Arnaitz Gorriti

Moneke es el tercer máximo anotador de la Euroliga y Sedekerskis, el mejor reboteador

El nigeriano es, además, el segundo jugador más rápido en la historia del Baskonia en alcanzar los 100 puntos en la Euroliga, amén de ser el cuarto jugador con mejor valoración media y uno de los estandartes del cuadro gasteiztarra desde que llegara en verano.

Chima Moneke se cuelga con rabia ante Olympiacos.
Chima Moneke se cuelga con rabia ante Olympiacos. (@EUROLEAGUE)

«Me veis sonreír, pero por dentro estoy muy enfadado y siento que tengo algo que demostrar», declaró Chima Moneke en la rueda de prensa de su presentación como nuevo jugador de Saski Baskonia. El ala-pívot nigeriano, que se hizo conocido un par de años antes por su gran temporada en Manresa, venía de una campaña 202s/23 difícil, en la que se había sentido menospreciado así en la NBA como en el AS Mónaco de la Euroliga.

«Los San Antonio Spurs ni me miraron, ni me tuvieron en consideración, y en Mónaco, el entrenador –Sasha Obradovic– limitó mi forma de jugar», reconoció sin pelos en la lengua, una característica que acompaña al jugador allá donde va y también cuando asoma el hocico en las redes sociales, cosa que es bastante frecuente.

Aunque la andadura de Saski Baskonia en este largo inicio de temporada no está siendo el deseado, con el conocido cambio de entrenador incluido, Moneke está siendo uno de los jugadores que mejor rendimiento está ofreciendo; desde luego, de entre los fichajes de la escuadra gasteiztarra, está siendo el más solvente, por no hablar de su conexión con la grada.

«Joan –Peñarroya– me gusta. Es un buen entrenador y una buena persona, y me duele que se haya ido», reconocía en una entrevista en vísperas de que los gasteiztarras asaltasen El Pireo por quinta vez en su caminar en la Euroliga. Evidentemente, la canasta ganadora de Codi Miller-McIntyre está en la retina de todo el mundo, pero el jugador más valorado de los baskonistas no fue otro que Chima Moneke, con 28 créditos luego de haber sumado 20 tantos –6 de 7 en tiros de dos, 2 de 2 en triples y otros 2 de 2 en tiros libres–, cuatro rebotes, dos asistencias y dos robos. Fue, sin duda, uno de los artífices del parcial de 9-30 del segundo cuarto que hicieron a Saski Baskonia llegar al descanso con un 35-50 favorable, en lo que fueron los mejores diez minutos de toda la temporada de los gasteiztarras.

Y luego, claro está, dejó su toque personal en la entrevista post partido. «Prefiero ganar por un punto y como hemos ganado que de veinte puntos, porque esto demuestra el carácter del equipo», declararía el nigeriano, que con su dorsal número 95 a la espalda es el tercer máximo anotador –en promedio– de esta Euroliga, así como el cuarto mejor valorado.

Después de perderse el partido de Atenas frente a Panathinaikos por una sucesión de golpes en la cadera en partidos anteriores, sobre todo ante Zalgiris y Unicaja, Moneke suma un partido menos que la mayoría de los jugadores, pero su media de anotación en los seis partidos que ha disputado es de 17,7 puntos, solo por detrás de los 20,3 que promedia Nikola Mirotic y los 19,2 de un viejo compañero pero no amigo como es Mike James en el AS Mónaco. La elección de «viejo compañero pero no amigo» no es gratuita para nada, toda vez que Mike James llegó a ser apartado del cuadro monegasco por Sasha Obradovic luego de que el base nacido en Portland tuvo una serie de desplantes en público bastante feos con el propio Moneke. Eso sí, cuando llegó la Final Four, Obradovic recuperó a Mike James y atornilló a Moneke a la banqueta.

Sea esa rabia la que impulsa al nigeriano o no, es también el cuarto jugador mejor valorado en lo que se lleva de Euroliga, con una media de 22,7, solo por detrás de los consabidos Mirotic y James y también de otro exbaskonista como Tornike Shengelia.

Una rabia a veces disimulada con el buen humor, como se vio en no pocos vídeos cuando tuvo un «careo chistoso» con James Nunnally, justo en el momento en el que Moneke se disponía a lanzar los dos tiros libres que supusieron la victoria por 84-83 de Saski Baskonia sobre el Partizan de Belgrado la semana pasada. El ala-pívot baskonista no perdonó aquellos tiros libres, aunque a medio camino entre la relajación y el recochineo, poco después Moneke volvería a posarse en la «línea de los suspiros»... para fallar sus dos lanzamientos con toda la displicencia del mundo.

Esta objetiva aportación no puede ocultar sus lagunas en defensa o que a veces su actitud ayuda a espolear al rival, como se vio con su grito en El Pireo cuando machacó a la contra en 43-61; tanto molestó a los hinchas y jugadores de Olympiacos la reacción de Moneke, que el propio equipo heleno reaccionó y por poco se llevó el partido. Pero el propio Moneke admite estar loco, o eso dice él, y por lo pronto, ni el socorrido «militarismo» en las formas de Dusko Ivanovic, de quien ha destacado la claridad de su mensaje, le ha puesto coto, señal de que al de Bijelo Polje le vale que Chima Moneke juegue y sea él mismo en la cancha.

Además, Moneke ha precisado seis partidos para llegar a los 100 puntos en la Euroliga, igualando en esos guarismos a Markus Howard, superando a jugadores como Bourousis, Mottola o Tomasevic, que precisaron siete, y quedándose solo por detrás de un tirador de leyenda como Arvydas Macijauskas, que con cinco partidos pudo llegar a la centena en la campaña 2003/04, su entreno en la máxima competición europea por clubes. No parece tener Moneke el perfil de un anotador puro, pero gracias a su versatilidad, pudiendo tirar de fuera –promedia un 53% de efectividad– y penetrar hasta debajo del aro, está logrando sumar con inesperada facilidad –amén de promediar 6,2 rebotes, séptimo mejor reboteador de la Euroliga–, todo ello teniendo en cuenta de que es un ala-pívot que no llega a los dos metros.

La labor sorda de Tadas

El término «soldado de Dusko» es odioso y no se va a volver a utilizar aquí, porque tratar el deporte como trasunto de la guerra no hace sino apelar a los más bajos instintos de la gente, cuando el deporte tiene otros valores colectivos mucho más beneficiosos para la sociedad.

Y Tadas Sedekerskis es el ejemplo palmario de esos valores de solidaridad, generosidad en el esfuerzo y entrega y compañerismo. Sedekerskis salió a la palestra a hablar como capitán cuando Joan Peñarroya pendía de un hilo ya roto y asumió la responsabilidad de la plantilla. Con Dusko Ivanovic al frente, el alero lituano, nuevamente reubicado en la posición de ala-pívot, está respondiendo desde una labor sorda y que muchas veces solo se ve al final del partido.

Con 12 puntos, 13 rebotes, tres asistencias, un robo y un tapón, el jugador báltico sumó una valoración de 27, justo por detrás de Moneke, siendo a su vez otro de los nombres propios del despegue gasteiztarra en el segundo cuarto. Cierto es que Alec Peters le hizo sufrir pero jamás le perdió la cara al partido y es por eso que Dusko Ivanovic le dio 35 minutos frente a Olympiacos.

Sedekersis promedia 10 puntos y 9,3 rebotes por partido, siendo el líder en el apartado reboteador de toda la competición, con casi dos rechaces de diferencia respecto del segundo clasificado, Nikola Mirotic. El jugador lituano captura más de dos rechaces ofensivos por partido, con lo cual Saski Baskonia se procura no pocas segundas opciones. El capitán baskonista es también el noveno jugador que más tiempo permanece en cancha, con más de 29 minutos y medio por partido.

No hay que olvidar que Sedekerskis pasó de ser MVP de la jornada en la Liga ACB frente a Unicaja en la tercera etapa de Dusko Ivanovic, a ser carne de banquillo a las órdenes de Neven Spahija. Asimismo, la selección lituana ha descubierto este verano una alternativa inmejorable en el jugador baskonista ante las ausencias notables de la selección báltica, dada precisamente su versatilidad, su juego sin balón y su sacrificio en defensa y rebote.

Habrá que ver qué futuro tiene este jugador que llegó siendo un adolescente al Baskonia, como una de las grandes promesas del baloncesto europeo. Y si bien su trayectoria no ha confirmado ese estrellato, los equipos punteros del baloncesto continental saben del valor de Tadas Sedekerskis, como una de las piezas que siempre está ahí porque nunca falla.