Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua
Entrevista
Lina_
Cantante

«Cuando cantamos poemas les damos nueva vida, otra respiración»

Es una de las voces más líricas del fado portugués y una de sus creativas más internacionales. Tras homenajear en su día a la respetada Amália Rodrigues, en clave de fado electrónico, presenta su aventura sónica sobre el clásico poeta luso Luís de Camões. El 23 de octubre visita Donostia.

La cantante de fado Lina_.
La cantante de fado Lina_. (Luís MILEU)

Le tocó nacer casualmente en la germana Hamburgo, en 1984, pero a los cinco meses estaba ya en la norteña Bragança y lleva viviendo unos veinte años en la elegante y muy fadera Oeiras, cerca de Lisboa. Lina_ Rodrigues Cardoso nos contesta por teléfono desde casa, antes de su nueva visita a Donostia. Presentará poemas del clásico de la literatura portuguesa Camões, en formato de trío junto a Pedro Viana (guitarra portuguesa) y Ianina Khemelik (piano acústico, sintetizador, violín).

Iba para cantante operística, pero a los 21 años lo dejó por el fado. ¿De donde le venía la pasión por ese género popular portugués?

Mi padre lo cantaba cuando yo era niña y aún lo hace. Y también mi abuela. Escuchábamos muchos discos de Amália Rodrigues. Mi tía abuela, que estaba enferma, cada tarde me pedía que le cantara. Siempre tuve amor y gran interés por esa música. Pero aprender el canto lírico desde que a los diez años empecé en un coro, tomar clases con una profesora y a los quince entrar en el Conservatorio para una enseñanza de cinco años fue fundamental. Aunque son técnicas distintas, el canto lírico me ayuda en el fado con la respiración, el ritmo, la afinación… en todo. Cantaba con los ojos cerrados y mi profesora me decía ‘eso no es fado’.

Debutó en 2014 como Carolina y revalidó con ‘EnCantado’ en 2017: tradicional, aunque con toques de jazz, clásica, folk…  Recuperó su nombre de pila, Lina, en su tercera grabación, en clave de fado electrónico.

No me sentía como Carolina, no era mi nombre. Me lo habían puesto en la discográfica porque decían que Lina era muy cortito, que como Lina Rodrigues me compararían con Amália, que no era muy comercial. Y al empezar un proyecto que se distanciaba del lado tradicional pensé que era la ocasión da hacerlo con mi verdadero nombre. Aunque esos dos primeros discos me gustan, fueron importantes en los inicios de mi carrera y siento orgullo por ellos.

«Me gusta hacer discos que tengan un concepto, algo común, no agrupar simplemente canciones bonitas»

¿Por qué escribe su nombre con un guion bajo?

También es un cambio de cuando empecé a trabajar en el tercer disco con el productor catalán Raül Refree, que era como una puerta que se abría hacia otros estilos musicales y otros proyectos. El guion pegado al nombre es como si fuera alguien que no está cerrada, que busca las colaboraciones y ofrecer otro tipo de música que no sea solo fado. Y me diferencia además si me buscan porque con el simple Lina aparecen unas cuantas.

En esa tercera obra elaborada con Refree trataba canciones de la maestra Amália Rodrigues, en su centenario, sustituyendo la obligada guitarra portuguesa por sintetizadores analógicos o piano. ¿Fue una decisión valiente, arriesgada?

Fue un cambio importante y no sabía muy bien cómo sería la reacción de los puristas. Siempre he hecho lo que sentía y me gustaba. Y en ese momento lo que tenía sentido era recuperar clásicos de Amália sin guitarra portuguesa, algo distinto. Hay músicos a los que no les gustó, les sonó raro, pero hoy hacen cosas muy idénticas, con los mismos instrumentos. No se si fui pionera, pero me alegro de que tras causar extrañeza tenga ahora ese reconocimiento.

Hace un par de años recicló la poesía de Camões, con otro aniversario de por medio, el 500º de su nacimiento. Descubrió que la estructura de esa poesía lírica coincidía con la manera de escribir en el fado, pero ese género nació a comienzos del siglo XIX y el estilo de escritura de Camões es del XVI, diferente al portugués moderno.

Lo trabajé mucho junto a Amélia Mugue, que además de cantante es gran conocedora de la lengua. Amália Rodrigues decía de él que era el mayor fadista por su manera tan bonita de expresar los sentimientos. Fue un poco difícil de entrada, porque no me cuajaban los versos al adaptarlos al fado tradicional y pasé días sin ver la salida. Pero por fin todo fluyó. Me di cuenta de que es un escritor único y Amália comprobó que la palabra ‘fado’ aparecía ya en su obra.

Descubrieron también que escribía sobre temas similares a los que trata ese género musical.

Sí, describía la ciudad, hablaba del mar, pero también sobre desamor, infancia, muerte… una temática muy de fado. Y se cuestionaba cómo estaba el mundo.

(Luís MILEU)

¿La poesía, incluso la de un clásico, se agiganta con la música?

Decía Amália que no es para que repose en una estantería. Cuando cantamos poemas les damos nueva vida, otra respiración. Y pueden ser sentidos de maneras distintas, cada cual con su experiencia y emociones. La melancolía es un sentimiento universal y podemos transformar un libro de poesías que tiene siglos en algo válido para el presente y futuro.

La obra sobre Camões la realizó con los británicos Justin Adams y John Bagott. ¿Sigue reflejando un deseo creativo afronterizo, universalista?

Buscaba a alguien que estuviera conectado con la música y los ritmos tradicionales y Adams, que vivió en Egipto con su padre, conoce mucho la música del norte de África y yo conocía sus músicas. Le propuse trabajar e invitó también a Bagott. Disfrutamos mucho en el estudio y Justin vio que era importante meter la guitarra portuguesa. Conocían el fado en general y el disco que hice con Refree. Me gusta hacer discos que tengan un concepto, algo común, no agrupar simplemente canciones bonitas.

Colabora con el asturiano Rodrigo Cuevas en ‘O que temo e o que desejo’ y se ha dicho que más que una identidad portuguesa es la vuelta al espíritu ibérico porque Camões quería ‘iberizar el portugués’, en referencia al galaico-luso, origen de esas dos lenguas. ¿Existe hoy la idea de iberismo?

Como soy de Bragança, junto a la frontera, lo llevo en el corazón, en especial respecto a Galicia. Camões escribía en galaico-portugués y me parece importante juntar ambos idiomas porque además vivimos tan cerca. Mi colaboración con Rodrigo Cuevas tiene mucho sentido como unión musical ibérica, juntar pueblos, no separarlos con fronteras.  

Está permanentemente actuando por toda Europa. Se ha analizado a veces que el fado se valora más fuera que dentro de Portugal.

Intentamos que las nuevas generaciones estén más abiertas al fado, pero persiste la sensación de que fuera tenemos más visibilidad y sentimos más interés y cariño. Amália dio aquí su primer concierto de fado a los 45 años y en su día fue más conocida fuera. Parece que tenemos que salir para que nos reconozcan dentro.

«La melancolía es un sentimiento universal y podemos transformar poesías de hace siglos en válidas para el presente y futuro»

Sigue presentando el disco sobre Camões, pero tiene ya nuevas obras. El trabajo ‘Terra Mâe’, con el irlandés Jules Maxwell, ¿la acerca al pop aéreo de supuesto aire celta?

Es un descubrimiento de músicas irlandesas cantadas por mujeres en el estilo Sean Nós. No es música rítmica sino melancólica y parece cercana al sentimiento del fado. Conocí a Maxwell, que vino a actuar con Lisa Gerrard [de Dead Can Dance], con quien había hecho el disco ‘Burn’. Y pensé que se podía hacer como un segundo hijo, en portugués, con composiciones de Jules y mías. No es fado, es otra cosa.

Y en el mini disco ‘O Fado’, con el pianista menorquín Marco Mezquida, ¿vuelve al fado puro?

Está grabado en directo con músicas que hicimos juntos, muy orgánicas, sin edición posterior. Marco tiene una sensibilidad especial y no es un pianista acompañante, es solista, como yo. Somos muy intuitivos y surge una música muy libre que hace flotar.

En ‘Fado Camões’ se estrenó como compositora. Y en estas dos novedades, escribe música y poemas.

He compuesto en los tres discos, pero sobre todo a partir de los poemas. Me gusta encontrar la fuerza que tienen las palabras, vestirlas con intención e intensidad bonitas. Empecé a hacer música a partir de la poesía. También lo hago al revés, pero es más difícil. Lo he hecho con algunos poemas a los que no conseguía encajar en una música tradicional y la compuse por necesidad.

No para, le acabarán dando un premio por méritos laborales.

Me lo estoy mereciendo. He estado en la Acrópolis de Atenas, en colaboración con el maestro Minos Matsas, juntando fado, tango y rebética griega. También en Condeduque de Madrid con Jules Maxwell. Presenté mi disco con Mezquida en el Mercat Música Viva de Vic y lo haremos en noviembre en Portugal. Ahora voy para el País Vasco. Me encanta no parar de hacer colaboraciones y trabajos con otros músicos.