Joseba VIVANCO
Athletic

Está en su mano acabar bien

Todos los ingredientes se aliñaron para que el equipo firmara una demandada actuación que invite a terminar el curso de forma digna.

«...Un equipo no es solo equipo porque dispone de un caudal de buen fútbol. Es equipo cuando sale a jugar por algo, cuando está aguijoneado por un impulso espiritual que lo obliga a pelear, a luchar, a sentirse estrechamente apretado en un sentimiento común a todos los hombres... Cuando nadie se siente inferior a nadie. Cuando nadie se siente menos fuerte que nadie. Menos apto que nadie. Eso fue Argentina el miércoles»

(Osvaldo Ardizzone, periodista ‘‘El Gráfico’’ en el Mundial´96)

Ese partido redondo por el que Kuko Ziganda venía desde hace meses pregonando en el desierto llegó en Villarreal. Por segunda vez, el técnico navarro repitió alineación esta temporada, misma que aguantó ochenta minutos ante el Celta demostrando el fútbol que se le presumía a los suyos. Con esos mimbres y con un banquillo del que, ahora sí, poder realmente echar mano de jugadores que puedan jugar ese papel de revulsivo, este Athletic planteó una propuesta futbolística similar a la que es habitual en él, osadía, presión alta, entrega, ritmo de juego elevado, pero que por arte de magia había desaparecido de su libreto o no se sentía con la confianza necesaria para interpretarlo. Y cuando se acercó a ese espejo, la mayoría de las veces se quedó a medio camino, sin premio.

En Villarreal todos los astros, en cambio, se alinearon, desde marcar pronto a tirar una presión alta bastante bien ajustada que mitigara mucho las llegadas locales al área de influencia de Kepa; desde volver a ver a un Raúl García asumiendo los galones que Aduriz le ha cedido a juntar en un mismo partido las actuaciones estelares de Williams y Córdoba; desde conseguir que casi por primera vez la práctica totalidad del grupo rayara a un gran nivel a poner la puntilla emocional con el regreso de Iker Muniain, gol incluido.

El partido redondo. Trece remates entre los tres palos de los leones por solo dos del ‘Submarino amarillo’. Todos los titulares para Williams, Muniain, Córdoba, pero reseñable el hacer de San José; la confirmación de que cuando Iturraspe juega el equipo lo nota para bien o para mal, según el día que tenga el de Matiena; o el acierto del fichaje de Iñigo Martínez como un pilar de futuro en el club. El Athletic fue, esta vez sí, un equipo, un grupo coral, no solo una cuadrilla. Como matiza el conocido ‘coach’ Imanol Ibarrondo, «un grupo de amigos no es un equipo ni lo define necesariamente. Entre otras cosas, no es el buen rollo, sino la corresponsabilidad, la capacidad de cumplir mis compromisos y tener el valor de reclamar a los demás sus incumplimientos lo que identifica a equipos de alto rendimiento».

El propio Kuko Ziganda no escatimó elogios al fútbol desplegado por sus hombres. «Sabemos que podemos jugar así y lo vamos a seguir buscando hasta el final de temporada. Es imposible que no nos guste este Athletic. No lo hemos conseguido durante todo el año pero quedan partidos», analizó. Ha bastado una actuación solvente y un gran resultado para reverdecer emociones e ilusiones. Más de uno volverá a soñar con esa séptima plaza a siete puntos, si bien el objetivo debería ser, como asumió el propio técnico, «perseguir intentar jugar bien y que la gente se sienta contenta con el equipo» en lo que resta.

Con muchos más borrones que una legible caligrafía esta campaña, con 47 encuentros entre pecho y espalda, este Athletic que a día de hoy ni es el Bayer Leverkusen ni la última mierda que cagó Pilatos, que diría el bueno de Manolo Preciado, tiene en su mano acabar de manera digna un decepcionante curso en el que, con todo, firma registros a no desmerecer como ser el quinto equipo con menos derrotas en Liga y el sexto menos goleado. Le quedan siete fechas por delante para mejorar los números de victorias y goles a favor. Lo dicho, en su mano.

Muniain, Williams, Córdoba... entre «brothers» anda el juego

Iker Muniain e Iñaki Williams chocaban cómplices sus frentes y se susurraban al oído tras el gol del navarro, que mejor eso que la ‘chorradita’ del baile con las manos del segundo con Iturraspe para celebrar su tanto. «Te mereces todo lo bueno que te pase hermano. Juntos otra vez», tecleaba luego en Twitter el ‘11’ rojiblanco, quizá poniendo negro sobre blanco lo dicho sobre el césped. «Volver a sentir...», hacía lo propio en las redes sociales ayer el ‘10’, con una foto suya, brazos en cruz, recordándonos a Wayne Rooney tras aquella chilena con el United que jamás eclipsará la de Ronaldo. «¡Qué grande eres para lo que que abultas!», le felicitaba San José. Todo fueron parabienes y muestras de felicidad hacia Iker, merecidas, como para un Williams que veremos hasta dónde confirma la idoneidad de su reubicación como vanguardia del equipo.

Pero entre uno y otro ‘brother’ se coló en esa camaredería Iñigo Córdoba, al que Unai Núñez recordó que él marcó antes, ante el Celta, y será el primero el que pague la cena apostada entre ambos. «Ha sido un subidón», reconocía tras estrenarse como goleador, acordándose de su familia, quien ha irrumpido este curso como una bocanada de aire fresco, con ese insultante aire de ‘cara sucia’ que combina atrevimiento y derroche.J.V.