Raimundo Fitero
DE REOJO

Rebufo

Vale, he puesto rebufo, pero podría ser rebuzno. O reduzco. Los picoletos que están pasando sin ser vistos por el Tribunal Supremo no dicen verdad alguna, ni siquiera se identifican por su nombre. Es la Gran Farsa. Lo que se les escucha es verdaderamente penoso. Es tradicional: siempre están bien adiestrados por la Fiscalía, y en este caso, parece ser que, con conocimiento del Juez Supremo, ese tipo que toma los papeles de la Fiscalía cuando estos están adormilados. Ven caras de odio, se sienten agredidos por viejecitos, buscan millones de euros en China, confirman el acto terrorista del Fairy y a nadie se le cae la cara de vergüenza.

Van todos al rebufo del juez Llarena, un jefe picoleto que colaboraba con un juez fallecido y que construyeron esta infamia política. Algunos rebuznan mejor o peor. Pero todos mienten de manera descarada. Y son testigos, y el Juez Supremo se lo permite. No tiene un pase de legalidad, esto es un cachondeo superior. Ya lo sabíamos. Somos expertos.

Cachondeo, por cachondeo, me quedo con el Brexit. La propia May dice en alocución pública que ella también estar harta. Y carga las culpas a los parlamentarios que se le oponen. Hoy, nadie sabe exactamente qué va a pasar. Hablan hasta de una suspensión, aplazamiento, hasta nuevo referéndum del propio Brexit. Es decir, exactamente igual que hace unos cuentos meses. Me entran muchas dudas y me pregunto, ¿alguien quiere de verdad irse de la UE? ¿O es que quieren quedarse e irse a la vez? Los mandamases europeos andan más despistados todavía. Lo mejor de este tiempo incierto es que vemos casi cada día imágenes del parlamento inglés, de esos rituales anacrónicos, pero funcionales, de esa proximidad, de la virulencia expresiva. Se dicen de todo, después se beben un té y un güisqui y reservan hotel en Magaluf.