Santiago Noriega

El tsunami creativo de Masecki arrasó el Teatro Principal

La locura creativa del dúo polaco formado por el pianista Marcin Masecki y el batería Jerzy Rogiewicz dejó en shock al público del Teatro Principal. En Mendizorrotza la trompetista Yazz Ahmed y el grupo de fusión Snarky Puppy interpretaron la música más popular y amable hasta el momento.

Los polacos Marcin Masecki y Jerzy Rogiewicz, en el Teatro Principal.
Los polacos Marcin Masecki y Jerzy Rogiewicz, en el Teatro Principal. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Teatro Principal

Marcin Masecki y Jerzy Rogiewicz

Todo parecía del revés y sin embargo todo cobró sentido. En un escenario de considerables dimensiones en el que se esperaba tan solo a dos músicos, es extraordinariamente poco habitual que estos no se sitúen uno frente a otro. Hubiera sido tan sencillo como colocar la batería del otro lado del piano, enfrente del pianista. De esta manera, ambos músicos podrían cruzarse las miradas y trasladarse información sin realizar apenas un gesto visible para el público. Pero no era así como estaban colocados los instrumentos. El piano ocupaba el centro del escenario, situando al pianista en dirección a la derecha del escenario visto desde el público, mirando hacia un lateral, mientras que la batería quedaba situada a la espalda del pianista, un poco más al fondo del escenario, haciendo imposible que ambos se cruzasen las miradas. Eso sí, Jerzy Rogiewicz podía ver todos los gestos e intenciones de Masecki, pero nunca al revés.

Sin mediar palabra salen los músicos al escenario y Masecki se abalanza sobre su piano, desarrollando una introducción que desembocaría en un frenético y alocado ragtime al que se iría sumando paulatinamente el percusionista, y que acabaría en una especia de cómica e hilarante carrera en la que la batería nunca llegó a alcanzar al piano. Demasiado pronto, demasiado rápido, demasiado frío. Así como cuando uno sale de un coche tras viajar con el aire acondicionado a tope y se encuentras con los cuarenta grados de estos días se quedó el publico del teatro. Demasiado rápido, demasiada información, demasiado pronto y cogidos por sorpresa.

Tras la andanada inicial y en un castellano bastante bueno, Masecki trató de explicar al público el concepto fundamental del concierto. No le resultó fácil pues tuvo que pararse a tomar aliento tras la descarga de energía, algo llamativo teniendo en cuenta que el concierto no había hecho mas que comenzar. «¿Por qué ragtime?» Lanzó esta pregunta al aire y él mismo se respondía: «Bueno, pues ni idea». Tras sacar la sonrisa al público explicó que en las casas de ambos, desde pequeños, se escuchaba y se tocaba esa música, por lo que enseguida pasó a formar parte de su mapa musical y por ello, les surgió la idea de llevar adelante este proyecto, tratando de dignificar y llevar a los escenarios una música que a partir de cierto momento se quedó ligada a las escenas cómicas de las películas de Disney, en sus propias palabras.

A partir de ahí se volvió al piano y el concierto siguió desarrollándose tal y como había comenzado, frenéticamente. Si el ragtime tiene una característica concreta es que la base de su música es muy simple. Todos recordamos el ritmo de los temas de Scott Joplin usados como banda sonora de la película ‘El golpe’. Melodías muy dinámicas sobre un ritmo repetitivo y machacón. Pero que nadie se lleve a engaño. La trampa estaba en su mano derecha, ya que mientras la izquierda hacía todo el tiempo lo previsto y previsible, la derecha parecía pertenecer a otro cuerpo, estar dirigida por otra persona en otro lugar y tocando otra canción. Es posible ver a músicos llevando bien o mal el ritmo con las dos manos, pero ver a alguien capaz de mantener el ritmo en una mano, y desatenderlo en la otra implica necesariamente una voluntariedad. Tocar con la mano derecha donde la izquierda no quiere que toques y colocar las melodías, desplazadas en el tiempo, en lugares incómodos e inauditos, aparentemente más inauditos para el público y su compañero en escena que para el propio pianista.

Así, de esta manera, llegó el final del concierto como si nos hubieran robado el tiempo, y es que cuando algo te mantiene atrapado y se lleva toda tu atención, los minutos vuelan, de forma que, mientras aun estábamos tratando de interpretar algo de lo que en el escenario sucedía, los músicos ya se estaban despidiendo. Alguno necesitaría mirar su reloj de nuevo antes de reconocer que ciertamente el concierto había durado lo habitual, pero todo había transcurrido a otra velocidad. Tras recibir el beneplácito de la organización para satisfacer los deseos de un público puesto en pie y al que le dolían las palmas de aplaudir, el dúo interpretó un bis que transcurrió tan fugazmente como todo lo previamente acontecido. Originalidad, brillantez, naturalidad e inspiración a raudales es lo que dejaron Masecki y Rogiewicz a su poso por el festival gazteiztarra.

Mendizorrotza

Yazz Ahmed, jazz oriental electrónico

La jovencísima trompetista de origen bahreiní pero asentada en Londres se presentaba en el escenario del polideportivo acompañada por su banda habitual. La formación compuesta por el vibrafonista Ralp Wyld, el batería Martin France y el bajista David Manington ofreció un recital basado en temas cuyas melodías surgen del rico abecedario de las escalas de Oriente Medio, que no dejan de ser a su vez puramente mediterráneas, y que apenas nadie puede ya distinguir entre una cosa y la otra.

A los cuatro componentes del grupo había que añadir los pads de efectos que llevaban todos los componentes de la banda excepto el vibrafonista, y que salvo el batería que tenía un interesante efecto de delay sobre el bombo que activó sin que nadie se percatara de ello, y desactivó después con igual discreción, los otros componentes estuvieron tan preocupados de sus instrumentos como de sus efectos. Esto sin duda no hace sino interrumpir el discurso musical general, si bien aporta esa capa de modernidad tan apreciada por el gran público. La trompetista tuvo la ocasión de corroborar ante la audiencia el sonido característico y maduro que atesora tanto con la trompeta como con el fliscorno, evocando siempre al Miles eléctrico de la década de los 80. Por lo demás, un concierto sobrio en el que destacó el buen hacer y algunos solos interesantes a cargo del baterista, que junto con la líder del grupo aportaron los momentos más destacados de la actuación.

Snarky Puppy, el grupo de fusión de moda

La formación original de Texas liderada por el bajista y compositor Michael League ofreció un concierto lleno de energía, aportando los sonidos más rockeros a la programación del festival. Una banda compuesta de virtuosos intérpretes que se fueron turnando a lo largo de los diferentes temas para construir sus solos y hacer las delicias de un público que según se acerca el fin de semana va siendo cada vez más numeroso. Un público que tuvo la fortuna de escuchar anticipadamente los temas que aparecerán en su próximo trabajo discográfico, ya grabado pero que no será editado hasta el mes de septiembre, y con los que se cerraba esta tercera jornada del Festival.