Belén MARTÍNEZ
Analista social

Negro es un color

El encendido debate en torno a la «blancura» de los oscar (“Oscars So White”) y la discriminación racial ha provocado una fractura social en la industria del cine. La elección de una actriz «mestiza» para interpretar a Nina Simone en una película ha avivado la polémica. ¿Se podía haber elegido a una mujer negra para ese papel?

El asunto a dilucidar no es si Zoe Saldaña puede encarnar a Nina gracias al obscurecimiento de su piel, el rizado de sus cabellos y el uso de prótesis para ensanchar la nariz. La cuestión es saber si nos encontramos ante un nuevo blackface disfrazado de otra cosa, como en los tiempos en los que a la comunidad afroamericana no se le permitía trabajar como intérprete. Eran artistas blancos quienes representaban roles correspondientes a mujeres y hombres negros.

La norma estética mundializada es el blanco occidental, el Pantone de la hermosura. En la publicidad, las mujeres que ilustran los productos son blancas o mestizas. No aparecen mujeres africanas de piel obscura. Dentro del tributo a la belleza imperante en el séptimo arte, se reserva el derecho de admisión de personas no blancas según una jerarquía insidiosa de tonalidades cromáticas, en la que lo claro y lo luminoso constituyen el canon universal. La negrura se atenúa, se borra, desaparece.