Rayco Sanchez, Opio Errebeldea

Tres décadas de amistad entre Athletic y Newcastle

El enfrentamiento entre Athletic y Newcastle de hace 30 años en la Copa de la UEFA dio pie a una amistad entre los aficionados ‘leones’ y ‘urracas’. Tres décadas después, como reflejo de esta amistad, una ikurriña con los escudos de ambos clubes continúa en un fondo de St. James' Park

Adam Stoker y Graeme, dos aficionados del Newcastle.
Adam Stoker y Graeme, dos aficionados del Newcastle. (R.S.)

Decía el compañero Galder Reguera en la presentación de su último libro ‘Vida y Obra’ que hay una fina línea que separa en la memoria: las vivencias vividas personalmente de las ajenas que uno ha escuchado y considera como propias. Yo recuerdo, como si fuera ayer, el partido entre Athletic y Newcastle de Copa de la UEFA que se disputó un 1 de noviembre de hace 30 años. La calle Pozas de Bilbo se abarrotó de gente; algunos que iban a ir al partido y otros curiosos para ver qué estaba pasando con los aficionados ingleses. Un encuentro que se sigue rememorando entre hinchas de ambos conjuntos.

Para comprobar si sigue existiendo ese cariño a distancia, fuimos hasta Newcastle con la intención de navegar en el tiempo, a través de las evocaciones de los que pudieron disfrutar de ambos encuentros ‘in situ’.

Cuando viajas a Inglaterra es como cuando bebes, que tienes dos realidades: una estando sereno y otra, bebido. Con las ciudades ocurre algo similar, cuando visitas una urbe lloviendo o cuando no. Yo tuve la suerte de gozar de buen tiempo y analgésicos.

Me bajé en la parada de tren de ‘Newcastle upon Tyne’ y vi cómo la policía esposaba a un veterano punky de pelo azul, recordando en ese momento una frase que leí de mi colega Ignasi: «Esta es la ciudad en la que he visto a un cura pagando una pinta a un skinhead y donde hay gente haciendo cola en un kebab para pegarle a una punching machine arcade».

La ciudad es muy bonita, con sus lustrosos puentes de la época industrial, el mercado de Grainger Market, Grey Street, sus garitos super ‘posh’ y tradicionales rozando el límite de la higiene o el barrio cultural de Quayside. Allí se encuentra Baltic, un más que recomendable complejo fabril recuperado que hace las veces de centro de arte contemporáneo.

Yo soy de los que ve arte en todas sus diferentes facetas, también en las pegatinas. De este modo, cada vez que voy a una ciudad, trato de fijarme mucho en sus stickers. En la ciudad de las urracas, la que más me llamó la atención, fue una que decía: «Si quieres dormir no vengas aquí», en referencia a la fama de juerguistas de esta gente, siempre con inagotables ganas de fiesta. Prueba de ello, extrapolado y edulcorado, se puede ver en el infame reality ‘Geordie Shore’. Incombustibles como el Buckfast (bebida del infierno), disfrutan de sus interminables noches en la psicotrópica calle Brigg Market Street.

Para conocer más de cerca en qué consiste el gentilicio de Tyneside, quedamos con dos personas que representan dos generaciones diferentes. Por un lado, el veterano y simpatiquísimo Graeme, que vivió la eliminatoria completa de 1994 y, por otro, Adam Stoker, que fue quien me abrió las puertas del mítico St. James' Park mientras preparaba, junto con varios peñistas suecos que trabajaron de voluntarios durante toda la noche, un mosaico gigante de la bandera de Brasil en honor a Bruno Guimaraes. Curiosamente, al día siguiente, me confundirían varias veces en los pubs con su hermano.

Adam trabaja en ‘Wor Flags’ (nuestras banderas, en dialecto Geordie) desde 2020. Él fue quien diseñó y portó junto con Iker Muniain la bandera de bienvenida del Athletic en el último amistoso que disputaron ambos conjuntos en 2022. Adam no había nacido en 1994 pero, casualmente, en el año 2001 acudió por primera vez con su padre a St. Jame´s para ver el partido homenaje a Robert Lee, que enfrentaba a ingleses y vascos. Tanto trascendieron aquellos encuentros del 94, también en los jugadores de ambos conjuntos, que Lee eligió al club del botxo para que fueran sus contrincantes en su despedida.

Una ikurriña en uno de los fondos del estadio de Newcastle en el partido frente a Sheffield United la temporada pasada. (R.S.)

La entrevista con Graeme comenzó con una estampa curiosa, él en mangas de camisa y yo con abrigo y bufanda. Aquí saben que eres un guiri porque llevas chamarra. Da igual los grados Fahrenheit que haga, si llevas un cortavientos es porque vas en pantalón corto y chancletas. Aunque a veces, como cuando yo fui, el tiempo da una tregua al visitante y a los cientos de personas sin hogar que sobreviven en toda la isla. Los hinchas del Newcastle son famosos en la Premier por quitarse la camiseta durante los partidos. Los de aquí, como los bilbaínos, parecen no tener frío.

«Somos clubes y ciudades muy parecidas. Bilbao era una zona industrial, donde sus habitantes trabajaban duro y bebían mucho para intentar sacar adelante esas vidas tan difíciles. Eran gente de clase trabajadora, muy de izquierdas, y nosotros éramos iguales. Creo que de ahí surgió el vínculo», comentaba Graeme.

También me habló de similitudes entre vascos e ingleses el periodista británico Sid Lowe. Me comentaba que los ‘magpies’ eran muy nacionalistas de su tierra y que incluso se llegaron a plantear, no se sabe si de forma seria o no, crear su propia Geordie Nation y hacer que el club jugara solo con jugadores locales, al igual que el Athletic.

Graeme relataba que cuando los bilbainos se plantaron en su ciudad, los futboleros de la zona ya conocían al Athletic por su filosofía. Que, en el partido de ida, los locales podían haber dejado vista para sentencia la eliminatoria pero que los vascos remontaron inesperadamente. De aquel primer encuentro se cuenta que fuera del terreno de juego los locales alucinaron con la cercanía de los Athleticzales, que se mezclaron entre los ‘magpies’ sin ningún tipo de reparo ni miedo a represalias. También se cuenta que algunos hinchas zurigorris se encontraban todavía de fiesta en el Three Bulls Head, cuando debieron haber estado camino de Londres para coger el vuelo de vuelta y que, al no encontrar la manera de llegar, fueron varios Geordies los que les llevaron en sus coches hasta la capital inglesa. Puede que estos relatos llegaran a la capital vizcaina germinando en una amistad que los hinchas locales notaron en el mismo aeropuerto de Bilbao.

«Cuando llegamos al aeropuerto, en Bilbao, fue extraño porque, en vez de escoltarnos la policía y sufrir amenazas de los hinchas locales, nos recibieron decenas de aficionados con pancartas y aplausos, dándonos la bienvenida. Nunca volveré a vivir algo así», recuerda Graeme. «Nos bajamos del autobús y, enseguida, comenzaron a llover las cervezas y el kalimotxo –añade–. Creo que no llegamos a pagar nada en ningún bar, y eso teniendo en cuenta que casi nadie hablaba en inglés. Nos impresionó la policía, vestida de negro, con aquellos cascos… nos dio un poco de miedo, hasta que entramos al estadio. Allí, durante el descanso, nos invitaron a bocadillos y bebimos de la bota».

Algunos aficionados bilbainos como Javi Pérez también recuerdan con cariño la llegada de los isleños: «Si a la mañana el Casco Viejo de Bilbao era un clamor de camisetas de ambos equipos bien entrada la tarde, previo a un día festivo, en los alrededores de Indautxu fue descomunal».

«Recuerdo que el chico que solía sentarse a mi lado en San Mamés apareció con la camiseta del Newcastle al siguiente partido de aquella eliminatoria. Me contó que les llevó durante dos días por toda Bizkaia con su taxi y que, al dejarles en el aeropuerto, le regalaron la remera. A lo largo de las siguientes temporadas la siguió llevando en numerosos partidos, orgulloso de representar a sus nuevos colegas», explica Pérez.

Aquel partido terminó con victoria local, pero sobre todo, concluyó con una estampa, a la que he recurrido tantas veces, que casi puedo sentir la euforia del momento como si hubiera estado allí: con la afición del Athletic invadiendo el campo para alinearse frente a la grada visitante, a gritarles «Newcastle» mientras los foráneos hacían los suyo gritándoles «Athletic» a los locales.

Al igual que hay relatos que no deben ser olvidados por lo cruel dolorosos, otros merecen un hueco en nuestro hipocampo para repetirnos el mantra de que hoy en día, en el que se cuentan los partidos europeos por follones, un fútbol diferente es posible. Entonces, ahora, ¿quién organiza otra “pachanga” entre Athletic y Newcastle?