Raimundo Fitero
DE REOJO

Tercos

Casi todos recordamos dónde estábamos el desdichado 11-M. Todos menos los tercos conspiranoicos que han incorporado como testigo de cargo al comisario Villarejo, ese ser ecuánime, angelical, un policía de todas las cloacas y de todos los manteles. El símbolo del derrumbe ético, político y democrático del reino de España. Todavía andan intentando ganar aquellas elecciones que perdieron por mentir de manera severa diciendo que era un atentado de ETA. Desmentido al instante, perseveraron en la intoxicación e inauguraron el tiempo de la impudicia, el relativo poder de la mentira, la utilización de las instituciones para conspirar contra la verdad. Siguen en ello. Y les costó el gobierno.

Y lo bueno es que siguen los mismos de siempre, los que están inequívocamente a la derecha de todos los dioses, con sus cabeceras históricas de periódicos o las digitales que se han creado con dinero oscuro. Las que tienen una portada en la que aseguran que la primera vuelta al mundo es inequívocamente española. Los que están en el PPox, pero con unas ganas terribles de que sea el pistolero de Amurrio el que mejor mienta de ahora en adelante. Son tercos por convicción. Son nacionalistas españoles hasta la extenuación y el ridículo. Irremediables. Como irremediable es que Zape Rivera ande saltando charcos de toda índole. Lo del fichaje de la consejera del PP en Castilla y León huele a pucherazo que se va a convertir en emblemático. Así son los desorientados naranjas, muy de hacer trampas. Pero ahora resulta que en Nafarroa anuncian que van a ir junto a UPN y PP. Dan risa, de verdad. Son políticamente desechables. Pero pueden ser una alternativa. No se sabe exactamente a qué, porque las encuestas los dejan con sus miserias al aire. Se aventura más excitación, más barbaridades, más mentiras y muy poco rock and roll.