Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua
Interview
Corneliu Porumboiu
Cineasta

«Cada vez me divierte más jugar con los géneros cinematográficos»

Nacido en Vaslui (Rumanía) en 1975, su ópera prima, ‘12:08 al este de Bucarest’ (2006) obtuvo la Cámara de Oro en Cannes. Desde entonces se ha ido consolidando como una de las voces más singulares del llamado ‘nuevo cine rumano’. Ahora estrena ‘La Gomera’, su quinto largometraje de ficción.

El director de cine Corneliu Porumboiu. (NAIZ)
El director de cine Corneliu Porumboiu. (NAIZ)

​En ‘La Gomera’, Porumboiu se aleja de Rumanía para trasladarse a Canarias, aunque eso no significa que su nueva película, una desopilante historia de mafiosos de medio pelo y policías corruptos, no esté conectada con la realidad social de su país. Dicha conexión, no obstante, resulta mucho más sutil y heterodoxa que en anteriores largometrajes.

​¿Cómo surge la idea de esta película? ¿qué es lo que le condujo a rodar en La Gomera?
Hace como doce años tuve la ocasión de ver un documental en la televisión francesa sobre La Gomera y más específicamente sobre el lenguaje del silbo que me pareció una cosa extraña, curiosa, cargada de poesía. Eso hizo que me pusiera a leer artículos sobre el tema pero no fue hasta hace cinco años cuando esa curiosidad terminó por germinar en una historia que fue la base de esta película.

La necesidad de articular un lenguaje para comprender al otro y la frustración que genera el hecho de que esa comunicación esté, finalmente, condenada al fracaso, es un asunto que está en todas sus películas.
Creo que el hecho de hacer películas, en mi caso, refleja muy bien ese deseo de abrir vías de comunicación, pero al mismo tiempo se trata de algo que hago inconscientemente y creo que a mis personajes les ocurre un poco lo mismo. Pero yo nunca me he puesto a escribir una película pensando ‘voy a hablar sobre la incomunicación’ o ‘quiero que mis personajes sean un reflejo de esto o de aquello’.

Pero hay temas que se repiten a lo largo de toda su obra. En ‘La Gomera’ vuelve a mostrar las tensiones que afloran entre un grupo de individuos que aúnan esfuerzos para alcanzar un objetivo común pero que, poco a poco, empiezan a actuar por su cuenta y terminan por traicionarse los unos a los otros.
Sí, es cierto, es algo que yo creo que viene motivado por una reflexión sobre el concepto de libertad y sobre dónde están los límites de nuestra libertad individual en relación con las necesidades de la comunidad de la que formamos parte. Es un tema que siempre me ha preocupado y supongo que tiene que ver con el hecho de haber crecido durante la época del régimen comunista cuando todas tus acciones quedaban supeditadas al interés colectivo.

¿En qué medida cabe asumir su cine como un reflejo del devenir sociopolítico de Rumanía?
Vuelvo a lo que te decía antes, yo cuando ruedo mis películas no busco dar testimonio de nada en concreto. Pero es cierto que, aun de manera inconsciente, mi cine está realizado en un contexto social, y mi mirada es la de alguien que vive en ese contexto. Como tal, asumo que mis películas puedan generar ese tipo de lecturas.

Sin embargo, en ‘La Gomera’ esa conexión con el pasado reciente de su país no resulta tan explícita como en sus anteriores trabajos. ¿Diría de que se trata de su película más libre?
Yo creo que sí, poco a poco me he ido liberando de esa exigencia que tenía cuando empecé por hacer un cine apegado a la realidad social de mi país y ahora estoy en una fase donde me interesa más jugar con los géneros, con los formatos y avanzar hacia un tipo de propuestas que sin renunciar a esa conexión, estén más abiertas al gran público. Yo creo que es algo que empecé ya a experimentar con ‘El tesoro’, mi anterior largometraje. Por primera vez me dejé llevar de manera clara por las servidumbres del cine de género, pero lejos de acatarlas intenté subvertirlas en una mezcla de registros que, sobre el papel, me atraía. Jugar con los géneros es algo que me da mucha libertad como director y cada vez me divierto más haciéndolo.

En esta película usted apuesta por el cine negro aunque sin renunciar a esa mezcla de géneros que enriquece el relato ¿Por qué adoptó el noir como punto de partida?
Una vez tuve definidos los personajes, estuve pensando como ponerlos en relación y como abordar el tema de la película. Me interesaba crear una atmósfera casi onírica y no tanto que el espectador se fijara en los hechos en sí o en los pequeños detalles. No quería trabajar en un registro de representación realista. Así que pensando en porqué alguien estaría interesado en aprender el lenguaje del silbo, enseguida se me ocurrió que el protagonista lo aprendería como una especie de lenguaje en clave que termina por volverse indispensable para él de cara a garantizar su supervivencia. Y esa abstracción fue la que me condujo a los códigos de representación del cine negro y a la narración en flashbacks. Es decir, para mi el noir no fue un punto de partida sino un lugar al que llegué buscando las herramientas que me ayudasen a construir el tipo de película que quería hacer.

Cuando antes hablábamos de las conexiones entre esta película y sus largometrajes anteriores, resulta evidente como ‘La Gomera’ entra en diálogo con ‘Police Adjective’.
Sí, de hecho el documental que te comentaba antes sobre el lenguaje del silbo y que dio origen a esta película, lo vi poco después de haber rodado ‘Police Adjective’ y el protagonista de ‘La Gomera’ parte de uno de los personajes de aquella película, concretamente del jefe de policía. Me pregunté como había tratado el tiempo a aquel comisario seguro de sí mismo y riguroso en exceso. Y entonces me lo imaginé abatido, descreído, profesionalmente degradado y corrupto. En este sentido, es cierto que ese diálogo entre mis películas existe y que habrá quien asuma ‘La Gomera’ como una secuela de ‘Police Adjective’.

En esas tensiones que nutren su cine hay una muy evidente entre tradición y modernidad.
Sí, pero más allá de que sea algo que está más o menos presente en las historias que cuento, creo que también se manifiesta en el modo que tengo de contarlas, por así decirlo. Por ejemplo, el servirnos de cámaras de seguridad para narrar una parte de la historia hace que esa tensión aflore de manera muy evidente porque ya no se trata de usar la cámara para contar una historia sino de que, en nuestros días, las historias acontecen delante de las cámaras. Y luego también hay una mezcla entre tradición y modernidad en la construcción de los personajes, el de Gilda, por ejemplo está moldeado a partir de arquetipos clásicos como el de la ‘mujer fatal’ pero al mismo tiempo ella se sirve de ese perfil para ocultar su verdadera identidad.