 19 y el 21 de febrero de 2014 murieron más de un centenar de personas. Esos hechos supusieron el punto de inflexión de las protestas que llevaban celebrándose en el país desde finales de noviembre de 2013, cuando el entonces presidente, Viktor Yanukovich, se negó a firmar el Acuerdo de Asociación de Ucrania con la Unión Europea.

Al no suscribir Yanukovich aquel documento, las fuerzas opositores iniciaron movilizaciones por todo el país y las semanas siguientes acudieron a la capital. Tal y como había ocurrido en 2003-2004, en la Plaza de la Independencia de Kiev, conocida como Maidán (que significa plaza en ucraniano) se levantó un campamento de tiendas de campaña en las que se instalaron los manifestantes.

Imágenes de vídeo tomadas entonces y conocidas ahora desmienten la versión popular de que quienes acamparon en Maidán eran estudiantes. Ahora se sabe, gracias al material gráfico que los primeros manifestantes fueron activistas políticos de la oposición, como el actual alcalde de Kiev, Vitali Klitschko» uno de los vicepresidentes del actual Parlamento actual, el nacionalista ucraniano Andrei Parubiy, o la diputado Olesya Orobets.

A ellos se les fueron uniendo, como fuerza de protección, jóvenes miembros de grupos de aficionados ultras de diversos equipos de fútbol, principalmente del Dinamo de Kiev. El objetivo de estos jóvenes era proteger las protestas de una posible intervención de la Policía para desalojar el centro de la capital. Ellos fueron también la punta de lanza de los concentrados cuando necesitaron cargar contra las fuerzas de orden para presionar al Gobierno.

Las protestas en Kiev fueron evolucionando y radicalizándose en enero del 2014. Finalmente, en febrero, cuando parecía que se iba a producir un acuerdo entre la oposición y el Gobierno de Viktor Yanukovich, sucedieron unos hechos que cambiaron radicalmente la situación y provocaron la caída del Ejecutivo y forzaron al presidente a huir del país hacia Rusia, como se supo después.

Francotiradores en el Maidán

Lo que originó el precipitado cambio de Gobierno y de jefe del Estado fue la muerte de cerca de un centenar de personas en la zona de protestas, el Maidán de Kiev. Unos francotiradores, todavía por identificar, abrieron fuego indiscriminado tanto contra los manifestantes como contra la Policía. Eso provocó una mayúscula indignación en el país y la oposición responsabilizó a las fuerzas de seguridad de lo sucedido.

Viktor Yanukovich no aguantó la presión y salió del país. La Rada Suprema, el parlamento ucraniano, fue convocada, aunque no se presentaron todos los diputados y la mayoría de los representantes del Partido de las Regiones del derrocado presidente fue intimidada por activistas y miembros de los mismos grupos ultras que protagonizaron las protestas más violentas.

El Gobierno de supuesta unidad nacional que fue constituido no contaba con un solo miembro del Partido de las Regiones ni del partido Comunista de Ucrania. Sin embargo, estaban los nacionalistas -antes conocidos como nacional-socialistas (nazis)- de Svoboda y todos los activistas de la oposición, aunque antes no tuvieran demasiado apoyo popular.

La reacción de los países occidentales, la UE y EEUU fue reconocer el nuevo Ejecutivo surgido de las protestas, aunque, sin lugar a dudas, la llegada al poder de esas fuerzas fue un golpe de Estado. Este argumento fue utilizado por Rusia para negarse a reconocer eso Gobierno y empezar a apoyar, organizar y dirigir, en algunos casos, a los movimientos que se rebelaron contra las nuevas autoridades de Kiev.

Lo que vino después es conocido. Rusia se anexionó Crimea después de que la población local junto a los militares rusos bloquearan de facto la península, se celebrara un referéndum de autodeterminación y se declarara la independencia.

A los pocos días, las protestas que se desarrollaban desde unas semanas antes en la región del Donbass, derivaron en un levantamiento anti-Kiev. Slovyansk, Kramatorsk, Donetsk y Lugansk fueron los centros de la revuelta, ante la que Kiev reaccionó lanzando una operación «antiterrorista» para combatir a los rebeldes, que supuso la declaración de facto de una guerra civil que dura hasta el día de hoy.

Homenaje en Kiev

Con la perspectiva del último año, los ánimos están bajos en toda Ucrania. Kiev no es la excepción. A los muertos en febrero de 2014 se empezó a llamar «la centuria del cielo». Las centurias eran las divisiones utilizadas entre los manifestantes que ocupaban el centro de Kiev con el objetivo de protegerse en caso de ataque de las fuerzas policiales. Llegó a haber más de veinte centurias.

Ellos han centrado los homenajes, aunque la difícil situación que atraviesa el país ha deslucido los actos conmemorativos que, sin embargo, han sido muy concurridos. Desde febrero del año pasado han fallecido en Ucrania cerca de seis mil personas, en su inmensa mayoría en la zona del Donbass. Por eso, para la gente es difícil homenajear solo a los caídos en unas protestas.

Porque aquellas muertes supusieron no solo el final de un Gobierno que a muchos ucraniano disgustaba, sino que abrieron la puerta a los sucesos más trágicos de la historia moderna de Ucrania.

Además, la situación se ha visto agravada por la crisis económica. En un año la grivna, la moneda ucraniana, ha sufrido una caída espectacular al pasar de las 11 grivnas por euro en enero de 2014, a las más de 30 en la actualidad.

Actos paralelos en Moscú

Rusia también recordó los sucesos que derivaron en el derrocamiento de Yanukovich y alrededor de 35.000 personas, según la Policía, recorrieron ayer el centro de Moscú en una marcha para condenar la revuelta del Maidán. Los manifestantes, convocados por un centenar de organizaciones sociales, portaron banderas rusas y pancartas que rezaban consignas contra aquellas protestas que muchos en Rusia, incluidas las autoridades, con el presidente Vladimir Putin al frente, cconsideran un golpe de Estado.

La protesta concluyó con un mitin en la plaza de la Revolución de la capital rusa, aledaña a la plaza Roja y prácticamente junto al Kremlin, una zona vetada para las manifestaciones de la oposición extraparlamentaria rusa.